Salzburgo arranca con una 'Jenufa' de cine
Magistral interpretaci¨®n de Karita Mattila en el personaje que da t¨ªtulo a la ¨®pera de Jan¨¢cek
El apartado musical era previsible. En el esc¨¦nico hab¨ªa m¨¢s inc¨®gnitas previas, entre otras razones porque el director de cine americano instalado en Francia Bob Swaim debutaba en el mundo oper¨ªstico. En alg¨²n medio ha declarado que trabajar en una ¨®pera era el tipo de proposici¨®n que estaba deseando desde hace d¨¦cadas que alguien le hiciese, con lo que con el encargo de Jenufa se le apareci¨® el Esp¨ªritu Santo. No es que Mortier sea precisamente una paloma, pero en este caso garantizaba al menos una mirada nueva e inocente.
Bob Swaim y sus colaboradores hicieron un viaje a Moravia para impregnarse en vivo de lo que queda en los paisajes, los objetos o la atm¨®sfera, de los lugares que frecuent¨® Jan¨¢cek. Estuvieron en Praga, en Brno (lugar donde vivi¨® gran parte de su vida el compositor), en Hukvaldy (donde naci¨®) y en las regiones circundantes. Hablaron con especialistas en la obra del m¨²sico y con gente del pueblo. En el programa de mano (magn¨ªfico como todos los coordinados por Margarethe Lasinger) cuenta Swaim, a modo de diario, las impresiones del viaje, las dudas sobre c¨®mo sintetizar teatralmente la experiencia. Marthaler y Anna Viebrock tambi¨¦n hicieron un trabajo de campo parecido en la misma zona antes de enfrentarse a Katia Kabanova aqu¨ª, en Salzburgo. Pl¨¢sticamente hablando, las coincidencias entre ambos equipos esc¨¦nicos se limitan a paredes desconchadas y ventanas tenebrosas. Por algo se empieza. Swaim se recrea en el valor simb¨®lico de una gran rueda de molino (la vida que gira), en las estaciones (¨¢rboles en flor en primavera, nieve en invierno: de nuevo el tiempo que pasa), en los objetos (el altarcito colorista de la Virgen, los muebles de madera) y, sobre todo, en los tipos humanos.
La mirada cinematogr¨¢fica est¨¢ en ese ansia de contar a trav¨¦s de los personajes. Hay un rect¨¢ngulo que enmarca el punto de vista, delimita levemente espacios interiores o exteriores y a veces (pocas) se llena de color simb¨®lico (rojo de violencia, amarillo de pesadilla, violeta de incertidumbre). El vestuario es sobrio, popular, nada folcl¨®rico. La ambientaci¨®n es, en efecto, convencional. Son seres normales los protagonistas de la ¨®pera, a los que afecta el sufrimiento, la presi¨®n del entorno. Y Swaim los sigue con la imparcialidad de su ojo cinematogr¨¢fico, pero en m¨¢s de una ocasi¨®n sucumbe al peso humano del teatro y su cercan¨ªa. Tiene adem¨¢s unos cantantes estupendos que son grandes actores. La soprano finlandesa Karita Mattila compone con sensibilidad el personaje de Jenufa. Evoluciona con ella a lo largo de los actos, en una definici¨®n profunda a trav¨¦s de la l¨ªnea de canto y con una voz en la que se unen los ecos de la tragedia y el sentimiento cotidiano del dolor. Maravillosa. El carisma de Hildegard Behrens, su inteligencia, la aleja de la sobreactuaci¨®n. Es la suya una Sacristana m¨¢s compleja, menos mala de lo que se suele representar en los escenarios, m¨¢s fiel al retrato que hace de ella la novelista Gabriela Preissov¨¢. Su voz no est¨¢ ya en plenitud, y en ocasiones sale a flote alg¨²n recurso straussiano e incluso wagneriano. No obstaculiza un retrato psicol¨®gicamente estremecedor. Los tenores son m¨¢s limitados (Hadley, Kuebler), pero se superan a s¨ª mismos en actuaciones m¨¢s que notables, volcados en el drama y sus esencias musicales.
Lirismo y proximidad No es extra?o que Gardiner, tan fiel a los sonidos originales en sus planteamientos musicales, haya elegido la versi¨®n de Jenufa de 1908, y no la m¨¢s frecuente (y brillante) de Kovarovic para la primera representaci¨®n en Praga. Evita as¨ª la apolog¨ªa amorosa final de Laca y Jenufa, deja la situaci¨®n con incertidumbres, con la vida por delante. No se inclina Gardiner por la belleza en primer grado, y mucho menos por la espectacularidad. Subraya el lirismo, la contenci¨®n, la proximidad. Tiene a una orquesta en el foso, la Filarm¨®nica Checa, que se las sabe todas y pone fuego en las notas. Responde el coro de la ?pera de Viena con entrega, con pasi¨®n. Y est¨¢n asimismo a tono con el enfoque global los m¨²sicos de escena de la Orquesta del Mozarteum.
Gardiner inicia con Jenufa una aproximaci¨®n a Jan¨¢cek que continuar¨¢ pr¨®ximamente con La zorrita astuta, en Londres, y Desde la casa de los muertos, en Z¨²rich. En Jenufa, Gardiner ha apostado por el intimismo, por el lado m¨¢s camer¨ªstico, por un sentimiento a flor de piel. Y todo ha sonado a verdadero.
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