Un equipo uniforme

Bienvenidos a la ¨¦poca de la homogeneizaci¨®n, donde todos se parecen y se cambian las piezas sin que la maquinaria lo perciba. Donde todos reparten estopa hasta cansarse y si no lo haces eres carne de banquillo. Donde casi todos hacen lo mismo y de parecida forma y s¨®lo falta que borren los nombres de las camisetas para que la individualidad pase definitivamente a mejor vida. Donde te preguntan qui¨¦n ha marcado diferencias y no sabes qu¨¦ contestar. En esta ¨¦poca, reina el Bar?a. Con su cuadrilla de implacables luchadores intercambiables como las buj¨ªas de un coche. Con su dur¨ªsima defensa en la que todo el mundo tiene la consigna de convertir una canasta del contrario en una peligrosa aventura y cometer una falta no tiene la menor importancia, pues otro espera para salir. Este Bar?a tiene todas las papeletas para llevarse la Liga. Por lo que tiene y por lo que le falta al resto. Porque a base de sacar a sus clones, al final siempre aparece uno (esta vez fue Karnisovas) y mete tres triples seguidos. Porque pueden poner tres perros de presa a seguir a Herreros. Porque Due?as es inalcanzable para Struelens o Meek. Porque Gasol hace de todo y no tiene contrarr¨¦plica.

La ecuaci¨®n de esta final est¨¢ muy clara y como demostraci¨®n pr¨¢ctica ha quedado el primer partido. El Madrid, para poder debatir con el Bar?a, necesita una buena racionalizaci¨®n de su juego, pues en los terrenos donde la f¨ªsica dicta sentencia sale perdiendo claramente. Es inferior en defensa y en rebote. S¨®lo puede ganar con cabeza, temple, buenos porcentajes de tiro, y limitando los errores de pase. Cuando lo hizo, el Madrid dej¨® en evidencia al Bar?a, tan metido en su papel f¨ªsico que a veces se le olvidan otras cosas. Cuando se dej¨® llevar y entr¨® en la batalla que le propon¨ªan, sali¨® esquilmado.