Laurent, un campe¨®n

Los malos augurios quedaron conjurados: ni ayer, v¨ªspera de la crono, fue un d¨ªa tranquilo, ni Jalabert ha dejado de ser el que era. Aqu¨ª, la sorpresa te espera en cada curva. S¨ª, cierto es que la etapa del d¨ªa anterior se antojaba ideal para sus condiciones, pero tambi¨¦n lo es que Laurent es la polivalencia hecha ciclista, as¨ª que, ?para qu¨¦ d¨ªas concretos si te vale casi cualquiera?

Eres grande, Laurent, porque s¨®lo un grande es capaz de arrancar despu¨¦s de ir toda la etapa persiguiendo, cuando m¨¢s que la fuerza tira de ti el orgullo; porque s¨®lo un grande se permite emocionarse de esa manera cuando ya lleva ganadas ?132! carreras, cuando ya ning¨²n podio tiene secretos, cuando ya ning¨²n maillot falta en la colecci¨®n.

Eres el galo irreductible, eres esa caricatura de Ast¨¦rix que hemos visto hasta la saciedad. Su esp¨ªritu te posee. Nunca te rindes, como ayer. Nunca te rindes, como este a?o, despu¨¦s de tu accidente. Nunca, ni siquiera otras veces. Despu¨¦s de haber dejado algo m¨¢s que el sudor esparcido por el asfalto, todos te admiran, todos, como lo hac¨ªa yo. Quiz¨¢ m¨¢s tus compa?eros: ?Laurent? Todo un se?or. Nunca te hablaba, ya sabes, el respeto al campe¨®n. Qu¨¦ tal, en el aeropuerto, hola y adi¨®s.

?Te acuerdas? Coincidimos este a?o, en Alemania, en tu vuelta a la competici¨®n. Yo lo recuerdo, mucha lluvia, muchos kil¨®metros, y s¨®lo Garmendia, el ¨²nico compatriota para charlar. Sin embargo, all¨ª estabas t¨², grande, sum¨¢ndote todos los d¨ªas a la conversaci¨®n, haciendo gracias, contando chistes, lo de siempre, de penas y alegr¨ªas, y a mi lado, el campe¨®n. Y tomando contigo en el viaje un helado, que por cierto, adem¨¢s generoso, no pagu¨¦ yo.

Pedro Horrillo es corredor del Mapei.