El triunfalismo se evapora

Los que esperaban que el presidente Aznar hiciera una intervenci¨®n arrogante y triunfalista en lo econ¨®mico, se equivocaron. En primer lugar, dedic¨® a la econom¨ªa menos espacio del habitual. Adem¨¢s, las referencias a los ¨¦xitos del pasado se presentaron con bastante modestia. Esta vez no se apropi¨® de la entrada en el euro, sino que dijo que era un logro de todos los espa?oles. Esta idea de que el Gobierno no es el ¨²nico responsable de todo lo que sucede, la us¨® m¨¢s extensamente al comentar la negativa situaci¨®n de la inflaci¨®n: la estabilidad de precios es una obligaci¨®n del BCE y no del Gobierno espa?ol. El aspecto m¨¢s preocupante del discurso del presidente fue la absoluta falta de referencias concretas a pr¨®ximas medidas de liberalizaci¨®n e introducci¨®n de competencia. En el pasado, al menos anunciaba pol¨ªticas aunque luego no las adoptara, o incluso fueran en sentido contrario. Esta vez ni siquiera mencion¨® una sola liberalizaci¨®n de las que, por ejemplo, le acaba de recordar la OCDE.El presidente no cit¨® ninguno de los datos negativos del estado de la econom¨ªa. No mencion¨® que Espa?a lleva ya tres meses en recesi¨®n industrial, ni que el ahorro de las familias ha ca¨ªdo a los niveles m¨¢s bajos de la historia reciente de Espa?a. No habl¨® de la desaceleraci¨®n del empleo, ni de la ca¨ªda espectacular de la inversi¨®n en bienes de equipo. Pero el l¨ªder de la oposici¨®n tampoco mencion¨® nada de esto. Una declaraci¨®n general de que 'hay s¨ªntomas de fatiga econ¨®mica' fue la ¨²nica referencia al cambio que est¨¢ sufriendo la econom¨ªa en este momento. Zapatero construy¨® su discurso en una l¨ªnea de izquierda tradicional: critic¨® el abandono de los servicios p¨²blicos, habl¨® de la necesidad de ayudar a la familia, aumentar el gasto en la educaci¨®n, etc. En las pol¨ªticas propiamente econ¨®micas se centr¨® en criticar el retraso que lleva Espa?a en el desarrollo tecnol¨®gico y la sociedad del conocimiento. Las distintas r¨¦plicas y contra-r¨¦plicas no animaron el escaso debate econ¨®mico. El presidente Aznar no contest¨® al problema de desigualdad social planteado por el l¨ªder de la oposici¨®n, sino que repiti¨® las buenas cifras de empleo del pasado. La ¨²nica r¨¦plica a las propuestas de la oposici¨®n fue la de subrayar que podr¨ªan significar un mayor gasto p¨²blico.

El debate econ¨®mico entre los dos l¨ªderes fue el que corresponde al momento actual. El gobernante sabe mejor que nadie que Espa?a ha ido bien, pero que las cosas empiezan a ir mal. Al presidente no le quedaba m¨¢s remedio que hacer una exposici¨®n poco triunfalista, content¨¢ndose simplemente con ocultar los problemas que han empezado a aparecer. El l¨ªder de la oposici¨®n tampoco se equivoc¨® al no meter el dedo en la llaga porque todos esos problemas est¨¢n solo empezando y solo son obvios para los expertos. Nadie habr¨ªa entendido que el l¨ªder de la oposici¨®n se metiera a analista de coyuntura. Seguramente ambos pol¨ªticos acertaron al hablar poco de econom¨ªa: uno, porque las cosas ya no van tan bien como antes; el otro, porque la gente no lo sabe todav¨ªa.