Las nuevas cadenas de Joaqu¨ªn Jos¨¦
El espa?ol condenado a morir en EE UU cambia el corredor de la muerte por los pasillos de radios y televisiones
No ha habido tregua. Joaqu¨ªn Jos¨¦ Mart¨ªnez ha pasado de la angustiosa soledad del corredor de la muerte a los tumultuosos estudios de Antena 3, Tele 5, CNN +, Canal 9... Su agenda est¨¢ llena hasta el 27 de este mes. Ese d¨ªa, ¨¦l y sus padres acudir¨¢n al Parlamento Europeo y habr¨¢n renunciado a una audiencia con el Papa en el Vaticano. 'Es una pena, pero ya nos hab¨ªamos comprometido y no podemos estar en dos sitios a la vez, aunque nos gustar¨ªa', comenta Joaqu¨ªn Mart¨ªnez, el padre del preso n¨²mero 86 en la afortunada lista de los que han conseguido librarse de la pena capital en Estados Unidos. A sus 29 a?os y reci¨¦n llegado a Espa?a tras el juicio que le declar¨® 'no culpable' de la muerte de dos personas, Joaqu¨ªn Jos¨¦ Mart¨ªnez est¨¢ dando sus primeros pasos sin cadenas.
Los interminables pasillos del corredor han sido sustituidos por los de los estudios de televisi¨®n. En menos de una semana, Joaqu¨ªn Jos¨¦ ha pasado por los plat¨®s de cuatro televisiones espa?olas, por los estudios de otras tantas radios, ha mantenido m¨²ltiples entrevistas con la prensa, ha sido invitado por diversas instituciones y ha acudido a locales de asociaciones que han apoyado la cruzada contra la pena de muerte que sus padres han mantenido los ¨²ltimos a?os.
Es mi¨¦rcoles. Una treintena de periodistas armados con c¨¢maras hacen guardia en el Ayuntamiento de Barcelona, donde le va a recibir la concejal de Derechos Civiles. Sus padres han llegado ya: '?D¨®nde est¨¢ mi hijo? ?Mi hijo no es exclusivo de nadie!', exclama su madre, lament¨¢ndose de que no hayan subido todos en el mismo coche. Joaqu¨ªn Jos¨¦ ha entrado por otra puerta, una multitud de periodistas lo conduce no se sabe muy bien d¨®nde. Su mirada perdida y su gesto tenso lo dicen todo. '?Mam¨¢!', grita con cierta desesperaci¨®n desde lo alto de una escalera cuando consigue ver a su madre entre los flases de los fot¨®grafos. Espera hasta que sus padres se colocan a su lado y vuelve a andar, ahora ya apuntalado.
Joaqu¨ªn Jos¨¦ es un fen¨®meno social para todo el mundo menos para s¨ª mismo. El permanente desconcierto de su expresi¨®n muestra el dr¨¢stico cambio que ha sufrido: de ser una persona aislada durante cinco a?os, a ser un personaje p¨²blico en unos d¨ªas. Gentes de todo tipo le felicitan por las calles, le piden aut¨®grafos, le agarran para hacerse fotos con ¨¦l y le besan. 'Mis padres me contaban todos los sitios a los que hab¨ªan acudido para pedir ayuda, pero nunca imagin¨¦ esto. A veces pienso que he salido de una prisi¨®n para meterme en otra', dice acord¨¢ndose de sus hijas y de su familia en la habitaci¨®n de un hotel de Barcelona. Habla en voz baja, despacio, al ritmo apesadumbrado de sus p¨¢rpados. Est¨¢ cansado, pero armado de una enorme paciencia: toda la que forj¨® la peor de las esperas, la de la muerte.
Lo que a¨²n no sabe, porque la agenda la lleva su padre, es que a las cuatro tendr¨¢ que estar de nuevo listo (traje y corbata) en los estudios de TV3. Le volver¨¢n a poner ese maquillaje que no le gusta y le volver¨¢n a hacer preguntas similares a las que lleva contestando los ¨²ltimos d¨ªas. Y cada vez, como si fuese la primera entrevista o el primer encuentro, el mismo discurso: 'Tengo que agradecerle a todo el mundo lo que ha hecho por m¨ª. Ir¨¦ a todos los sitios. Devolver¨¦ todo lo que me han dado'.
Y del futuro... 'Me han ofrecido trabajos de inform¨¢tico, porque tuve un negocio de elementos electr¨®nicos, incluso podr¨ªa trabajar para el Gobierno. Adem¨¢s, nos han llegado ofertas de editoriales y productoras para comprar los derechos de mi historia y escribir un libro y hacer una pel¨ªcula'.
?sa parece ser la raz¨®n por la que Joaqu¨ªn Jos¨¦ mide sus palabras. 'Ya contar¨¦', dice. La informaci¨®n que ha quedado impresa en su mente (todos los momentos que vivi¨® en el corredor, la extra?a relaci¨®n con su mujer...) es ahora su mayor tesoro. Algo que tratar¨¢ de gastar poco a poco y lo mejor posible, porque son la clave de su futuro. Un acuerdo con un representante, un encuentro -'por fin'- con la familia y una cita con el Cristo de Medinaceli han sido sus ¨²ltimos destinos. Primero la obligaci¨®n, despu¨¦s la devoci¨®n.
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