Casas lleva en volandas al Betis

Nadie pudo esperar a que el ¨¢rbitro, Arcas Piqueres, se?alara el final del partido. Los jugadores del Betis y su afici¨®n se sab¨ªan en Primera casi desde el primer instante del partido y cuando en el minuto 73 Casas certific¨® el ascenso con su und¨¦cimo gol en la Liga los ¨¢nimos se dispararon y La Victoria de Ja¨¦n salt¨® por los aires. La explosi¨®n de j¨²bilo y rabia contenida durante toda una temporada sirvi¨® para hacer olvidar los intensos 90 minutos en los que el Betis se jug¨® su futuro y la ilusi¨®n de una hinchada a la que debe gran parte del ¨¦xito conseguido.

Algo que ayer el equipo devolvi¨® sobre el c¨¦sped. Por una vez, el Betis demostr¨® desde el inicio que estaba decidido, que no se dejar¨ªa abrumar por el nerviosismo que tantos sinsabores ha causado durante el curso y que, en esa vestusta y precaria parcela del infierno en la que le toc¨® jugarse el todo o nada, no cab¨ªa otra que el triunfo que daba el ascenso. Supo el Betis sobreponerse al calor, a la presi¨®n y, sobre todo, a un rival tan rocoso y efectivo en casa como el Ja¨¦n, que en nada facilit¨® su empresa.

Prueba de esa declaraci¨®n de intenciones fue el tempranero gol con el que Casas reivindic¨® la rentabilidad de su contrataci¨®n. Un gol que espole¨® a sus ya de por s¨ª supermotivados compa?eros y rest¨® empuje a los no menos superincentivados rivales. Aguant¨® el Betis el tipo m¨¢s de 20 minutos, en los que Amato y Casas pudieron zanjar la contienda, mientras que el Ja¨¦n asist¨ªa, inexplicablemente, como convidado de piedra. Situaci¨®n que cambi¨® en cuanto el equipo de Del Sol acus¨® su esfuerzo y el Ja¨¦n, a base de orden y dominio del centro del campo, se ech¨® en tromba sobre el ¨¢rea de Prats. Filipescu, Belenguer y un acertad¨ªsimo Luis Fern¨¢ndez evitaron que Jurado y Sierra sacaran provecho del mal momento que atraviesa Prats, quien con sus precipitaciones y errores casi acaba con m¨¢s de uno de los cerca de 4.000 seguidores verdiblancos desplazados a Ja¨¦n.

Con ellos y con su presidente, Manuel Ruiz de Lopera, quien, p¨¢lido y tenso al extremo, no dej¨® de manosear las estampas de la Macarena y del Gran Poder que guarda en su bolsillo y que al final pag¨® con una lipotimia y un desvanecimiento la tensi¨®n acumulada durante las ¨²ltimas semanas. Como Lopera, m¨¢s de uno sinti¨® c¨®mo el pulso se le disparaba y le temblaban las canillas al saberse de nuevo en Primera.