Viejas historias
La incursi¨®n en el g¨¦nero po¨¦tico de Espido Freire supone una novedad, un paso que se ejecuta con prudencia. Aland la blanca juega en el t¨ªtulo con una de las caracter¨ªsticas de su escritura. Irlanda parec¨ªa ser un pa¨ªs y era el nombre de un personaje. Aland, sobre todo con el ep¨ªteto hom¨¦rico, 'la blanca' como aditamento parece referirse a un personaje. En realidad se trata de una ciudad, de una ciudad sumergida, que desapereci¨®, al parecer, en castigo a su orgullo.
No s¨¦ si son buenos tiempos para la l¨ªrica, parece que no. Pero, desde luego, la l¨ªrica de leyenda es un g¨¦nero con poca producci¨®n en el panorama actual. Sobre todo, despu¨¦s de que la leyenda fuera subsumida por la novela hist¨®rica y por la narraci¨®n fant¨¢stica.
Aland la blanca se muestra por tanto, como un intento singular por las caracter¨ªsticas del g¨¦nero en el que se embarca la autora, un g¨¦nero que parece tra¨ªdo a desmano.
Una escritura particular, porque pretende el acercamiento a una manera de hacer poes¨ªa que toma del romanticismo la historia: la referencia a una ciudad sumergida y los recuerdos de un h¨¦roe que ha sobrevivido a un cataclismo y que s¨®lo mantiene el recuerdo para reafirmarse, y de los t¨®picos modernistas de la escritura de poes¨ªa. Me parece que los valores de esta escritura nacen de la mixtura entre referencias rom¨¢nticas y modernistas en un estilo transparente, a veces con referencias evidentes.
Con abundantes silencios, la autora ha tejido un mundo de sombras y de resonancias que en sus diez cantos recree un mundo de fantas¨ªa. Desde luego, no estamos ante un libro de poemas, sino ante un poema desarrollado a la manera rom¨¢ntica, donde las voces distintas (el mendigo ciego, las tres hermanas) cuentan una historia cruzada, la de Jantes, el h¨¦roe, y la de su vida fuera de la ciudad blanca.
Pero toda historia rom¨¢ntica (en el mejor sentido de la palabra, aqu¨ª desde luego, no tiene que ver con cursiler¨ªa) tiene un trasfondo simb¨®lico que es el que le da un sentido a la narraci¨®n: el de la reflexi¨®n sobre la utop¨ªa, y la nostalgia de los mundos perdidos. Por debajo de esa historia existe un signo sobre la raz¨®n de las historias, sobre el mundo sumergido, que es el mundo de los sue?os, a los que a menudo no se llega. Pero mientras, queda el sabor de la historia contada, de la historia que nos hizo so?ar, porque 'bien est¨¢ que existan misterios en la tierra'.
Espido Freire: Aland la blanca. Plaza & Jan¨¦s. Barcelona, 2001, 69 pgs. 495 pesetas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.