Igualdad
?Tiene sentido discutir a estas alturas sobre las desigualdades sociales? Estoy convencido de que s¨ª. Es cierto que la relevancia de la desigualdad en nuestra discusi¨®n social y pol¨ªtica local es m¨¢s bien escasa. Al fin y al cabo, aqu¨ª se lleva que altas autoridades gubernamentales, como el conseller en cap, Artur Mas, justifiquen las subvenciones a escuelas privadas de ¨¦lite con el argumento de que sobra dinero (sic). Sin embargo, las reflexiones sobre la desigualdad y la justicia social son abundantes en diferentes ¨¢mbitos y en diferentes entornos.
El Premio Nobel de Econom¨ªa reciente que se ha recibido con m¨¢s satisfacci¨®n y consenso entre economistas y otros investigadores sociales ha sido el otorgado en 1998 a Amartya Sen, uno de los m¨¢ximos exponentes acad¨¦micos de la dimensi¨®n ¨¦tica del debate econ¨®mico. En el ¨¢mbito de la expresi¨®n p¨²blica de posiciones pol¨ªticas, cuatro jefes de gobiernos europeos (el brit¨¢nico Blair, el holand¨¦s Kok, el sueco Persson y el alem¨¢n Schr?der) firmaban conjuntamente un art¨ªculo de prensa en septiembre de 2000 en el que afirmaban que existe un consenso emergente sobre la construcci¨®n de un orden global basado en igualdad de valores y justicia social. Con car¨¢cter m¨¢s general, todas las plataformas electorales de los partidos de izquierda y centro izquierda de la Uni¨®n Europea otorgan prioridad a la necesidad de reducir las desigualdades. En una vertiente m¨¢s institucional, la primera reuni¨®n de la Uni¨®n Europea bajo la presidencia sueca (Norrk?ping, del 20 al 22 de enero de 2001) se dedic¨® a la igualdad, tema sobre el que ha puesto especial ¨¦nfasis el conjunto de la presidencia sueca. Por ¨²ltimo, un aspecto (?quiz¨¢ el ¨²nico?) en el que coinciden muchos partidarios y detractores de la globalizaci¨®n es su potencial de aumento de las desigualdades tanto en la dimensi¨®n nacional como en la internacional.
La reducci¨®n de la desigualdad y la mejora de la cohesi¨®n social pueden ser propugnadas desde valores morales y ¨¦ticos. Tambi¨¦n pueden ser defendidas por sus efectos ben¨¦ficos sobre la econom¨ªa
Ciertamente, no existe unanimidad sobre la deseabilidad y los efectos de la desigualdad. Francis Fukuyama, el ide¨®logo m¨¢s caracter¨ªstico del fin de la historia, afirma que la desigualdad es el principal motor del progreso, porque es funcional para el mercado capitalista y tambi¨¦n porque es intr¨ªnsecamente correcta. Desde el pensamiento social y econ¨®mico conservador es habitual argumentar que la desigualdad proviene del estado natural de las cosas, y el intento de cambiar este estado natural mediante la acci¨®n colectiva es el camino que conducir¨ªa al autoritarismo, seg¨²n la conocida reflexi¨®n de Friedrich Hayek. Las cr¨ªticas conservadoras m¨¢s concretas a les pol¨ªticas dirigidas a reducir las desigualdades se centran en sus efectos perversos sobre la eficiencia de la econom¨ªa, sus pocos resultados sobre la desigualdad socio-econ¨®mica, a pesar del empleo de abundantes recursos, y su responsabilidad en los problemas financieros del Estado.
Sin duda, esta secuencia cr¨ªtica hacia las pol¨ªticas de reducci¨®n de las desigualdades constituye un reflejo muy claro de las tesis de la perversidad, la futilidad y el riesgo, que constituyen el n¨²cleo de las ret¨®ricas reaccionarias tal como las ha analizado y criticado Albert Hirschman. La afirmaci¨®n de que toda pol¨ªtica concreta est¨¢ sometida al riesgo de fallos y a la generaci¨®n de efectos inesperados es algo obvio que a menudo les ha costado demasiado entender a algunos reformadores. Sin embargo, la evaluaci¨®n general de los efectos de las pol¨ªticas dirigidas a reducir las desigualdades y a generar cohesi¨®n social es m¨¢s compleja que, simplemente, aducir ejemplos concretos que siempre admiten el oportuno contraejemplo.
Muchos economistas se han dedicado a investigar los efectos de la desigualdad y de la cohesi¨®n social sobre la econom¨ªa. Una amplia serie de trabajos emp¨ªricos recientes indican que la desigualdad es perjudicial para el crecimiento econ¨®mico, porque induce la tendencia a adoptar pol¨ªticas que retrasan el crecimiento.
En las sociedades en las que una parte muy grande de la poblaci¨®n no tiene acceso a los recursos productivos de la econom¨ªa, se produce un conflicto distributivo acentuado que perjudica a la eficiencia de la econom¨ªa. Por tanto, la adopci¨®n de pol¨ªticas distributivas que mejoren la cohesi¨®n social puede favorecer el crecimiento econ¨®mico. Aunque los eslabones causales en la relaci¨®n entre desigualdad y crecimiento son realmente dif¨ªciles de determinar, parece claro que situaciones de gran desigualdad y polarizaci¨®n social pueden dar lugar a inestabilidad pol¨ªtica y, adem¨¢s, tener efectos negativos sobre la formaci¨®n de capital humano y sobre la adopci¨®n de pol¨ªticas de innovaci¨®n.
La reducci¨®n de la desigualdad y la mejora de la cohesi¨®n social pueden ser propugnadas desde valores morales y postulados ¨¦ticos. Adem¨¢s, tambi¨¦n pueden ser defendidas por sus efectos beneficiosos sobre el funcionamiento de la econom¨ªa. La agenda de la pol¨ªtica progresista ha de situar en el frontispicio de sus objetivos la promoci¨®n de la libertad y de la autonom¨ªa individual para que las personas (todas) puedan desarrollar con plenitud sus proyectos vitales. Esto exige la acci¨®n colectiva contra todo tipo de abuso de poder. Y cuanto mayor es la desigualdad, m¨¢s f¨¢cil es que los poderosos abusen de su poder, en cualquiera de los ¨¢mbitos de la vida cotidiana.
Germ¨¤ Bel es profesor de Pol¨ªtica Econ¨®mica de la UB y diputado del PSC.
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