Memoria de un genocidio
Hay que agradecer a EL PA?S que mantenga viva la atenci¨®n sobre las graves violaciones de los derechos humanos en muchas partes del mundo y sobre los esfuerzos que se hacen desde distintos sectores de la comunidad internacional para hacer frente a tales atrocidades y para luchar contra la impunidad de aquellos que cometen esas fechor¨ªas. Por eso es de elogiar su editorial 'Memoria de un genocidio' (11 de junio de 2001) consagrado al reciente juicio de cuatro ciudadanos ruandeses ante un tribunal belga, el primero en que un jurado popular ha emitido un veredicto de culpabilidad por una acusaci¨®n de genocidio. Y, sin embargo, en el editorial se hacen algunas afirmaciones que no responden del todo a la verdad y que requieren algunas puntualizaciones.
Por un lado, se habla de que los acusados eran 'sospechosos de cr¨ªmenes de guerra'. No es as¨ª: han sido condenados por genocidio, que no es un crimen de guerra sino una variante particularmente odiosa de crimen de lesa humanidad. La distinci¨®n no es balad¨ª: para que haya crimen de guerra es preciso, entre otras cosas, que el acto criminal tenga lugar en el contexto de un conflicto armado, interno o internacional. Sin embargo, el genocidio o el crimen de lesa humanidad no requiere un v¨ªnculo con un conflicto armado: puede perfectamente ser cometido dentro de un pa¨ªs formalmente en paz. En eso consiste precisamente la revoluci¨®n en el Derecho internacional que se ha ido desarrollando a partir de los juicios de Nuremberg hace medio siglo.
Por otra parte, se menosprecia la labor del Tribunal Penal Internacional para Ruanda despach¨¢ndola de la siguiente manera: 'Todo lo que el Tribunal... ha conseguido tras casi siete a?os de actividad es condenar a ocho figuras menores de aquel holocausto negro'. Esa afirmaci¨®n es incierta, aparte de injusta. Primero, el Tribunal lleva trabajando menos tiempo del que se dice: s¨®lo algo m¨¢s de cinco a?os (periodo que incluye la instalaci¨®n de una estructura judicial antes inexistente). Segundo, habr¨ªa que recordar que no se le dieron al principio los mismos medios que se consagraron al Tribunal ad hoc para la ex-Yugoslavia, a pesar de tener que desenvolverse en condiciones m¨¢s dif¨ªciles todav¨ªa. Lo que es m¨¢s importante, el Tribunal ha juzgado y est¨¢ juzgando no a 'figuras menores', sino a a importantes dirigentes pol¨ªticos y militares del r¨¦gimen genocida de Ruanda. Entre los condenados se cuentan el ex-Primer Ministro, Jean Kambanda, as¨ª como un gobernador provincial y el alcalde de una ciudad. En el banquillo se sientan actualmente varios ministros, jefes de partidos y otros altos responsables.
Actualmente, las tres Salas del Tribunal para Ruanda est¨¢n celebrando varios juicios, algunos con varios acusados a la vez: en total, nueve acusados en cinco causas. Ma?ana d¨ªa 12 se abrir¨¢ un sexto juicio con seis acusados. Quiz¨¢ no ser¨ªa mala idea que la prensa internacional, que tanta atenci¨®n ha prestado (de manera acertada) al juicio celebrado en Bruselas, desplegara un similar esfuerzo de seguimiento y difusi¨®n a los juicios que se desarrollan en Arusha (Tanzania).
En cualquier caso, bienvenida sea la atenci¨®n prestada a la tragedia ruandesa y a la necesidad de hacer todo lo preciso para que no se repita en ninguna otra parte. Por eso hay que congratularse del llamamiento con que se cierra su editorial acerca de la urgencia de poner en pie un tribunal penal internacional de car¨¢cter permanente y alcance universal. Un buen paso en esa direcci¨®n ha sido la decisi¨®n adoptada por el electorado irland¨¦s, que el mismo d¨ªa que rechaz¨® el Tratado de Niza aprob¨® en refer¨¦ndum, por una mayor¨ªa del 64% de los votos expresados, la ratificaci¨®n del Estatuto de Roma que establece la Corte Penal Internacional. Por cierto, esa informaci¨®n no la he podido encontrar en la prensa, sino sepultada en una p¨¢gina de Internet.-
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.