Cabeza de cuero, cabeza protegida
Tour de Francia de 1995, Pirineos franceses. Fabio Casartelli yace cad¨¢ver sobre un charco de sangre en el asfalto del col de Aspet. En plena bajada, se acaba de golpear la cabeza contra un pretil. Una arista del mismo le ha atravesado las cervicales: muerte instant¨¢nea. No llevaba casco. Aunque no le hubiera salvado la vida, como declar¨® su m¨¦dico, Massimo Testa. Otro accidente tr¨¢gico: junio de 1999, Vuelta a Catalu?a. El a?orado Manuel Sanroma se golpea la barbilla sobre un bordillo, cuando volaba a 70 kms/h dentro del pelot¨®n, en busca del sprint. Otro valiente que fallece casi en el acto: hundimiento de la base del cr¨¢neo. Sus car¨®tidas (las arterias que llevan sangre al cerebro) se desangran inmediatamente. Y llevaba casco. As¨ª, algunos piensan que los accidentes mortales son fatalidades del destino: 'El d¨ªa que te toca, te toca; con o sin casco'. Nada m¨¢s lejos de la realidad.
El primer promotor del uso del casco en el pelot¨®n fue el bret¨®n Jean Robic, vencedor del Tour en 1947. Cabeza de cuero, le llamaban los aficionados, por la chichonera que portaba. Como Alex Z¨¹lle 50 a?os despu¨¦s, ten¨ªa una propensi¨®n a las ca¨ªdas. A la salida del Tour de 1953 se present¨® con una versi¨®n m¨¢s sofisticada de su chichonera: un casco de caucho, de llamativo color blanco. Aquello provoc¨® las burlas del pelot¨®n. Y el enorme enfado de este adelantado a su tiempo. Tan enfadado como para pedirle a un compa?ero que le golpease en la cabeza con el mango de un destornillador, tan fuerte como pudiese. As¨ª podr¨ªan comprobar la resistencia de su nuevo casco y cesar¨ªan las burlas. Tan fuerte le golpe¨® que le produjo un peque?o traumatismo craneal: su casco a¨²n no era suficientemente bueno. Los de ahora, s¨ª que lo son. Su funci¨®n: reducir las fuerzas de deceleraci¨®n a las que se exponen el cr¨¢neo y el cerebro si la cabeza golpea contra una superficie dura como el asfalto.
Se componen de cuatro partes: la de fuera (la m¨¢s compacta), una parte intermedia que absorbe la energ¨ªa del impacto, una parte interior almohadillada, y unas cintas o sistema de retenci¨®n (a la altura de la barbilla). La misi¨®n de la parte exterior es distribuir lo m¨¢s posible el impacto, al resbalar sobre el asfalto. Tambi¨¦n evita la penetraci¨®n de objetos punzantes (piedras o partes de carrocer¨ªa de un autom¨®vil) y previene las abrasiones en la piel de la cabeza. La parte intermed¨ªa debe tener una anchura de al menos 2 cent¨ªmetros y suele estar hecha de una estructura semi-r¨ªgida, como el polietileno. Su misi¨®n es absorber la energ¨ªa del impacto: si se rompe con un fuerte golpe, buena se?al. Es que ha reducido al m¨¢ximo las tremendas fuerzas de deceleraci¨®n que el cr¨¢neo o el cerebro pueden sufrir. La parte interna, con sus almohadillas, es la encargada de amoldar el casco lo m¨¢s c¨®modamente posible a la forma de la cabeza. Por ¨²ltimo, el sistema de retenci¨®n a la altura de la barbilla -y ahora tambi¨¦n en la zona occipital- evita que el casco se mueva en caso de impacto. Tan bien dise?ados est¨¢n los cascos hoy con sus m¨²ltiples orificios de ventilaci¨®n, que no afectan para nada a la termorregulaci¨®n del ciclista, seg¨²n un completo estudio cient¨ªfico. Pueden resultar inc¨®modos, pero el argumento de que el casco da calor no se sostiene. Tampoco su liger¨ªsimo peso (menos de 300 gramos), supone problemas.
Un buen casco es aquel que debe reducir a menos de 250-300 g (aceleraci¨®n de la gravedad) el impacto de la cabeza del ciclista al golpear contra el asfalto. Si la cabeza sufre fuerzas de deceleraci¨®n menores de 250 g, los riesgos de lesiones cerebrales cr¨®nicas son leves. Como mucho, una ligera contusi¨®n y una p¨¦rdida de memoria transitoria. En cambio, con fuerzas de m¨¢s de 400 g (las que puede sufrir la cabeza si no va protegida con casco), los riesgos de lesiones cerebrales importantes son mucho mayores.
En su empe?o por preservar la salud de los ciclistas profesionales, la UCI instaur¨® hace tiempo los famosos controles de hematocrito, y m¨¢s recientemente los nuevos tests anti-EPO. Pero si de verdad preocupa la salud e integridad de los profesionales, la medida m¨¢s efectiva y menos costosa es tan sencilla como hacer obligatorio el uso del casco. Hasta en los entrenamientos.
Alejandro Luc¨ªa es fisi¨®logo de la Universidad Europea.
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