Renovaci¨®n

Beneroso y Benjumea no pasar¨¢n a la historia como quienes promovieron la fusi¨®n de las cajas sevillanas, San Fernando y El Monte. Se les recordar¨¢ por su pulso a la autoridad econ¨®mica de Andaluc¨ªa y su enfrentamiento frontal a una ley aprobada por el Parlamento andaluz. Triste final de una historia que nunca debi¨® producirse. Se empecinaron en el incumplimiento de la ley, apoyados por una serie de ac¨®litos con intereses no declarados, y forzando la situaci¨®n a tal extremo que nadie sabe qu¨¦ suceder¨¢ en estas dos cajas.

Benjumea lleg¨® a utilizar, en beneficio propio, el voto de calidad como presidente para oponerse al requerimiento formal de la autoridad econ¨®mica de la Junta que le obligaba al cumplimiento de la ley de Cajas. Beneroso y Benjumea encontraron en su larga y tormentosa batalla apoyos interesados, dentro y fuera de las cajas, que dejan en entredicho algo muy simple: la ley hay que cumplirla. Supongo que los l¨ªderes m¨¢ximos del PP en Andaluc¨ªa, Javier Arenas, Te¨®fila Mart¨ªnez y Antonio Sanz, por este orden, tendr¨¢n que explicar alg¨²n d¨ªa a los andaluces por qu¨¦ apoyaron y dieron alas a la insumisi¨®n. Y tambi¨¦n los andalucistas, los empresarios y los sindicatos.

Tampoco se entiende que el PSOE haya promovido la suspensi¨®n cautelar de militancia de Benjumea y Beneroso, cuando realmente lo que se debe aplicar es una sanci¨®n administrativa, contemplada en la ley, y nunca una sanci¨®n pol¨ªtica que parece una vendetta. No se puede hacer m¨¢rtires innecesariamente, aunque sean de pacotilla.

Torpezas aparte, hay que mirar al futuro. Se ha impedido la fusi¨®n por incumplimiento de la ley. Toca ahora andar un camino marcado por el respeto total a la ley, paso previo para conseguir una gran caja ¨²nica andaluza. Todo lo dem¨¢s ser¨¢ reabrir heridas. Andaluc¨ªa necesita fortalecer su sistema financiero y no volver a dar el triste espect¨¢culo que hemos vivido.

El presidente de la Junta tiene la obligaci¨®n de fajarse con el problema, buscar consensos dentro y fuera de su propio Gobierno, en los partidos y entre las fuerzas sociales y econ¨®micas de la comunidad. No hay m¨¢s futuro que una caja ¨²nica, pero para llegar a ella hay que enterrar demasiados fantasmas. Los que han aparecido en esta larga batalla y los que est¨¢n por aparecer.