Majestuoso Michael Caine
Dicen los papeles promocionales de la ¨²ltima pel¨ªcula rodada por el eficaz John Irvin, que sus productores buscaron un argumento vagamente inspirado en el shakespeariano Rey Lear, y algo familiar tiene el tema de este Shiner que a la gran tragedia del ingl¨¦s se asemeja: no en vano aqu¨ª se habla de una ca¨ªda, de alguien que se niega a entender lo que sus ojos le hacen no ver, porque una err¨®nea corazonada -es decir, los ojos del coraz¨®n- le llevar¨¢ a la cat¨¢strofe.
Pero como nuestros descre¨ªdos tiempos ya no son, no ya los isabelinos, sino ni siquiera aquellos que glos¨® el gran Akira Kurosawa en las mejores adaptaciones no brit¨¢nicas de don William, hete aqu¨ª que el h¨¦roe trasmuta en peque?o rufi¨¢n, con lo que la tragedia deviene filme criminal, variante box¨ªstica: ni comportamientos altruistas, ni ceguera provocada por un destino cruel, tienen aqu¨ª cabida.
SHINER
Director: John Irvin Int¨¦rpretes: Michael Caine, Martin Landau, Frances Barber, Claire Rushbrook, Frank Harper, Matthew Mardsen G¨¦nero: criminal, Gran Breta?a, 2000 Duraci¨®n: 101 minutos
No quiero decir con esto que Shiner sea un fracaso, ni mucho menos. Lo que ocurre es que, inevitablemente, la trama que en la pantalla vemos tiene un aire un tanto rutinario, del que el novel guionista Scott Cherry intenta alejarlo a base de insuflar elementos desconcertantes y resoluciones con olor a componenda, esa estrategia postmoderna convertida en moda, aunque no parezca ser justamente ¨¦ste el terreno en el que Irvin, cineasta cl¨¢sico donde los haya, se mueve m¨¢s a gusto.
Pero lo que hace de Shiner no una pel¨ªcula despreciable, sino incluso un agradable ejercicio de estilo que se ve (casi siempre) con inter¨¦s es el impecable, conmovedor trabajo de dos gatos tan viejos y sabios como Martin Landau y, sobre todo, Michael Caine, de quien todos los adjetivos positivos est¨¢n dichos hace mucho tiempo. Es Caine, a mayor gloria de quien est¨¢ confeccionado el traje dram¨¢tico que viste, quien hace cre¨ªble, con su majestuosa, desmesurada capacidad para estar ante la c¨¢mara, a ese g¨¢ngster Lear terminal, entre pat¨¦tico y abominable, hortera y tierno: poderosamente humano. T¨¦ngalo claro: es a ¨¦l a quien deber¨¢ la hora y media larga de placer cinematogr¨¢fico que Shiner tal vez le proporcione.
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