Las guerras de un caudillo nacionalista
Durante la d¨¦cada de los noventa Milosevic provoc¨® cuatro enfrentamientos con 250.000 muertos
'Nadie tiene el derecho de golpear a este pueblo. Nadie os volver¨¢ a golpear'. Con estas palabras, pronunciadas ante una multitud enfurecida una tarde de abril de 1987 en Kosovo, un oscuro pol¨ªtico serbio, Slobodan Milosevic, descubri¨® el inmenso poder del nacionalismo y arranc¨® la que acabar¨ªa por convertirse en la mayor tragedia vivida en Europa en la segunda mitad del siglo XX. Aquel pol¨ªtico comunista no tardar¨ªa en cambiar su credo marxista por el nacionalismo y en hacerse con el poder en Serbia, a cuya presidencia lleg¨® en 1989.
Yugoslavia viv¨ªa un momento delicado: Tito hab¨ªa muerto hac¨ªa ya diez a?os, el comunismo hab¨ªa ca¨ªdo en Europa, la situaci¨®n econ¨®mica era desastrosa. Y, desde luego, un pa¨ªs formado por seis rep¨²blicas (Serbia, Croacia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro, Macedonia y Eslovenia), dos regiones aut¨®nomas (Kosovo y Voivodina), con 18 identidades nacionales diferentes, lo ¨²ltimo que necesitaba eran caudillos nacionalistas como Milosevic o el que acabar¨ªa por convertirse en primer presidente de la Croacia independiente, Franjo Tudjman. La mezcla de nacionalismo desatado y de ineptitud occidental se sald¨® con cuatro guerras (cinco, si se cuenta lo que ocurre en Macedonia), 250.000 muertos, tres millones de refugiados y un recuento de horrores sin fin (fusilamientos masivos, violaciones como arma de guerra, bombardeos de civiles, asedios medievales).
'En Occidente se ha asentado una visi¨®n que cree que las guerras de la ex Yugoslavia fueron provocadas por el resugirmiento de odios ¨¦tnicos. Pero esta aproximaci¨®n es falsa porque olvida el papel de los pol¨ªticos e ignora que las guerras fueron provocadas por ellos y no por los pueblos', ha dicho el balcan¨®logo brit¨¢nico Noel Malcolm.
Desde el poder, Milosevic se dedic¨® a crear un discurso nacionalista que mezclaba la derrota de los serbios ante los turcos en la batalla de Kosovo el 28 de junio de 1389 y los sufrimientos de este pueblo en la II Guerra Mundial como si hubiesen ocurrido en el mismo plano hist¨®rico. El nacionalismo serbio se agarr¨® a una idea b¨¢sica: si Yugoslavia desaparec¨ªa, todos los serbios deber¨ªan vivir en un mismo Estado. El nacionalismo se divulg¨® en los medios de comunicaci¨®n, sobre los que el ex embajador estadounidense Warren Zimmermann dijo: 'Era como si la prensa y la televisi¨®n del Viejo Sur hubiesen estado en manos del Ku Klux Klan'.
Limpieza ¨¦tnica Cuando Eslovenia declar¨® su independencia, en junio de l991, estall¨® una breve guerra. Pero la intervenci¨®n del Ej¨¦rcito federal yugoslavo y de los paramilitares en las zonas de Croacia (1991-1992) donde habitaban serbios fue brutal. Y luego lleg¨® la guerra de Bosnia (1992-1995), con un 40% de musulmanes, donde, para crear zonas ¨¦tnicamente homog¨¦neas, serbios y croatas expulsaban o mataban a todos los musulmanes del lugar.
Tras a?os de balbuceos, Occidente decidi¨® tomarse la guerra en serio despu¨¦s de que m¨¢s de 7.000 civiles fuesen asesinados a sangre fr¨ªa tras la toma de Srebenica por las tropas dirigidas por el general Mladic y Radovan Karadzic, ante las narices de los cascos azules de la ONU. Una intensa mediaci¨®n estadounidense, apoyada con bombardeos contra los serbobosnios -los primeros que realiz¨® la OTAN en su historia-, acab¨® con la firma del acuerdo de paz de Dayton en noviembre de 1995.
Cuando, en 1995, los serbios que viv¨ªan en las zonas de Croacia que se hab¨ªan declarado independientes fueron expulsados en masa durante su reconquista por el Ej¨¦rcito croata -realizada con el visto bueno de Occidente- qued¨® claro lo poco que su pueblo le importaba a Milosevic: aquellos cientos de miles de refugiados siguen viviendo en condiciones lamentables en Serbia. Pero la tragedia balc¨¢nica continu¨® en Kosovo: tres meses de bombardeos de la OTAN lograron frenar la violencia contra los albaneses; pero el protectorado occidental que gobierna la provincia no ha evitado que los radicales albaneses del Ej¨¦rcito de Liberaci¨®n Nacional (ELN) campen a sus anchas y asesinen a serbios pr¨¢cticamente todos los d¨ªas.
Tambi¨¦n gobernada por la comunidad internacional, Bosnia sigue caminando sobre el filo de la navaja, dividida en dos entidades -Federaci¨®n Croato-musulmana y Rep¨²blica Serbia- que viven de espaldas sin que se haya producido el anunciado retorno de los millones de expulsados. Tras la muerte de Tudjman y la victoria de partidos no nacionalistas, Croacia vuelve a la normalidad, aunque aqu¨ª tampoco han vuelto los que se tuvieron que ir por la fuerza (seg¨²n la ONU, en 1991 los serbios representaban el 10% de la poblaci¨®n, ahora son el 5%).
S¨®lo en mayo de 1999, La Haya decidi¨® inculpar a Milosevic por cr¨ªmenes contra la humanidad. Las fosas comunes, la destrucci¨®n, la lamentable situaci¨®n en la que viven los serbios, que despiertan de la pesadilla nacionalista en un pa¨ªs que se llama Yugoslavia, pero que s¨®lo tiene ya dos rep¨²blicas y mal avenidas, la violencia en Kosovo y en Macedonia, demuestran que haber intentado negociar la paz durante diez a?os con un caudillo nacionalista que bas¨® todo su poder en la guerra no fue una buena idea.
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