Simp¨¢tica adrenalina y agresiva testosterona
El cuerpo del ciclista segrega una enorme cantidad de hormonas durante cada etapa. S¨®lo as¨ª puede hacer frente al estr¨¦s de tan duro ejercicio, que amenaza el equilibrio interno -la llamada homeostasis- de su organismo. Una hormona es una sustancia segregada por unas c¨¦lulas del cuerpo especializadas (que se agrupan formando una gl¨¢ndula), y que viaja a trav¨¦s de la sangre hacia los tejidos donde ejerce sus efectos. A estos tejidos se les denomina tejidos-diana. Por ejemplo, las gl¨¢ndulas suprarrenales situadas encima de los ri?ones producen sus hormonas, como la adrenalina. ?sta viaja por la sangre para hacer diana en numerosos tejidos, como el coraz¨®n o los m¨²sculos.
La adrenalina, que pertenece al llamado sistema simp¨¢tico, es la hormona anti-estr¨¦s por excelencia. Su acci¨®n es tan r¨¢pida como llamativa: en cuesti¨®n de segundos, prepara al organismo para el ejercicio. Activa el coraz¨®n de inmediato: ¨¦ste late m¨¢s r¨¢pido y con m¨¢s fuerza. A la vez, abre los bronquios para que entre m¨¢s aire en los pulmones. Acelera el metabolismo de los hidratos de carbono y de las grasas para que los m¨²sculos obtengan energ¨ªa cu¨¢nto antes. Incluso aumenta la producci¨®n de sudor para eliminar la mayor cantidad posible de calor del organismo. Otra funci¨®n del sistema simp¨¢tico es cerrar los vasos sangu¨ªneos del ciclista. Y no s¨®lo los que irrigan a las v¨ªsceras (intestinos), que al fin y al cabo son secundarios durante el ejercicio. Tambi¨¦n cierra a muchos de los vasos que nutren a los m¨²sculos. Esta aparente paradoja tiene su explicaci¨®n: las piernas de los ciclistas est¨¢n tan vascularizadas gracias a los miles de kil¨®metros de entrenamiento acumulados, que si sus vasos se abriesen todos a la vez en plena etapa podr¨ªan albergar casi el doble de sangre de la que el coraz¨®n es capaz de bombear (unos 35-40 litros por minuto, como mucho). As¨ª que hay que proteger al coraz¨®n como sea y no exigirle m¨¢s de lo que puede dar de s¨ª. Tan importante es el efecto protector del simp¨¢tico que si no fuese por ¨¦l nuestro coraz¨®n dejar¨ªa de latir en pleno ejercicio. En efecto, la enorme cantidad de potasio liberada por los m¨²sculos en ejercicio parar¨ªa a las c¨¦lulas marcapasos del coraz¨®n (de hecho, el potasio es lo que se utiliza en la famosa inyecci¨®n letal con la que se ejecuta a los condenados a muerte).
El cortisol es otra hormona segregada por las gl¨¢ndulas. Su misi¨®n es amplificar los efectos activadores de la adrenalina. Pone tambi¨¦n especial empe?o en que la sangre del ciclista nunca se quede sin glucosa. Nuestro cerebro siempre necesita consumir glucosa, que el h¨ªgado le env¨ªa puntualmente a trav¨¦s de la sangre. En reposo nadie se la quita. Pero en plena etapa al cerebro le salen unos duros competidores, los m¨²sculos de las piernas, ¨¢vidos de consumir glucosa para contraerse con fuerza. As¨ª que el cortisol, al igual que otras dos hormonas (el glucag¨®n liberado por el p¨¢ncreas, y la hormona del crecimiento), intenta que la glucemia (niveles de glucosa en sangre) no descienda. Aunque sea a costa de enga?ar al h¨ªgado, y hacerle fabricar glucosa a partir de las prote¨ªnas (por ejemplo, de las prote¨ªnas musculares). Cuando un ciclista pierde demasiado peso durante el Tour es mala se?al: se est¨¢ consumiendo su masa muscular para que no descienda su glucemia durante las etapas.
Los test¨ªculos del ciclista producen una de las hormonas m¨¢s importantes para el deporte: la testosterona. Al menos si la etapa no es demasiada larga o dura. La presi¨®n del sill¨ªn y del ajustado culotte, adem¨¢s, comprime los test¨ªculos y facilita que expulsen testosterona a los vasos de los genitales. Y de ¨¦stos a los vasos de todo el cuerpo: por ejemplo, a los de los m¨²sculos, donde ejerce un efecto anabolizante, favoreciendo que se recuperen cu¨¢nto antes de los esfuerzos y que tengan m¨¢s fuerza. Adem¨¢s, la testosterona es la hormona de la agresividad. Algo esencial en la alta competici¨®n. Posiblemente el instinto campe¨®n tenga mucho componente testoster¨®nico: esa mirada concentrada y asesina de Hinault en la etapa de Avila, destrozando la Vuelta del 82... O los guantazos que alg¨²n ciclista, todav¨ªa con fuerzas, es capaz de propinar a un despectivo espectador que le increpa en las cunetas de los puertos. A lo largo de una gran vuelta, sin embargo, el cuerpo del ciclista se va desgastando gradualmente: ya no le quedan energ¨ªas para mantener todos los sistemas hormonales. Y si ha de elegir, prefiere que sean sus gl¨¢ndulas suprarrenales las que sigan respondiendo. Aunque sea a costa de sacrificar temporalmente la testosterona y el instinto competitivo.
Posiblemente cada una de las decenas de hormonas que tienen el cuerpo tengan alguna misi¨®n en las etapas. S¨®lo hay una hormona que deja de actuar durante el ejercicio: la insulina liberada por el p¨¢ncreas. Su misi¨®n, en cambio, es fundamental en la recuperaci¨®n del ciclista despu¨¦s de las etapas, pues favorece que sus m¨²sculos rellenen sus dep¨®sitos energ¨¦ticos. Es la hormona que se libera despu¨¦s de la merienda y de la cena. La hormona del bienestar. Aunque pocos, tambi¨¦n hay momentos de bienestar durante el Tour para el maltrecho cuerpo del ciclista.
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