Los desesperados de Sabra y Chatila
M¨¢s de 11.000 palestinos viven a¨²n en el campo de refugiados de Beirut donde se produjo la matanza de 1982
M¨¢s de 11.000 palestinos viven en los campos de refugiados de Sabra y Chatila, entre los m¨¢s deprimidos de L¨ªbano. Se trata en su mayor¨ªa de supervivientes de la matanza de 1982 que llev¨® a cabo la milicia falangista libanesa, con el apoyo y la aquiescencia de las tropas israel¨ªes, capitaneadas por el entonces ministro de Defensa y actual primer ministro de Israel, general Ariel Sharon. El caso est¨¢ siendo investigado por un tribunal de Bruselas donde esta semana se han presentado dos querellas por supuestos cr¨ªmenes contra la humanidad.
Las desgracias no han conseguido extirpar de Beirut a los refugiados de Sabra y Chatila. El enclave, edificado en 1949, junto a uno de los barrios musulmanes de la capital, no ha dejado ni un solo instante de crecer, para convertirse en estos ¨²ltimos a?os en un pozo profundo de miserias, donde se acumulan todos los desesperados de la capital libanesa.
Las dirigentes del campo propugnan la lucha armada. Aqu¨ª no hay proceso de paz.
'Sabra y Chatila han dejado de ser refugio exclusivo de los palestinos. S¨®lo somos la mitad de su poblaci¨®n. Desde hace un tiempo el enclave da cobijo a otros indigentes venidos de diversos puntos de la ciudad, a los que se han sumado emigrantes sirios, trabajadores egipcios, clandestinos kurdos y una exigua minoria gitana', asegura Kasem Aina, de 54 a?os, responsable de una de las organizaciones no gubernamentales m¨¢s importantes de la zona, Beit Atfal Asomud, cuyo principal objetivo es ayudar a los casi 373.000 refugiados palestinos que se encuentran desde hace 53 a?os en L¨ªbano.
Las estrictas medidas pol¨ªticas adoptadas desde hace a?os por el Gobierno liban¨¦s contra los palestinos, que tienen vetadas 27 actividades profesionales, ha impedido a estos refugiados del campo de Chatila -Sabra es de hecho un barrio de la ciudad- romper el cintur¨®n territorial que les separa del resto de la capital libanesa. Encajonados en un territorio de apenas un kil¨®metro cuadrado, el asentamiento ha ido creciendo hacia arriba, convirtiendo las peque?as casas unifamilares en aprendices de rascacielos.
'La situaci¨®n urban¨ªstica es peligrosa. Los due?os de las casas venden sus terrazas para que se construyan en ellas nuevas viviendas. El proceso es imparable y alarmante; siempre hay un tejado por edificar. Nadie tiene en cuenta que los cimientos son d¨¦biles y que en cualquier momento se puede venir todo abajo. Nadie lo controla', a?ade Aina, al tiempo que inicia un largo memorial de calamidades y de carencias, en el que se encuentran la falta de vivienda, la ausencia de servicios, el racionamiento de agua, electricidad, la inexistencia de alcantarillado y sobre todo el paro. Sin olvidar los problemas sanitarios.
Este territorio, administrado oficialmente por la UNRWA (la agencia de la ONU para los refugiados palestinos), est¨¢ de hecho controlado por un comit¨¦ popular del que forman parte la mayor¨ªa de las facciones pol¨ªticas y militares palestinas. El comit¨¦ esta liderado por las organizaciones m¨¢s radicales, que han conseguido colocar en minor¨ªa a Al Fatah, de Yasir Arafat, y que propugnan como ¨²nica soluci¨®n para volver a su tierra la lucha armada. Aqu¨ª no hay proceso de paz.
La desesperanza de los refugiados de Sabra y Chatila se ha visto en los ¨²ltimos meses mitigada por dos acontecimientos: el primero, el estallido de la Intifada, con el arrinconamiento consiguiente del proceso de paz, al que siempre han considerado como un sin¨®nimo de verg¨¹enza o trapicheo. El segundo acontecimiento esperanzador es esa doble querella criminal que un numeroso grupo de supervivientes de la matanza de 1982 ha logrado presentar en un tribunal de Bruselas, la capital belga.
'Las acciones penales se dirigen en principio contra el primer ministro Ariel Sharon, ex responsable de las tropas israel¨ªes cuando sus aliados, los falangistas libaneses, llevaron a cabo el exterminio en el que murieron entre 800 y 3.000 civiles. La acci¨®n judicial, sin embargo, trata tambi¨¦n de alcanzar a otros dirigentes libaneses e israel¨ªes implicados igualmente en la matanza', asegura Hasan, uno de los olvidados de Chatila.
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