Dise?o
Un d¨ªa las botas de los beatnicks se echaron al camino. No ten¨ªan un destino determinado. Por eso los beatnicks se extinguieron y sus botas siguieron caminando solas. Nadie sabe en qu¨¦ punto del horizonte se encuentran. A continuaci¨®n los hippies juntaron la dulzura de la marihuana con el hedor a cuerpo que todav¨ªa permanece en el aire. La est¨¦tica establece un campo magn¨¦tico por donde se expande cualquier ideolog¨ªa, de modo que un proyecto pol¨ªtico o un estilo de vida no puede imponerse sin la previa fascinaci¨®n. Hubo un tiempo en que los rojos parec¨ªan guapos y nadie era moderno si no iba un poco sucio e incluso se cotizaban mucho los harapos de soldado desertor. ?Qu¨¦ ha sido de aquellas chicas de cara lavada, de aquellos j¨®venes de c¨®rneas de lim¨®n que peregrinaron a la isla de Wight? Bajo las estrellas el sexo agitaba sus sacos de dormir despu¨¦s de cada concierto de rock y all¨ª tambi¨¦n fueron bellos los pantalones de campana con cinchos de grandes hebillas y las patillas de hacha que hoy nos parecen abominables. Cualquier idea que se le ocurriera a un progresista hac¨ªa temblar a los banqueros, pero lentamente el campo magn¨¦tico de la seducci¨®n fue cambiando y agotada toda su carga aquella generaci¨®n cay¨® en la tumba junto con sus guitarras. En seguida comenzaron a ser guapos los yuppies engominados, los tiburones con chaqueta sin hombreras y la perfumada barba de cinco d¨ªas. La est¨¦tica volvi¨® a reconciliarse con el mercado. El dinero se enamor¨® de la belleza. No es nada fr¨ªvolo asimilar los cambios hist¨®ricos, sin excluir el Apocalipsis, a los devaneos de la moda. Si debajo permanece siempre intacta la antigua batalla de la gente sin esperanza contra la ambici¨®n de los tiburones, por encima siempre estar¨¢ el dise?o. Durante unos a?os los tiburones han impuesto su estilo de vida, pero ahora est¨¢ emergiendo una generaci¨®n de j¨®venes marginales o inconformistas, unidos por una difusa c¨®lera internacional. Si se vuelve est¨¦tico citarse por Internet para apedrear a los encorbatados se?ores del Fondo Econ¨®mico Mundial all¨ª donde se re¨²nan, esa rebeli¨®n juvenil podr¨ªa convertirse en una intifada planetaria. En cuanto la seducci¨®n impregne el esp¨ªritu de Seattle volver¨¢ a ser atractivo rebelarse y entonces aparecer¨¢n por el horizonte las viejas botas de los beatnicks que caminaban sin destino, ahora ocupadas por un mill¨®n de j¨®venes armados con una piedra y eso ya no ser¨¢ un concierto de rock, sino una revoluci¨®n.
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