Banderita, t¨² eres roja
Pocos conceptos tan confusos como el de nacionalismo, que sirve para identificar sentimientos de adhesi¨®n tan diversos como el de un americano, un suizo, un franc¨¦s, un alem¨¢n, un batasuno o un franquista. Todos ellos, a su modo, son nacionalistas. La clave, por supuesto, est¨¢ en que lo son 'a su modo', y si no discriminamos, todos los gatos son pardos.
Hay quien dice que por confundir el nacionalismo del PNV con el de HB cosechamos el fracaso del 13 de mayo, y es bastante cierto. No lo es menos que por confundir el nacionalismo del PNV con el de CIU bastantes catalanes andan muy despistados con lo que ocurre en Euskadi. Pero confundir esos dos nacionalismos con un supuesto nacionalismo espa?ol nos hace cambiar de verbo: ya no se trata de demonizar nacionalismos sino simplemente de inventarlos.
El general Franco consigui¨® lo contrario de lo que pretend¨ªa, y con el agua sucia de la dictadura arrojamos a la basura todos los s¨ªmbolos nacionales de los que se hab¨ªa apropiado: la Raza, la Unidad, la Capital, el Imperio, y casi la bandera. Y menos mal que el himno espa?ol no tiene letra. Desde entonces el nacionalismo espa?ol tiene, como la Comunidad de Madrid, un s¨®lo hecho diferencial: carece de hecho diferencial alguno.
Porque los nacionalismos de verdad, s¨ª tienen hechos diferenciales. As¨ª, suelen apoyarse en una idea de raza o 'comunidad', asentada en el Rh o en una 'cultura nacional', pero a estas alturas el ¨²nico que sigue hablando de una 'civilizaci¨®n hispana' es Huntington o alg¨²n hispanista trasnochado. O intentan imponer su lengua, actividad que se ejercita con fruicci¨®n del Ebro hacia el norte pero que encuentra pocos defensores m¨¢s al sur; bastante tenemos con defender el derecho de los hispanohablantes de esas regiones a que, por ejemplo, les den los ex¨¢menes de selectividad en su lengua. Los nacionalismos suelen tener reivindicaciones territoriales expansivas, ya sean de Navarra, Trevi?o u otros territorios, mientras los espa?oles est¨¢n m¨¢s que satisfechos con no perder los que tienen. Los nacionalistas reclaman competencias, transferencias y poderes, mientras los dem¨¢s cedemos competencias, transferencias y poderes hasta hacer del Estado espa?ol quiz¨¢s el m¨¢s descentralizado del mundo. Los nacionalistas exhiben sus s¨ªmbolos y banderas una y otra y otra vez mientras los espa?oles hemos aceptado que la nuestra, por ejemplo, no puede exhibirse pasado Pancorbo, para no molestar ?Qu¨¦ dir¨ªan esos nacionalistas si el Gobierno impusiera en las escuelas el himno espa?ol, como ha hecho CIU con Els Segadors? ?Y si se bailara una malague?a antes de todo acto oficial como hacen en Euskadi con los danzantes? ?Y si el PP identificara a Espa?a toda con su partido, como ellos han identificado la parte-PNV o la parte-CIU con la totalidad Vasca o Catalana, hasta el punto de hacer casi imposible la alternancia pol¨ªtica en esos territorios (y vaya problema en el que se han metido)?.
Por favor, seamos serios. Los nacionalistas catalanes o vascos pidieron hace a?os respeto a su diversidad, y se les dio sinceramente, en la Constituci¨®n y en la calle, de modo que Espa?a es hoy uno de los pocos Estados de la Uni¨®n Europea ampliamente plurinacional y pluriling¨¹¨ªstico. Pero cuando les pedimos a ellos su respeto a nuestra diversidad entonces lo dan a rega?adientes (o en absoluto), y encima nos ri?en por ser nacionalistas. Demasiado.
Pero es m¨¢s, es que incluso si fu¨¦ramos lo que dicen que somos, pero no somos, ?por qu¨¦ ellos s¨ª pueden serlo y nosotros no? ?Qu¨¦ gracia divina les hace diferentes o mejores tal que su nacionalismo exige y merece todo nuestro respeto, faltar¨ªa m¨¢s, pero el espa?ol s¨®lo merecer¨ªa menosprecio inmediato? ?Por qu¨¦ ellos pueden construir la naci¨®n catalana o vasca y otros no la espa?ola? Por favor, mediten sobre ello. Mala cosa es que el nacionalismo catal¨¢n, impecablemente democr¨¢tico, se identifique con la deriva identitaria del PNV. Pero peor cosa a¨²n es confundir la defensa del derecho a la vida, a la libertad y a la propiedad, que es lo que est¨¢ en juego en Euskadi desde el fin de la tregua, con un supuesto nacionalismo espa?ol. Todo esto es llamar al lobo; al final acaba apareciendo.
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