Conmociones de fin de curso

Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar se enfrenta a uno de los momentos m¨¢s tensos de su presidencia: decidir si mantiene o no en su cargo al ministro de Asuntos Exteriores, Josep Piqu¨¦, imputado por la fiscal¨ªa en tres posibles delitos cometidos durante su gesti¨®n al frente de una empresa llamada Ercros.

La situaci¨®n es especialmente dif¨ªcil porque se produce pocos d¨ªas antes del debate sobre el estado de la naci¨®n, porque Josep Piqu¨¦ ha desarrollado una intensa relaci¨®n personal con el presidente del Gobierno y porque cualquiera de las decisiones que adopte Aznar tendr¨¢ un elevado coste pol¨ªtico. Personas cercanas al presidente admiten que estos d¨ªas se muestra 'conmocionado' y m¨¢s irritado que nunca, aunque niegan que se deba al caso Piqu¨¦ y lo atribuyan al cansancio del 'fin de curso' y a la impresi¨®n, que le persigue desde fines de a?o, de que esta legislatura —la primera en la que cuenta con mayor¨ªa absoluta—, est¨¢ resultando 'inesperadamente complicada'.

El presidente se enfrenta, adem¨¢s, a an¨¢lisis diferentes. Algunas de las personas que le han dado su parecer sobre el caso —muy pocas, porque s¨®lo lo ha solicitado a un pu?ado de pr¨®ximos, incluidos el secretario general del partido, Javier Arenas, al ministro de la presidencia, Juan Jos¨¦ Lucas, y al titular de Justicia, ?ngel Acebes, y porque ninguno de sus allegados se arriesga a dar opiniones no requeridas— creen que es posible mantener, y desarrollar, una t¨¢ctica de espera, mientras sigue adelante el proceso judicial.

Otros medios opinan, por el contrario, que el tiempo s¨®lo contribuir¨¢ a dificultar una salida airosa y que hay que dar prioridad a la defensa de la imagen del propio Aznar y de su Gobierno en general, por encima de otras consideraciones. Adem¨¢s, estiman que Pique tiene m¨¢s posibilidades de salvar su carrera pol¨ªtica como cabeza visible del PP en Catalu?a si dimite cuanto antes.

La decisi¨®n de sustituir a un ministro de Asuntos Exteriores a mitad del recorrido es siempre una decisi¨®n comprometida para un jefe de Gobierno.

En este caso, es m¨¢s complicada a¨²n por las caracter¨ªsticas del trabajo desarrollado por Piqu¨¦, mano a mano directamente con el presidente Aznar y sin ning¨²n n¨²mero dos que conozca los temas que est¨¢n en la agenda. El ministro de Asuntos Exteriores se ha caracterizado hasta ahora por huir de las tareas 'de despacho' y llevar a cabo su trabajo de una forma peculiar, muy personalizada.

El hecho de que Espa?a se haga cargo de la presidencia de la Uni¨®n Europea dentro de seis meses, el 1 de enero de 2002, complicar¨ªa las cosas, porque el actual secretario de Estado encargado de temas europeos, Ram¨®n de Miguel, conoce perfectamente los distintos dossieres y es capaz de hacerse cargo de ellos, pero no mantiene una relaci¨®n personal con el presidente del Gobierno ni ha gozado hasta ahora de su trato. Tampoco est¨¢ al tanto de otros aspectos de la pol¨ªtica exterior espa?ola, como los contactos en Oriente Pr¨®ximo.

'Nadie es imprescindible', asegura un destacado miembro del PP, quien explica que el partido 'asumir¨¢ sin problemas' la decisi¨®n que adopte Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar, sea cual fuere. Piqu¨¦ no cuenta con grandes apoyos dentro de la estructura cl¨¢sica del Partido Popular, y su nombramiento como titular de Exteriores se interpret¨® como una de las decisiones m¨¢s personales de Aznar, junto con el de P¨ªo Cabanillas, como ministro portavoz, otra persona que tampoco contaba (y sigue sin contar) con el apoyo de la burocracia popular. El nombre de Cabanillas, junto con los de Rodrigo Rato (al que siempre interes¨® la pol¨ªtica exterior y que tiene la ventaja de no provocar grandes cataclismos en el Gabinete), el propio De Miguel y Loyola de Palacio, son precisamente los que m¨¢s se comentan en los pasillos de Exteriores.