Putin, entre Grozni y G¨¦nova
Vlad¨ªmir Putin no esperaba, cuando lleg¨® a G¨¦nova el viernes por la tarde, ser testigo de esas violentas batallas callejeras, en el transcurso de las cuales la polic¨ªa italiana mat¨® a un manifestante e hiri¨® a centenares m¨¢s. Su propio papel en esta cumbre parece un tanto ambiguo. Para apaciguar a los pa¨ªses antiglobalizaci¨®n, Silvio Berlusconi decidi¨® en el ¨²ltimo momento invitar con car¨¢cter de urgencia a los presidentes de los pa¨ªses m¨¢s pobres, desde Argelia hasta Bangladesh, pasando por El Salvador. Putin, que, evidentemente, se sentaba entre 'los ricos', anunci¨® su decisi¨®n de cancelar la deuda de los pa¨ªses ex sovi¨¦ticos (principalmente asi¨¢ticos). Sin embargo, le acompa?aba su principal consejero econ¨®mico, Andr¨¦i Illarionov, que a principios de julio hab¨ªa declarado que Rusia necesitar¨ªa cuarenta a?os de fuerte crecimiento -8% anual- para alcanzar el nivel de desarrollo de pa¨ªses como Espa?a o Portugal. Con el ¨ªndice actual de crecimiento, entre el 2% y el 3%, Rusia necesitar¨¢ cien a?os, lo que no la cualifica para pertenecer al club de los pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo.
Jos¨¦ Vidal Beneyto dec¨ªa en EL PA?S del s¨¢bado pasado que en junio de 1996, el G-7 anunci¨® en Ly¨®n la cancelaci¨®n del 80% de la deuda de los pa¨ªses pobres y que en junio de 1999, en Colonia, program¨® una reducci¨®n del 90%. Sin embargo, seg¨²n el PNUD (estad¨ªsticas de Naciones Unidas), la deuda de los pa¨ªses del Tercer Mundo sigue superando los 2.000 millones de d¨®lares, a pesar de que han devuelto m¨¢s de 200.000 millones de d¨®lares anuales y los pa¨ªses del ?frica subsahariana han desembolsado cinco veces m¨¢s que el montante de su presupuesto para sanidad y educaci¨®n. Las cuentas no salen, pues. Eso se debe probablemente a la diferencia entre la deuda p¨²blica y la existente frente a las grandes empresas transnacionales, cada una de las cuales tiene un presupuesto superior, con diferencia, al de cualquier pa¨ªs africano 'pr¨®spero'. Rusia lo sabe de sobra, dado que en 2003 tiene que enfrentarse al vencimiento de su deuda con el Club de Par¨ªs, que re¨²ne a sus acreedores privados, por no mencionar la del FMI y la del Banco Mundial. Por todos estos motivos, Vlad¨ªmir Putin no debi¨® sentirse muy a sus anchas en la 'cena de caridad', como la prensa italiana calific¨® la cena ofrecida a los presidentes de los 'pobres'.
Rusia sigue siendo una gran potencia nuclear y representa un mercado muy suculento de ciento cincuenta millones de almas. George W. Bush mira, pues, tiernamente al presidente ruso para aplacar su angustia frente a la nueva carrera armamentista de EE UU y, nada m¨¢s terminar la cumbre de G¨¦nova, ha enviado a Mosc¨² a Condoleezza Rize, para discutir del marco legal que facilitar¨¢ la inversi¨®n americana en Rusia. Putin, que no tiene con qu¨¦ amenazar seriamente al presidente estadounidense, opt¨® por poner al mal tiempo buena cara y hablar de un esfuerzo en la reducci¨®n de las armas nucleares ofensivas, asunto que no molesta en absoluto a Washington.
Tres d¨ªas antes de partir para G¨¦nova, Putin dio su primera rueda de prensa ante 500 periodistas (entre ellos, unos cien extranjeros), como para demostrar al mundo su preocupaci¨®n por la libertad de prensa. Contest¨® con justificada satisfacci¨®n a las preguntas referentes al acuerdo de cooperaci¨®n y de amistad reci¨¦n firmado con el presidente de la Rep¨²blica Popular China, Tsiang Tse-Minh: 'No va en contra de nadie y su objetivo no es oponerse a la iniciativa norteamericana de las guerras de las galaxias', dijo.
La perspectiva de una alianza ruso-china era la pesadilla de Henry Kissinger, el 'Metternich americano' de la ¨¦poca de la guerra fr¨ªa. Pero hoy, cuando estas dos potencias en otro tiempo comunistas se apresuran a ingresar en la Organizaci¨®n Mundial de Comercio y juran que desean colaborar con Estados Unidos, el hecho de que se lleven bien ya no provoca p¨¢nico en Washington. Los expertos comprueban que Put¨ªn va a dar un nuevo impulso a su industria b¨¦lica y de alta tecnolog¨ªa vendiendo a China aviones y otras armas que no puede ofrecer a su propio Ej¨¦rcito. Rusia reconoci¨® el derecho de China sobre Taiwan, pero no est¨¢ dispuesta a participar en una guerra. Los chinos, por su parte, tampoco.
Para demostrar que es m¨¢s tolerante que los estadounidenses, Putin pidi¨® una pregunta al corresponsal de Radio Liberty, emisora americana que se emite en toda Rusia, mientras que la emisora rusa Mayak no siempre tiene la autorizaci¨®n para hacerlo en Estados Unidos. La pregunta, formulada con mucha moderaci¨®n, trataba de Chechenia. A pesar de todo, el rostro del presidente se ensombreci¨® y reiter¨® su tesis acerca de la necesidad de poner orden en la peque?a rep¨²blica caucasiana. Tambi¨¦n sobre este punto, la corresponsal de The Times, Alice Lagnado, le interrog¨® con ¨¦nfasis sobre la 'limpieza' en los pueblos de Assinovska?a y Sernovodsk, donde unos mil chechenos fueron supuestamente secuestrados por militares, quienes, seg¨²n una versi¨®n muy difundida en Mosc¨², exigieron cien d¨®lares por la liberaci¨®n de cada uno. Dos de ellos han desaparecido. Adem¨¢s, el d¨ªa anterior, la m¨¢xima autoridad civil del C¨¢ucaso del Norte, el general Kazanstev, reconoci¨® que la conducta de los militares era reprobable y que ya han sido procesados seis de los responsables. Putin, que no pod¨ªa no estar al corriente de esta versi¨®n, s¨®lo ten¨ªa que repetirla para tranquilizar a la periodista inglesa.
Pero opt¨® por alzar la voz y replicar airado acerca de las cabezas cortadas en Chechenia en nombre de Al¨¢ por los islamistas desmandados. ?Por qu¨¦ tanta rabia? Los analistas se preguntan si pierde la paciencia porque sabe que lo impopular que la guerra se ha vuelto -el 71% de los rusos opinan que carece de perspectiva- o bien porque teme el mal humor de unos militares mal pagados y acusados permanentemente de saqueo y cr¨ªmenes parecidos. La realidad es que en Ingushetia, 70 refugiados chechenos llevan un mes en huelga de hambre para exigir una negociaci¨®n con Aslan Maskhadov. Como no hallaron respuesta en Mosc¨², se dirigieron a todos los poderosos de la Tierra, quienes tampoco los escucharon. Curiosamente, en la ¨²ltima rueda de prensa que dieron Putin y Bush en G¨¦nova ning¨²n periodista estadounidense o ruso hizo preguntas acerca de Chechenia. En cuanto a la televisi¨®n rusa, se pas¨® la mayor parte del tiempo recriminando a los antiglobalizaci¨®n, esos 'hijos de familias ricas' que no saben lo que quieren y molestan a los grandes de este mundo para nada. En el comunicado final del G-8, Rusia s¨®lo viene mencionada en la pen¨²ltima p¨¢gina por haber propuesto una conferencia sobre el medio ambiente en Mosc¨² para el a?o 2003 o 2004.
K. S. Karol es periodista franc¨¦s, experto en Europa del Este.
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