A media luz
Aunque nunca seremos -los datos sobre nuestro paup¨¦rrimo esfuerzo en investigaci¨®n y desarrollo tecnol¨®gico son concluyentes- la so?ada California de Europa, California se nos cuela ahora subrepticiamente bajo la forma del temor generalizado al blackout, al apag¨®n. No le faltaba raz¨®n a M. A. Fern¨¢ndez Ord¨®?ez al se?alar que sin embargo, y a nivel global espa?ol, s¨®lo nos parecemos en el miedo. Los s¨ªntomas pueden parecer id¨¦nticos, la etiolog¨ªa es diferente. En California llevan m¨¢s de diez a?os sin construir ni una sola planta generadora a pesar de sus problemas energ¨¦ticos. Como gr¨¢ficamente indicaba el secretario de Energ¨ªa estadounidense, Spencer Abraham, 'los americanos adoran la energ¨ªa pero odian la producci¨®n de energ¨ªa'. Tampoco nos gusta mucho a nosotros, m¨¢s bien nada, la central nuclear de Cofrentes aunque, parad¨®jicamente, es Cofrentes quien nos garantiza el 77,75% de nuestra producci¨®n, pese a lo cual importamos de otras comunidades casi el 40% de nuestra demanda total. Luego nosotros, m¨¢s a¨²n que los californianos, s¨ª somos altamente deficitarios en cuanto a la generaci¨®n de energ¨ªa pero, dada la integraci¨®n del sistema el¨¦ctrico espa?ol, esto no deber¨ªa afectar en nada a la calidad y continuidad de nuestro consumo el¨¦ctrico.
En efecto, el principal problema de California -vuelvo a las palabras de mister Abraham- 'es simplemente la incapacidad para llevar energ¨ªa desde el sur del pa¨ªs, donde tienen excedente, hacia el norte deficitario' Problema general en los EE UU hasta el punto que la principal meta del Departamento de Energ¨ªa es introducir los cambios legislativos necesarios para crear 'un verdadero sistema de conexi¨®n el¨¦ctrica interestatal, una superautopista para la electricidad'. Aqu¨ª se separan n¨ªtidamente nuestros problemas y los suyos porque esta interconexi¨®n de nuestro sistema el¨¦ctrico existe en Espa?a desde que un gobierno socialista cre¨®, en 1985, la empresa p¨²blica Red El¨¦ctrica de Espa?a, imprudente y temerariamente privatizada por un gobierno popular, en su marea seudoliberalizadora y desreguladora, que es una de las causas de los males que padecemos.
Veamos unas cuantas cifras, las imprescindibles, para comprobar que ¨¦ste es un camino que se inicia a los pocos meses de que Aznar llegue a la Moncloa, cuando el inefable Piqu¨¦, a la saz¨®n ministro de Industria, firma el 11 de diciembre de 1996 con Iberdrola, Unesa, Endesa, Fenosa y las extintas Fuerzas El¨¦ctricas de Catalu?a y Compa?¨ªa Sevillana de Electricidad el llamado Protocolo para el establecimiento de una nueva regulaci¨®n del sistema el¨¦ctrico nacional. Un sistema que hoy por hoy es casi autosuficiente en generaci¨®n de energ¨ªa -nuestras importaciones son insignificantes- en relaci¨®n con la demanda actual. ?Cu¨¢l es entonces nuestro problema? Obviamente, el transporte y la distribuci¨®n hasta los puntos de consumo, para lo cual es preciso construir nuevas l¨ªneas y subestaciones transformadoras.
Pero resulta que en los cinco a?os de gobierno de Aznar, desde 1996 al 2000 -y aviso que utilizo cifras de la propia Red El¨¦ctrica Espa?ola SA- los kil¨®metros de l¨ªnea a 400 kV han crecido al tremendo ritmo medio anual del 1,34%, con cero absoluto en el bienio 1998-99. De inversiones en mejoras y renovaci¨®n de la red ya instalada ni hablamos. La extensi¨®n de las l¨ªneas a 220 kV, para el mismo periodo, aumenta vertiginosamente a un media del 0,18% anual, con crecimiento cero asimismo en los a?os 1998, 1999 y 2000 y la capacidad de transformaci¨®n se ha visto incrementada a una media del 1,8%, siendo nulo el aumento en los a?os 1997-98. Solamente en el a?o 2000 el crecimiento medio de la demanda espa?ola fue del 6,25%. Huelgan los comentarios y s¨®lo caben improperios y diatribas sobre la falta de previsi¨®n, la desidia y la incapacidad de un gobierno sometido a los intereses de los grandes operadores, a los que encima intenta regalarles un bill¨®n y medio de pesetas en concepto de unos presuntos costes de transici¨®n a la competencia, sin fijarles unos m¨ªnimos est¨¢ndares de calidad y garant¨ªa en el suministro.
Y encima Rato -uno de los grandes culpables- culpa del problema a las autonom¨ªas y las autonom¨ªas culpan a los ayuntamientos. Los alcaldes, que yo sepa, todav¨ªa no han culpado al p¨¢rroco o al pregonero del lugar sino que, razonablemente, exigen que las l¨ªneas se construyan con el m¨ªnimo impacto mediambiental y paisaj¨ªstico, preferiblemente enterradas, y sin riesgo de radiaci¨®n para los n¨²cleos poblados.
La situaci¨®n pinta mal y los avisos (?amenazas?) de los ejecutivos el¨¦ctricos hay que entenderlos como un arma m¨¢s de su lucha con el Gobierno en demanda de menos regulaci¨®n (?a¨²n menos!) y previsibles aumentos de tarifas. Si adem¨¢s logran, siguiendo la l¨ªnea de moda en USA, romper la moratoria nuclear -hay que agradecer la sinceridad de Alfonso Cortina al respecto- pues mejor para sus intereses, que ser¨¢n leg¨ªtimos en una econom¨ªa de mercado pero no son los intereses generales por los que deben de velar los poderes p¨²blicos frente a los monopolios. Unos poderes que mientras en Baleares sancionan a la compa?¨ªa responsable de los apagones y en Catalu?a preparan decretos reguladores, en nuestro ¨¢mbito auton¨®mico han pasado a la clandestinidad.
Castell¨® que, como la mayor¨ªa de mis lectores ignora, es el consejero responsable de Industria, sigue aquejado de su pertinaz alalia y todav¨ªa no se ha pronunciado al respecto aunque no sabemos si en su mudez influye la gaseosa y, por lo visto, electrificante sombra de Olivas, vicepresidente de la Generalitat. Zaplana, que ha jurado defender nuestro Estatuto de Autonom¨ªa, no parece saber que en su art¨ªculo 31, apartado 16, se recoge como competencia exclusiva de la Generalitat 'las instalaciones de producci¨®n, distribuci¨®n y transporte de energ¨ªa' en territorio de la Comunidad Valenciana. Am¨¦n de que todas las competencias de inspecci¨®n, sanci¨®n, garant¨ªa del servicio p¨²blico y, en general, la polic¨ªa industrial al respecto est¨¢n transferidas a la Generalitat desde 1983. Por lo cual, con su inacci¨®n y su falta de capacidad pol¨ªtica frente a intereses privados, podr¨ªa resultar que el mismo Zaplana, que utiliz¨® a Benidorm como su trampol¨ªn pol¨ªtico, acabase siendo el mayor peligro que se ha cernido sobre este modelo tur¨ªstico -y sobre nuestra costa en general- desde la crisis del agua que sufri¨® Benidorm hace veinte a?os. Y su sucesor en la alcald¨ªa de esta ciudad, Vicente P¨¦rez Devesa, deber¨ªa de embestir menos a Iberdrola -que eso es gratis- y m¨¢s a la Generalitat y a la Moncloa, ¨²ltimos responsables de esta peligrosa situaci¨®n para nuestros intereses tur¨ªsticos y comerciales a la que estamos abocados, por no hablar de los sufridos ciudadanos y sus familias. Que den la cara, pero ya.
Segundo Bru es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Pol¨ªtica y senador socialista por Valencia.
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