'Es dif¨ªcil vivir en medio de tanta ausencia'
Esta tarde, el perfume interior de la vieja casona de Ernesto S¨¢bato en el barrio suburbano de Santos Lugares se volver¨¢ espeso con el aroma de los pasteles fritos y el chocolate caliente que prepara Gladis, la cocinera. Un rito que se repite cada a?o desde que naci¨® en Rojas, provincia de Buenos Aires. Cuando lleguen los amigos, la familia y los nietos, el m¨ªtico escritor, el premio Cervantes, don Ernesto, el autor de El t¨²nel, Sobre h¨¦roes y tumbas o Abbad¨®n el exterminador ser¨¢ sencillamente el ni?o feliz que cumple 90 a?os. La gravedad del tono se adelgazar¨¢ en bromas y juegos con los m¨¢s peque?os, para los que s¨®lo es 'el abuelo'.
Se le ve erguido, f¨ªsicamente impecable despu¨¦s de superar una gripe y una infecci¨®n a causa de un diente que le tuvo a mal traer. Camina, menos, pero anda cada d¨ªa por el barrio y se demora en conversaciones con sus vecinos. Parece, por momentos, como si algo se moviera bajo sus pies.
'Lo m¨¢s importante de la vida ocurre en un instante compartido con un ser querido'
Pregunta por el ladrido de un perro. Se lamenta de que le dejen tanto tiempo solo y vuelve, cada tanto, a compadecerse del perro. No quiere que le saquen m¨¢s fotograf¨ªas, '?para qu¨¦, por favor, si ya tienen tantas?'. Pinta por la ma?ana, duerme la siesta, y por la tarde trabaja en una selecci¨®n de autores para una colecci¨®n de literatura iberoamericana. Una o dos veces al mes va al cine, recibe a los lectores j¨®venes con los que mantiene correspondencia y una vez al mes se presenta en provincias junto al m¨²sico Eduardo Fal¨² con el Romance de la muerte de Juan Lavalle, un poema basado en hechos hist¨®ricos.
Pregunta. ? Cu¨¢les son las escenas de su vida, las cuatro o cinco que le acompa?an todav¨ªa y las tiene muy presentes?
Respuesta. A mi edad, y con lo tumultuosa que ha sido mi vida, casi deber¨ªa hablar de cap¨ªtulos m¨¢s que de escenas. Hoy me recordaba un amigo lo que J¨¹nger dec¨ªa respecto al desarrollo de la vida y c¨®mo uno va dejando atr¨¢s la infancia, se hace adulto, llega a viejo y finalmente se convierte en un patriarca. ?No le parece simp¨¢tico eso de patriarca? Pienso que es una manera agradable de decir que soy ahora una especie de fen¨®meno arqueol¨®gico. A lo largo de mi vida pueden verse distintas capas de evoluciones, con sus propias vegetaciones, climas, animales, sacudida a veces por terribles tempestades. Aunque todas ellas atravesadas por una b¨²squeda interminable entre lo diurno y lo nocturno. Y cuando me cuestiono si merezco el afecto que recibo de la gente habiendo tenido una vida tan contradictoria, pienso que mi experiencia puede servir a los que se plantean interrogantes similares. Porque aquel que busca algo con pasi¨®n, conoce y comprende, adem¨¢s, la b¨²squeda de los otros. Es como dec¨ªa Kierkegaard: 'Ahondar en el propio coraz¨®n es ahondar en el coraz¨®n de todos los seres humanos'.
P. Podr¨ªamos precisar algunos recuerdos de esa larga traves¨ªa.
R. Los que m¨¢s vuelven son aquellos en que las grandes decisiones iban tomando forma en mi esp¨ªritu en medio de crisis existenciales muy fuertes. Cuando todos consideraban que era un acto de locura abandonar un lugar de prestigio en la ciencia para dedicarme a la literatura, por ejemplo. F¨ªjese que la sensaci¨®n total de vac¨ªo comenc¨¦ a sentirla cuando estaba trabajando en el laboratorio Curie de Par¨ªs, una de las metas m¨¢s altas a la que un cient¨ªfico pod¨ªa aspirar. Pero le aseguro que yo, en mi alma, sent¨ªa un nuevo llamado que no pod¨ªa desobedecer porque hubiera traicionado lo fundamental de un ser humano, que es la fidelidad a su vocaci¨®n. Con todos los riesgos que esto implica. Recuerdo con emoci¨®n, adem¨¢s, los a?os de lucha pol¨ªtica, la comuni¨®n en el peligro, los ideales compartidos. Ahora, en la proximidad de la muerte, todo eso vuelve, todo lo que a lo largo de los a?os ha moldeado mi esp¨ªritu, desgarr¨¢ndolo, pero que le ha dado sentido a mi pasi¨®n y a mis b¨²squedas.
P. ?Con qu¨¦ compa?eros de ruta le gustar¨ªa conversar en esta tarde de domingo?
R. S¨¦ que me he convertido en una especie de sobreviviente. A veces veo viejas fotos y pienso qu¨¦ ha sido de todo esto, cu¨¢ntas cosas pasaron, qu¨¦ dif¨ªcil vivir en medio de tanta ausencia. Pero de alg¨²n modo siento que todos ellos me acompa?an, porque los encuentros fundamentales dejan una huella imborrable en nuestro esp¨ªritu, se incorporan a nuestra personalidad y ya no nos abandonan. Desde luego a veces extra?o a algunos amigos en particular, incluso a personas de las que no tengo presente el nombre, pero que est¨¢n ah¨ª, junto al recuerdo de quienes nos han fortalecido el alma. No pienso de qu¨¦ podr¨ªamos hablar, porque se sabe que lo m¨¢s importante en la vida ocurre en una tarde que pasamos acompa?ados por un ser querido, un silencio compartido, una caminata en el laberinto de una gran ciudad, una m¨²sica que escuch¨¢ramos juntos. Extra?o cosas m¨¢s modestas, un cierto gesto, un brillo en la mirada, determinada manera de estar junto al otro y escucharlo. Y, claro, vuelve siempre el recuerdo de mi hijo muerto, ante una tragedia as¨ª siempre est¨¢ la nostalgia del abrazo que nos falt¨® dar.
P. S¨¦ que lee los peri¨®dicos, que escucha la radio y se mantiene informado. ?C¨®mo ve este momento tan dif¨ªcil de Argentina? Usted apoy¨® p¨²blicamente a este gobierno y ten¨ªa esperanzas en ¨¦l como la mayor¨ªa.
R. Siento una enorme tristeza ante la tremenda situaci¨®n que atraviesa el pa¨ªs. Hace muchos a?os que vengo advirtiendo las consecuencias de esta pol¨ªtica salvaje signada por la corrupci¨®n y el saqueo del pa¨ªs.
P. ?En qu¨¦ funda todav¨ªa su esperanza, la que transmite a los j¨®venes?
R. Pienso que no se puede postergar la decisi¨®n de comprometernos ante la terrible crisis que atraviesa el mundo. El fundamento de una esperanza surgir¨¢ en medio de ese compromiso. No estamos en condiciones de detenernos y aguardar a que se aclare el horizonte. Todo lo contrario. Tengo la convicci¨®n de que debemos penetrar en la noche y, como centinelas, permanecer en guardia por aquellos que est¨¢n solos y sufren el horror ocasionado por este sistema que es mundial y perverso. Un grito en la mitad de la noche puede bastar para recordarnos que estamos vivos, y que de ninguna manera pensamos entregarnos. Ojal¨¢ pudiera decirle a los j¨®venes: 'No se preocupen, tomen este o tal camino'. Pero mentirles me parece un deshonor y un ego¨ªsmo. Ante todo debemos recuperarnos como raza, como humanidad. Tenemos el deber de resistir, de ser c¨®mplices de la vida aun en su suciedad y su miseria. Nos debemos un gesto absoluto de confianza en la vida y de compromiso con el otro. De esa manera creo que lograremos trazar un puente sobre el abismo. No tenemos tiempo para andar meditando razones cuando es tanto lo perdido. Es una decisi¨®n la que en este momento nos debe abrazar el alma.
P. ?Qu¨¦ elige para leer cuando tiene ganas? ?O prefiere pintar?
R. El problema de la vista me dificulta bastante la lectura. A veces le pido a las personas que a diario me acompa?an, Diego, Elvira, que vuelvan a leerme alg¨²n fragmento de una gran novela, de los grandes rusos, por ejemplo, o algunos versos que est¨¢n marcados entre esos miles de libros. En estos d¨ªas estoy muy interesado con unos libros de autores paraguayos que me recomend¨® el querido Roa Bastos. Cuando vuelvo a ciertos autores que me influenciaron en mi formaci¨®n, sucede algo curioso. Por ejemplo, cuando me leen un fragmento de Los hermanos Karamazov no siento un placer de tipo intelectual, palabra que por otra parte me desagrada bastante. Se produce en m¨ª como una vibraci¨®n f¨ªsica, corporal. Algo que me atraviesa y corre por mi sangre. Pienso que se debe a que la literatura no ha sido para m¨ª una actividad separada de la vida. Los libros que le¨ª, las teor¨ªas que frecuent¨¦ son aquellas que me han guiado en medio de mis crisis existenciales. Y, como los grandes amores, han dejado su huella perdurable en mi esp¨ªritu y sobre mi propia carne. Estoy totalmente de acuerdo con Kafka cuando afirma que s¨®lo deber¨ªa leerse aquello que nos atraviesa el cuerpo como un hacha. Deber¨ªa pensarse en esto ahora que la literatura y el arte en general est¨¢n tan desacralizados. Deber¨ªa pensarse seriamente el valor que tienen en la vida del hombre las grandes narraciones.
P. ?Pasa las ma?anas en el taller?
R. S¨ª, pintar s¨ª es algo que hago a diario. Me salva. Usted ha visto mis cuadros, bueno, basta observarlos para darse cuenta de que si no hubiese expresado todos esos seres, me habr¨ªa vuelto loco. Se preguntar¨¢ c¨®mo despu¨¦s del 'informe sobre ciegos' todav¨ªa quedaba m¨¢s. Y, s¨ª, la verdad es que no soy una persona muy recomendable.
P. ?Se dice eso cada ma?ana al mirarse en el espejo?
R. Espero no aflojar hasta el final y no tengo previsto morirme todav¨ªa. As¨ª es que, bueno, sepan disculparme, pero pienso seguir molestando unos a?os m¨¢s. Seguir¨¦ batallando como siempre, desde mi lugar, como un francotirador. S¨¦ tambi¨¦n que a mi edad cada d¨ªa es un milagro, pero vengo de una familia de raza fuerte, de longevos; tuve un abuelo de 104 a?os. S¨¦ que ser¨ªa c¨®modo desentenderme de lo que est¨¢ pasando, a mi edad no deber¨ªa preocuparme por el futuro. Pero fui criado con una gran severidad por parte de mi padre, que a todos mis hermanos y a m¨ª nos transmiti¨® el sentido del deber, y as¨ª lo he intentado hasta el d¨ªa de hoy. Algunos supondr¨¢n que, por mi manera de ser, propensa a la melancol¨ªa y el pesimismo, estos 90 a?os con los que cargo encima acabar¨¢n por desalentarme; sin embargo, es todo lo contrario.
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