Testigo Piqu¨¦
El caso Piqu¨¦ sigue abierto. ?sta es la principal consecuencia de la resoluci¨®n tomada por la Junta de Fiscales de Sala despu¨¦s de nueve horas de reuni¨®n. Una resoluci¨®n cuya caracter¨ªstica principal es que no entra en el fondo del asunto. Niega, de momento, al Supremo la competencia sobre el caso porque no considera prudente la imputaci¨®n de Piqu¨¦. Y, sin embargo, pide a la juez de la Audiencia Nacional Teresa Palacios -a la que devuelve el caso- que siga investigando y que llame a declarar como testigos a todo el consejo de administraci¨®n de Ercros, incluido el ministro Piqu¨¦. Aunque aparentemente la posici¨®n que defend¨ªa la imputaci¨®n de Piqu¨¦ en el Supremo haya sido ampliamente derrotada, la afiligranada resoluci¨®n deja constancia de que los fiscales de sala no han querido correr el riesgo de zanjar definitivamente un asunto cuyos detalles desconoc¨ªa la mayor¨ªa de ellos. Por segunda vez el fiscal general del Estado, Jes¨²s Cardenal, en funciones de abogado defensor del Gobierno, ha echado atr¨¢s el informe del fiscal Bartolom¨¦ Vargas, que propon¨ªa que se citara a declarar a Piqu¨¦ en las mismas condiciones en que se hab¨ªa hecho con otros consejeros de Ercros.
A muchos ciudadanos de buena fe les sorprender¨¢ que dos instancias de fiscales, la Junta de Fiscales de lo Penal del Tribunal Supremo (que aval¨® por 10 votos contra dos el informe del fiscal Vargas) y la Junta de Fiscales de Sala (que lo repudi¨® ayer por 13 votos frente a dos), hayan llegado a conclusiones tan diametralmente opuestas sobre el mismo asunto. Las convocatorias de Cardenal en busca de una exculpaci¨®n se han saldado con contradicciones que no hacen sino sumar m¨¢s desprestigio a nuestro sistema judicial.
Desde el punto de vista judicial a¨²n le quedan muchas vueltas a este caso. Piqu¨¦ tendr¨¢ la oportunidad que ven¨ªa pidiendo de declarar ante la justicia y aportar sus explicaciones al caso. Una oportunidad que hasta ahora se ha encargado de impedir por dos veces el fiscal general recurriendo a los m¨¢s alambicados mecanismos que se recuerdan. Piqu¨¦ declarar¨¢ como testigo y, por tanto, bajo juramento. Desde el punto de vista pol¨ªtico ni al ministro ni al presidente de Gobierno, su protector, se les despeja el camino. Piqu¨¦, de momento, no ser¨¢ imputado. Pero el caso sigue abierto en sede judicial, con la posibilidad de que se a?adan nuevas informaciones a las ya conocidas. Ahora el ministro ya no tiene ninguna excusa para no colaborar con la justicia. Y Aznar tendr¨¢ que seguir pensando si es conveniente presidir la Uni¨®n Europea con un ministro de Exteriores sometido a la presi¨®n de un caso judicial que seguir¨¢ goteando.
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