Privilegios
El Tribunal Supremo ha anulado una sentencia de la Audiencia Provincial de C¨®rdoba. Esta declaraci¨®n no deber¨ªa tener la mayor importancia. Cualquier juez que se precie ha dictado m¨¢s de una sentencia que ha sido declarada nula por un tribunal superior. Sin embargo, en esta ocasi¨®n, la tiene. No porque haya sido dictada por tres magistrados (un magistrado es m¨¢s que un juez), sino por las razones de la nulidad. La sentencia carece de todo razonamimento y hay ausencia de hechos, dice el TS. Pues bien, a pesar de estas ausencias -son m¨¢s que las de Mart¨ªnez al Parlamento-, al acusado le condenaron a cinco a?os de prisi¨®n.
Eso no est¨¢ bien. Menos bien est¨¢ que el TS diga: se?ores, hay que poner otra, pero en la nueva hagan el favor de razonar y decir lo que ha sucedido. Estupendo, la haces, no la pagas y te dan la oportunidad de volver a hacerla. Para entendernos, si es que no est¨¢ claro, un comparativo. Si un trabajador -no es ilustr¨ªsimo- mete la pata en su trabajo, se le despide y los jueces dicen am¨¦n. El sistema judicial, por lo que se ve, es diferente. Los jueces meten la gamba y el cocinero mayor les entrega de nuevo mariscos para que hagan el arroz. Si la cosa es muy gorda se indulta.
Si eres ministro, todav¨ªa mejor. Ah¨ª est¨¢ Piqu¨¦, arropado por el fiscal Cardenal, su grupo pol¨ªtico y con entrevista en televisi¨®n. El fiscal no quiere imputarle. Su grupo pol¨ªtico abandona sus anteriores declaraciones sobre responsabilidades pol¨ªticas y penales y el ministro sale en televisi¨®n para contarnos, y que nos lo creamos, lo mal que lo pas¨® cuando no pudo pagar la n¨®mina de los trabajadores de Ercros. Si el ministro es de Agricultura, las vacas se vuelven traviesas y los cerdos con peste, puede que termine en otro programa y nos explique que hay que rezar m¨¢s a San Ant¨®n.
En fin, m¨¢s de lo mismo: irresponsabilidad en los actos judiciales, pol¨ªticos y de gobierno.
Tal vez por ¨¦stas y muchas m¨¢s razones haya echado de menos en los recientes debates una apuesta de todos los grupos pol¨ªticos para exigir responsabilidad, sin ampararse en trabas, en corporativismos o en afinidades pol¨ªticas que disfracen, o impidan, algo tan sencillo como que cada persona sea responsable de sus actos. Sin privilegios.
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