Barcelona Art Report: primer balance
Parece seguro que Barcelona Art Report -el nombre definitivo de una trienal voluntariamente bastarda ya que jam¨¢s quiso ser una simple heredera de modelos al uso- generar¨¢ mucha literatura y que ello puede causar agotamiento. Sin embargo, nos parece necesario someternos a este suplicio ya que el evento en cuesti¨®n se ha presentado como una inicitativa con verdaderas pretensiones en el objetivo de definir y consumar el compromiso de la ciudad con el arte contempor¨¢neo. En la l¨ªnea de este previsible alud de comentarios, valoraciones, anotaciones, apolog¨ªas, reprimendas y otros subg¨¦neros, vamos a ensayar un peque?o primer balance, ahora que se han presentado ya algunas de las Experi¨¨ncies m¨¢s significativas del programa general.
En primer lugar hay una impresi¨®n general respecto de la torpeza en el proceso de gestaci¨®n y arranque del proyecto. Lo que pretend¨ªa ser un gran acontecimiento (aunque con menguados presupuestos) se ha convertido en un rimbombante enunciado que da cobijo a exposiciones ya programadas; por otra parte, a pesar de que se anunci¨® que hab¨ªa una comisaria encargada de capitanear todo el proyecto para garantizar as¨ª su coherencia; sin m¨¢s explicaciones, la misi¨®n de Rosa Mart¨ªnez se ha visto reducida a la programaci¨®n de unas pocas intervenciones en el espacio urbano y a la presentaci¨®n de una exposici¨®n en el Centro de Arte Santa M¨®nica, sin duda la instituci¨®n m¨¢s descolocada en toda esta historia. La cuesti¨®n es que, a medida que el tiempo apremiaba, en lugar de actuar con decisi¨®n, parec¨ªa que los agentes llamados a comprometerse en el asunto decidieron que era mejor mirar hacia otro lado y, desde luego, hacia donde despistaron no era donde pod¨ªan encontrar la colaboraci¨®n -o la sugerencia constructivamente cr¨ªtica- de tanta gente que en Barcelona hubiese podido participar de un modo efectivo. Al fin el calendario manda y una cosa u otra acab¨® por vertebrarse; s¨®lo que esta colecci¨®n de desprop¨®sitos iniciales remat¨® la faena con la presentaci¨®n de la tirita como emblema inequ¨ªvoco de lo ocasional de esta operaci¨®n de terapia cultural para la ciudad.
Una vez puesto en marcha el acontecimiento, pueden hacerse ya evaluaciones sobre algunas de las propuestas m¨¢s significativas del programa y, con ello, podemos tambi¨¦n adoptar una perspectiva distinta en el an¨¢lisis. De lo visto hasta el momento -al margen de propuestas muy interesantes pero de limitado calado- , las impresiones urgentes pueden resumirse en lo siguiente: la exposici¨®n pretendidamente dedicada a la realidad urbana de las ciudades africanas es, ante todo, un correcto muestrario de artistas africanos globalizados; Cases Im-pr¨°pies, en el Macba -que ya mereci¨® unos acertados comentarios de Oriol Bohigas-, es sin duda de un gran inter¨¦s por el tema que plantea, pero casi una provocaci¨®n en los modelos elegidos y en la estetizaci¨®n de su presentaci¨®n; lo mejor de la mencionada exposici¨®n son, sin duda, los a?adidos que el comisario ha instalado fuera del museo. Por su parte Vostestaqu¨ª, una exposici¨®n que, a pesar de que ahora quiera relativizarse, quer¨ªa ser una aproximaci¨®n muy medida y calculada a la realidad del arte contempor¨¢neo en la ciudad, ha resultado interesante, con todo su eclecticismo, por ser casi el ¨²nico rinc¨®n donde se ha dado cobertura a los artistas de Barcelona; pero la experiencia tambi¨¦n pone en evidencia que este tipo de estados de la cuesti¨®n dif¨ªcilmente funcionan: los artistas que ya conoc¨ªamos sobradamente, en lugar de arropar a creadores m¨¢s j¨®venes, casi los ponen en evidencia y ello, como es de suponer, no hace sino favorecer determinados malestares dom¨¦sticos del sector.
En Santa M¨®nica, como qued¨® mencionado, asistimos a la divertida locura por la cual la instituci¨®n que menos interesada estaba en el proyecto acaba por comerse el sapo de la exposici¨®n de la precomisaria general. Tran Sexual Express es la exposici¨®n m¨¢s fashion de todas, es la m¨¢s bienal de toda la trienal, la m¨¢s correctamente provocativa y la que podr¨ªamos ver en cualquier otro lugar (adem¨¢s de que ya procede de otro lugar). Quien de momento saca la mejor tajada en todo este asunto es el centro Hangar, promovido desde la Asociaci¨®n de Artistas Visuales de Catalu?a. Con una astucia encomiable, la asociaci¨®n en cuesti¨®n pas¨® de criticar abiertamente el proyecto a provocar las correcciones suficientes hasta diluirlo todo de tal modo que pudiesen incorporarse al festival una oferta de workshops presentados por artistas de reconocido prestigio, a buen precio, y con el a?adido nada desde?able de ampliar as¨ª el patrimonio en infraestructuras tecnol¨®gicas del centro. Puede parecer una burla a los prop¨®sitos iniciales, pero al final es este tipo de peque?as operaciones el que puede dejar un lastre, poco visible, pero eficaz para alcanzar la madurez del sector.
En este balance urgente, todav¨ªa quisi¨¦ramos a?adir otro marco de observaciones. Hasta la fecha, fuera de la fortuna de cada actividad, lo mejor de la trienal es la facilidad -que no la voluntad de sus organizadores- con la que distintas experiencias de las que propone ponen en evidencia algunas de las productivas paradojas que afectan al arte contempor¨¢neo. En primer lugar, distintas situaciones han ocasionado unos bucles incre¨ªbles (desde la Fundaci¨®n Macba, subvencionando instrumental para las manifestaciones antiglobalizaci¨®n, hasta las extra?as soluciones que la Fundaci¨®n T¨¤pies ha tenido que idear para justificar el pago de una entrada que daba acceso a una azotea donde se practica la econom¨ªa del trueque) y, por otra parte, a pesar de promoverse como una estrategia para situar el arte de Barcelona en un lugar visible, lo m¨¢s interesante hasta el momento permite comprobar mejor como el arte, por suerte, cada vez desea estar m¨¢s cerca de la vida real que del espect¨¢culo.
Mart¨ª Peran es cr¨ªtico y profesor de Teor¨ªa del arte en la UB.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.