Eternidad
Dentro de poco, habr¨¢ que comenzar a diferenciar entre ni?os naturales, obtenidos a partir del tradicional y ecol¨®gico polvo, y ni?os cuya gestaci¨®n ha sido posible gracias a un mont¨®n de avances cient¨ªficos. Tal vez, en un futuro a largo plazo, el hombre acabe interviniendo en el ADN de los embriones hasta crear un ser humano perfecto, un ni?o que se parecer¨¢ a un dios o y que ser¨¢ el ejemplar de hom¨ªnido evolucionado -artificialmente- del siglo veintiuno. Lo que se dice 'Hombre gen¨¦ticamente modificado'. Como el ma¨ªz o los guisantes transg¨¦nicos. Esto nos insin¨²a la ciencia, que en este nuevo siglo ilumina nuestra desesperanza con promesas acerca de un mundo mejor.
Los ¨²ltimos trabajos de la gen¨¦tica permiten augurar que dentro de poco se abolir¨¢ la muerte. Lo que no se ha producido en siglos, el salto hacia un ser humano inmortal, parece que va a ser posible gracias a la manipulaci¨®n gen¨¦tica. Con el tiempo, las trabas legales para experimentar con la raza humana, como por ejemplo en temas de clonaci¨®n, desaparecer¨¢n y dar¨¢n paso a una ¨¦poca de permisividad en la que todo se justificar¨¢ como un paso hacia la erradicaci¨®n de la propia muerte. El hombre se convertir¨¢ en un guapo monstruo de Frankenstein, hecho a partir de retazos gen¨¦ticos, cosido artificialmente con ayuda de la mejor tecnolog¨ªa m¨¦dica, el ¨²ltimo grito, lo m¨¢s caro.
En esta tesitura, se producir¨¢ en el orbe terrestre una enorme desigualdad que ir¨¢ m¨¢s all¨¢ de lo social. Podremos hablar de hombres gen¨¦ticamente modificados y hombres naturales, y en ello ir¨¢ impl¨ªcita una nueva clase de divisi¨®n de la raza. Los hombres que mueren y los que no. Continuando con la hip¨®tesis, el ser humano entrar¨¢ en una nueva organizaci¨®n jer¨¢rquica, que dependa de la perfecci¨®n de sus individuos. Pero, ?habr¨¢ muerto la muerte para aqu¨¦l entonces? ?Conseguir¨¢ el hombre la inmortalidad, pareja a su poder adquisitivo? Tama?a afirmaci¨®n no deja de producirnos cierto v¨¦rtigo, aunque, a fin de cuentas, nosotros no veremos la revoluci¨®n gen¨¦tica. Todos los avances que nos auguran est¨¢n sin duda al alcance de nuestros hijos, pero nosotros no veremos el salto hacia una nueva sociedad gen¨¦ticamente diferenciada. Nosotros estamos condenados a la muerte, por desgracia o por fortuna.
Todav¨ªa la muerte no ha muerto, pero se dice que la gente se morir¨¢ m¨¢s vieja y lo har¨¢ sin sufrir. Algo parecido a un para¨ªso terrenal. Pero, por ahora, el inmortal no ha nacido, y, por el contrario, muchos buscan la muerte desesperadamente. Una paradoja que nos hace pensar que las afirmaciones de la ciencia sobre un para¨ªso cercano todav¨ªa tardar¨¢n mucho en llegar. De todas formas, eso no impide que los art¨ªculos aparecidos en las secciones cient¨ªficas de los diarios nos hagan pensar que la humanidad puede tocar dentro de poco el cielo con los dedos.
Esta es la euforia de principios de siglo. Y, sin embargo, la muerte a¨²n est¨¢ aqu¨ª. En diversas formas, la vieja dama de la guada?a sigue entre nosotros. La humanidad ha iniciado su guerra contra la naturaleza para retrasar el momento de la muerte, y las noticias nos llegan como si esta guerra fuese rel¨¢mpago, aunque pueden pasar lustros antes de que la investigaci¨®n gen¨¦tica alcance sus logros m¨¢s significativos. Estamos leyendo en los diarios las noticias del futuro, que en realidad van a afectar a nuestros hijos. Y no obstante, en este gran teatro de sombras que es la vida, las noticias sobre un futuro perfecto nos seducen como un or¨¢culo de bienestar, aunque sepamos en lo m¨¢s hondo que vamos a morir. No estamos preparados a¨²n para vivir m¨¢s de cien a?os. Es m¨¢s, muchos cient¨ªficos auguran una ¨¦poca de cat¨¢strofes en el mundo a causa del recalentamiento del planeta. Este contraste, entre el pesimismo de muchos y el boom period¨ªstico relacionado con la ciencia, nos produce el efecto de vivir en una ¨¦poca en que todo est¨¢ a punto de ocurrir, y donde el progreso se nos pinta falsamente como el veh¨ªculo para lograr una vida de ensue?o. Aunque los medios cient¨ªficos dicen que dentro de poco viviremos m¨¢s y mejor, la humanidad convive ¨ªntimamente con la muerte, como siempre ha sido. Se hace necesario aprender a aceptarla, como se acept¨® la vida, porque puede que la inmortalidad se haga esperar durante muchas generaciones.
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