'Nadie me ha ayudado'
Mar¨ªa, una gallega de 30 a?os, afronta la fase terminal de su enfermedad tras hab¨¦rsele negado la eutanasia
La ley es ciega al sufrimiento de Mar¨ªa. Mientras pol¨ªticos, obispos y m¨¦dicos discuten y vuelven a discutir sobre la eutanasia, Mar¨ªa, de 30 a?os, se aferra a su sonrisa y aguarda que la agon¨ªa que ya ha empezado termine lo m¨¢s r¨¢pidamente posible. Cuando supo que el tumor hallado en su m¨¦dula espinal no ten¨ªa curaci¨®n, reclam¨® su derecho a la eutanasia. Pero los m¨¦dicos se lavaron las manos con el agua bendita de la ley. Ahora, Mar¨ªa ya ha asumido que morir¨¢ lentamente sin poder desprenderse de un reproche contra el mundo. 'Nadie me ha ayudado', dice.
Mar¨ªa est¨¢ rodeada de los suyos y reconfortada con la permanente presencia de Carmen V¨¢zquez Vila, miembro de la asociaci¨®n Derecho a Morir Dignamente (DMD). De momento, no padece grandes tormentos f¨ªsicos. Pero hay dolores que la ciencia no puede extirpar: 'Las medicinas e inyecciones que me dan no alivian el dolor psicol¨®gico. Y lo que m¨¢s me duele es ver c¨®mo sufren los que me rodean', proclama Mar¨ªa en su lecho de muerte.
Una sonrisa muy bonita En realidad, Mar¨ªa no se llama Mar¨ªa. Y, adem¨¢s, apenas puede hablar. Est¨¢ con respiraci¨®n asistida y conectada a una sonda. Ya dej¨® el hospital para afrontar el ¨²ltimo tramo de su vida en casa, arropada por el calor familiar. No quiere que se citen ni su nombre verdadero ni el de la ciudad gallega donde naci¨® y va a morir. Esta entrevista se hizo por tel¨¦fono a trav¨¦s de Carmen V¨¢zquez. A Mar¨ªa le cuesta mucho trabajo expresarse. Carmen tiene que esperar largos ratos a que termine las frases mientras el tel¨¦fono devuelve los ecos de su respiraci¨®n fatigada.
Pero Mar¨ªa quiere hablar, a veces interviene incluso sin ser requerida, porque pretende dejar testimonio de la situaci¨®n a la que se la ha abocado. Y hace un ruego al periodista: 'Los medios de comunicaci¨®n ten¨¦is que estar sensibilizados. Vosotros sois los que m¨¢s pod¨¦is hacer por esto'. Carmen, que dedica sus horas libres a ayudar a Mar¨ªa a morir, bromea con ella y repite a su interlocutor para que no se lleve una falsa impresi¨®n. 'Siempre tuvo una sonrisa muy bonita y no la ha perdido'.
A Mar¨ªa le diagnosticaron cuatro tumores en la m¨¦dula espinal. La operaron con ¨¦xito, seg¨²n la primera apreciaci¨®n de los m¨¦dicos, pero al poco tiempo los tumores se reprodujeron, esta vez de forma irreversible. Cuando estaba sana, hab¨ªa o¨ªdo hablar de la eutanasia e incluso lleg¨® a plantearse redactar un testamento vital. 'Pero la idea me pareci¨® descabellada', confiesa ahora a trav¨¦s de su int¨¦rprete. 'Era demasiado joven', apostilla Carmen. Cuando la enfermedad emiti¨® su dictamen irrevocable, Mar¨ªa lleg¨® a una conclusi¨®n. 'Voy a escoger yo misma el momento de mi muerte'. Busc¨® informaci¨®n en Internet y a trav¨¦s de amigos contact¨® con la asociaci¨®n DMD. En el hospital, Mar¨ªa lleg¨® a plantear abiertamente a uno de sus m¨¦dicos que deseaba ayuda para morir: '?l estaba de acuerdo conmigo, pero me dijo que no pod¨ªa. Se tiraba de los pelos literalmente. Y ya nadie me ayud¨®'.
El pasado 8 de mayo, el Parlamento de Galicia aprob¨® una ley que reconoce el derecho de cualquier ciudadano a disponer que, en caso de enfermedad irreversible, no se prolongue su vida por medios artificiales. Al d¨ªa siguiente, Mar¨ªa -que ya estaba en silla de ruedas- redact¨® su testamento vital. Esa declaraci¨®n le permitir¨¢, al menos, evitar que la conecten a una m¨¢quina que no har¨ªa otra cosa que prolongar su agon¨ªa. El dolor f¨ªsico, dice Carmen, 'est¨¢ controlado'. Lo malo es el otro dolor.
Mar¨ªa se enter¨® ayer de que el Congreso de los Diputados hab¨ªa iniciado los tr¨¢mites para elaborar una ley de contenido similar a la aprobada antes en Galicia. Cuando se le pregunta por el asunto, hace un gesto que, por las descripciones de Carmen, debe denotar escepticismo. 'Lo importante no es eso', acierta a decir, 'lo importante es la eutanasia'. ?Y qu¨¦ piensa cuando oye hablar de este asunto a los pol¨ªticos, a los obispos, a los m¨¦dicos?. 'Que es muy f¨¢cil hablar cuando no se est¨¢ en una situaci¨®n como la m¨ªa', responde. 'La ley y la polic¨ªa pueden ver c¨®mo estoy yo. Pero no hacen nada'. ?Qu¨¦ piensa su familia?. 'Me entiende, pero no me apoya'. Los familiares est¨¢n delante y lo niegan: la apoyan en todo. 'Siempre han vivido en el pueblo', bromea ella.
Carmen V¨¢zquez s¨ª da cierto valor a las ¨²ltimas reformas legislativas, aunque tambi¨¦n las considera insuficientes. 'Ya hemos conseguido abrir la puerta y llegar hasta al umbral. Ahora falta que alguien se atreva de una vez a entrar', dice. Mientras llega ese momento, habr¨¢ m¨¢s Marias, como esa otra mujer gallega que tambi¨¦n est¨¢ recibiendo asistencia de DMD. Ella solicit¨® la eutanasia y, como ocurri¨® con Mar¨ªa, nadie se atrevi¨® a arrastrar las consecuencias de la ley. No quiso dar publicidad a su caso y ahora ya se ha quedado sin voz.
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