M¨®vil
Me llamo Rafa y soy detective (?pasa algo?). Mis maestros me ense?aron dos cosas fundamentales: partir piernas en caso de duda; dar con el m¨®vil en cualquier caso. Cometo multitud de incorrecciones (por llamarlas de alg¨²n modo) en el desempe?o de mis tareas, pero todos los a?os acudo por estas fechas a un monasterio cisterciense para arrepentirme, purgar mis desvar¨ªos, alucinar en maitines, a?orar Madrid, descansar de los imp¨ªos y conversar fluidamente con las altas esferas; es decir, con el Alt¨ªsimo. Un nivel, vamos.
No creo en Dios, es cierto. Pero ?l tampoco cree en m¨ª. El empate t¨¦cnico es inc¨®modo, s¨ª, pero propicia encuentros furtivos, mutuo respeto clandestino, discusiones sin fronteras, cierto consenso extraparlamentario. En fin, un gui?o permanente. Y as¨ª, entre bromas y veras, he logrado infiltrarme como un arc¨¢ngel en toda la mitad del medio del misterio trinitario. Muy fuerte. A veces me abruma tanta prepotencia, pero me evado departiendo al atardecer con mis contactos del m¨¢s all¨¢. Por ejemplo, San Juan de la Cruz, Voltaire y Erasmo (?pasa algo?), San Genar¨ªn, el Santo Ni?o de Calcuta o, en general, todos mis muertos, que son muchos, gozan de excelente salud y tienen mucha mano en las alturas. Y a quien Dios se la d¨¦, que San Pedro se la bendiga. En manos est¨¢ el pandero, que lo sabr¨¢n bien ta?er. Y al que diga lo contrario, le parto las piernas al estilo grecorromano. Y si te he visto, no me acuerdo.
Es el caso que Dios y yo nos intercambiamos regalos de cortes¨ªa cuando nos apetece, que es cada dos por tres. Ayer obsequi¨¦ al Todopoderoso con una reproducci¨®n en plata de la estatua del ?ngel Ca¨ªdo, por incordiar un poco. Al Omnipresente le dio un ataque de risa, porque Dios es Humor. Y entonces va Dios y me regala un m¨®vil. Todos mis muertos se pusieron a temblar, porque siempre he defendido que el m¨®vil es el demonio, el mam¨®n, el infame, el enemigo, el hijo de la gran chingada, el asesino de las relaciones interpersonales cara a cara. Se est¨¢ llenando la tierra de asesinos. Todos tienen un m¨®vil. Que venga Dios y lo vea.
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