Un saldo de toros endebles

Corrida del mes de julio en Las Ventas. Mes de saldos, de rebajas, de liquidaci¨®n de mercanc¨ªas. El ganadero de turno aprovech¨® la fecha propicia y envi¨® un saldo de toros inv¨¢lidos, cuyo ¨²nico juego consisti¨® en darse unas cuantas costaladas a lo largo de la lidia y en quedarse parados en la muleta, entre ga?afones defensivos y amagos de querer tumbarse a dormir la siesta.

Con estos elementos, la corrida no pod¨ªa resultar entretenida, por muchos esfuerzos de imaginaci¨®n y de voluntad que se hicieran. Tuvo que ser un toro de otro hierro, el cuarto de la tarde, el que diera oportunidad para el lucimiento. Ese cuarto fue un remiendo de Astolfi, de recortadas hechuras, pero de desarrollados y muy astifinos pitones. Manso en el caballo y bonach¨®n y repetidor en la muleta, se enfrent¨® con ¨¦l Mariano Jim¨¦nez y le construy¨® una faena sin muchas apreturas, pero en la que hubo redondos muy templados, repartidos en largas series, aderezados con pases con la zurda de menor fuste, pero siempre aceptables. Cuando ya ten¨ªa la oreja en la mano, los fallos con el verduguillo le impidieron exhibirla en alto durante una merecida vuelta al ruedo.

Con su anterior, las cosas no resultaron tan bonitas. Su tarea se desarroll¨® con descaradas meteduras del pico del enga?o y una absoluta falta de emoci¨®n por la endeblez del morlaco. Faena desligada y aburrid¨ªsima.

Otra faena para echarse a dormir fue la que realiz¨® Mart¨ªn Antequera en el toro de la confirmaci¨®n de alternativa, a pesar de sus elogiables deseos de agradar, que le llevaron a torear con la derecha sin el apoyo de la espada y sin meter el pico. Pero la faena le sali¨® a retazos y sin ninguna emoci¨®n, ya que esta vez, a la invalidez se un¨ªa el aborregamiento. Y lo mismo le ocurri¨® con el sexto, otro torete infeliz y lisiado.

Le correspondi¨® a Andr¨¦s S¨¢nchez el sobrero de Los Derramaderos, ganader¨ªa de lujo, por su sangre del encaste N¨²?ez. Pero el bicho sac¨® genio y malos modo. Nada pudo hacer el de Salamanca con aquel ejemplar ¨¢spero y rebrincado. Antes tuvo un enemigo parecido, un inv¨¢lido total, que se defendi¨® a hachazos y que n o ten¨ªa energ¨ªas para seguir la muleta. A pesar de los deseos del espada all¨ª no pod¨ªa haber faena alguna y claro est¨¢ que no la hubo..