Autodeterminaci¨®n y gobierno
Por primera vez un Gobierno de Euskadi se va a constituir afirmando entre sus compromisos program¨¢ticos 'la necesidad de asumir, defender e incorporar el derecho a reconocer la capacidad de autodeterminaci¨®n del Pueblo Vasco'. A pesar de la constructiva ambig¨¹edad (como dir¨ªa Juan Aranzadi) de la formulaci¨®n, a pesar de la tranquilidad y normalidad democr¨¢tica que destila el conjunto del texto suscrito por PNV y EA (?ser¨¢ finalmente posible un nacionalismo tranquilo?, como dir¨ªa Xabier Aierdi), es m¨¢s que probable que la ciudadan¨ªa se haya quedado con una idea muy simple y bastante inquietante: la VII Legislatura vasca va a ser la legislatura de la autodeterminaci¨®n.
Desde el s¨¢bado, televisiones y radios de ¨¢mbito estatal no han dejado de repetir que la prioridad m¨¢xima del nuevo Gobierno Vasco va a ser la autodeterminaci¨®n y no han sido pocos los pol¨ªticos que se han apresurado a lamentar que los nacionalistas apuesten por el soberanismo y la construcci¨®n nacional en lugar de comprometerse activamente en la defensa de la vida y la libertad de todas las personas. La verdad es que si este columnero hubiese tenido que dar a conocer la noticia del acuerdo suscrito por PNV y EA habr¨ªa destacado otras cuestiones.
Por ejemplo, la referencia que en el texto se hace a su 'inequ¨ªvoca disposici¨®n a movilizar, desde la acci¨®n de Gobierno, todos los medios humanos y materiales necesarios para la defensa de los derechos, las libertades y la seguridad de las personas', desarrollando 'con especial intensidad todas aquellas funciones que le corresponden en materia de seguridad ciudadana a trav¨¦s de la utilizaci¨®n de las herramientas legales que el Estado de Derecho pone a disposici¨®n de los poderes p¨²blicos'. ?No es esto lo que llevan a?os demandando, con raz¨®n muchas veces, sin raz¨®n otras, algunos partidos y asociaciones ciudadanas? O esta otra afirmaci¨®n: 'El Gobierno Vasco dirigir¨¢ su proceder desde el m¨¢ximo respeto a las instituciones y a los marcos jur¨ªdicos establecidos por la voluntad mayoritaria de la sociedad vasca, sin perjuicio de respetar, asimismo, la legitimidad democr¨¢tica de las opciones de cambio, actualizaci¨®n y modificaci¨®n de los mismos'. Pero parece que nada de esto es importante
Ciertamente la cuesti¨®n de la autodeterminaci¨®n -se formule esta como se formule- agita emociones y miedos contrapuestos en la sociedad vasca. Pero tal cosa ocurre no s¨®lo cuando, como estos d¨ªas, se plantea expl¨ªcitamente su debate o su reivindicaci¨®n; tambi¨¦n cuando se hurta tal debate. Cuando los nacionalistas vascos hablan de autodeterminaci¨®n son muchos los no nacionalistas que se ven amenazados por la incertidumbre. No tenerlo en cuenta supone seguir alimentando un fuego que impide consolidar un terreno compartido para la construcci¨®n democr¨¢tica de nuestro pa¨ªs. Pero pretender conjurar esa incertidumbre rechazando cualquier aproximaci¨®n al debate no hace sino alimentar el mismo fuego. Peor a¨²n es considerar que su debate alimenta necesariamente la violencia: ?c¨®mo es posible que quienes esto dicen muestren su satisfacci¨®n cuando Aralar Ildoa reivindica un independentismo sin ETA? El Programa suscrito por PNV y EA plantea la cuesti¨®n de la autodeterminaci¨®n en los t¨¦rminos aprobados en febrero de 1990 por el parlamento Vasco.
Con la que ha ca¨ªdo en los ¨²ltimos tres a?os, no es mala cosa. Por aquellos d¨ªas el nacionalismo vasco despoj¨® a la autodeterminaci¨®n de sus ropajes m¨¢s solemnes, de aquellos que la endiosan y la convierten en absoluto a cuyos pies se construyen pir¨¢mides de sacrificio. Por aquellos d¨ªas la autodeterminaci¨®n se visti¨® de calle y quiso ser proceso antes que acto, continuidad antes que ruptura, encuentro antes que separaci¨®n. ?Qu¨¦ as¨ª y todo se trata de un producto altamente inestable, cuya manipulaci¨®n afecta a los complejos equilibrios que sostienen precariamente la socialidad vasca? Sin duda. De ah¨ª que nada sea m¨¢s necesario que insistir en su desdramatizaci¨®n. Democratizar la autodeterminaci¨®n vasca... No es imposible. El primer paso ya est¨¢ dado: volver a los t¨¦rminos en que se plante¨® en 1990.
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