Entre la cerraz¨®n y la entrega
Desde luego, hab¨ªa ganas de pol¨¦mica. Una pol¨¦mica que, aun antes de que nadie hubiese visto el montaje, ya corr¨ªa de boca en boca entre los profesionales de la escena concentrados en Salzburgo. Una pol¨¦mica que forma parte, adem¨¢s, del circo esc¨¦nico de este festival porque, en el fondo, no deja de ser una forma de ¨¦xito. Visto el espect¨¢culo, lo evidente es que Bieito sald¨® su estreno salzburgu¨¦s con buena parte del p¨²blico completamente entregado, contrarrestando con aplausos y bravos, puesto en pie, los abucheos de quienes pretend¨ªan hundir el espect¨¢culo o la indiferencia de quienes se negaban a aplaudir. En este caso, los excesos que a?ade Bieito al texto ya de por s¨ª brutal de Shakespeare son casi irrelevantes frente a la brillant¨ªsima actualizaci¨®n del mismo.
Entre los aplausos de unos y los abucheos de otros (que arreciaron cuando apareci¨® en escena el equipo de direcci¨®n), lo que parece claro es que hay en este Macbeth razones para una pol¨¦mica. Nadie protest¨® por la falta de calidad de este montaje y s¨ª, en cambio, por lo poco convencional de la lectura que ha querido hacer el director.
Con este montaje, Bieito ha abandonado definitivamente el teatro de los grandes gestos para insertarse en una est¨¦tica plenamente contempor¨¢nea, af¨ªn a los nuevos lenguajes que han venido transformando la est¨¦tica teatral en la ¨²ltima d¨¦cada.
Guerra generacional
El enfrentamiento del p¨²blico podr¨ªa interpretarse, as¨ª, como un enfrentamiento generacional. Fueron mayormente espectadores ya de cierta edad los que se levantaron en masa en la escena del asesinato de Lady Macduff y de sus hijos, que incluye un peque?¨ªsimo apunte necr¨®filo, un detalle de sexualidad morbosa, que bast¨® para hacer saltar como con un resorte comentarios en voz alta y lanzar hacia la salida a un nutrido grupo de espectadores.
Entre los que permanecieron en la sala, fueron al final mayor¨ªa los que aplaudieron con entusiasmo. Aplaudieron la lectura, el enfoque de direcci¨®n, porque, tal como lo ha concebido Bieito, el espect¨¢culo no da para el lucimiento de los actores. Aplaudieron las referencias, televisivas, cinematogr¨¢ficas. Aplaudieron la desmaterializaci¨®n de la tragedia de Shakespeare, esa conversi¨®n en esquema de sus personajes. Aplaudieron el refinamiento, la inteligencia, con que las pasiones son convertidas en cancioncillas banales, como la espl¨¦ndida balada final: 'La muerte no es el final', estribillo que los actores repiten una y otra vez para convocar a los muertos que reaparecen en escena.
Un p¨²blico conservador frente a un p¨²blico digamos progresista puede dar una apariencia de pol¨¦mica que no es m¨¢s que simple y pura cerraz¨®n. De modo que, en definitiva, fue una pol¨¦mica sobre el vac¨ªo. No hubo, pues, pol¨¦mica.
Babelia
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.