Autodeterminaci¨®n e independencia
En los ¨²ltimos meses, en el Pa¨ªs Vasco, la confrontaci¨®n ideol¨®gica fue creando dos teolog¨ªas con creyentes y fieles, que actuaban como miembros de sectas religiosas incompatibles, con lo que la lucha pol¨ªtica casi se convirti¨® en una guerra de religi¨®n. El abismo, la incomprensi¨®n entre los contendientes, crearon falta de respeto. La amistad c¨ªvica y la tolerancia positiva, es decir, la atenci¨®n por situarse en las razones del adversario para entenderse, estaban ausentes. La descalificaci¨®n del hereje, la actitud inquisitorial, llevaron el momento electoral a una tensi¨®n dram¨¢tica y con ra¨ªces casi teol¨®gicas.
Las elecciones dieron un claro ganador, la coalici¨®n PNV-EA; un claro perdedor, EH; dos estancados, PP y PSE, lo que supo a derrota por las expectativas que se hab¨ªan creado, y una resucitada Izquierda Unida, que puede jugar un papel importante en el retorno a la racionalizaci¨®n si ella misma es capaz de racionalizarse.
No se trata ahora de pedir cuentas al pasado ni distribuir reproches, porque en esa coyuntura la racionalidad estaba, a mi juicio, de parte de los defensores de la sociedad abierta, es decir, de la Constituci¨®n y el Estatuto, aunque en la dial¨¦ctica de confrontaci¨®n los m¨¦todos y las estrategias tambi¨¦n se excedieron, quiz¨¢s porque el nacionalismo hab¨ªa hecho una apuesta por Lizarra, que coincid¨ªa con ETA y con EH en los fines, aunque, como dec¨ªan, no en los medios.
En todo caso, las elecciones limpiaron el ambiente y, una vez que el pueblo vasco habl¨®, la tensi¨®n disminuy¨® radicalmente y hasta ahora se han mantenido las formas y los procedimientos. El se?or Ibarretxe es ya lehendakari. ETA sigue ciega y sorda matando a sus adversarios pol¨ªticos, y esa barbarie no puede ser objeto de reflexi¨®n, sino s¨®lo de constataci¨®n del hecho como principal problema del Pa¨ªs Vasco y del resto de Espa?a.
Es verdad que las elecciones han tenido un efecto analg¨¦sico y pacificador de las tensiones, como corresponde al principal instrumento de la Democracia, sin el cual ¨¦ste no existe. Pero tambi¨¦n es indudable que la democracia en el Pa¨ªs Vasco tiene graves d¨¦ficit y no existe en plenitud. Mientras que los terroristas sigan matando para acabar con las ideolog¨ªas adversarias y esa situaci¨®n no se haya erradicado, plantear otros temas es como pretender escalar el cielo, un imposible, que adem¨¢s puede acabar con la calma que ha seguido a la tempestad del pacto de Lizarra.
?ste es quiz¨¢s el principal obst¨¢culo para que la democracia en plenitud se pueda desarrollar en el Pa¨ªs Vasco, pero hay un segundo problema que genera incertidumbre e inseguridad, y es la ambig¨¹edad del Partido Nacionalista Vasco, que no se ha disipado, sino que se mantiene, aunque con otras formas que se mueven entre los fines de Lizarra, independentismo y autodeterminaci¨®n, y la condici¨®n del lehendakari de representante ordinario del Estado en la comunidad aut¨®noma, es decir, entre el separatismo y el autonomismo.
Ya desde la celebraci¨®n de la victoria electoral apareci¨® patente la apuesta por el independentismo cuando todos vimos a la se?ora presidenta de EA unirse a los j¨®venes nacionalistas que gritaban 'independencia', acompa?¨¢ndoles incluso en sus saltos juveniles. Y esto se formaliz¨® cuando, antes de la investidura, al independentismo reivindicado por EA se a?adi¨® la autodeterminaci¨®n, propugnada por el PNV y por el candidato a lehendakari. Posteriormente, en la investidura se utiliz¨® un t¨¦rmino m¨¢s ambiguo, como que el pueblo vasco pudiera elegir libremente su futuro, con un tono m¨¢s conciliador y con ofertas de di¨¢logo, que no pasaron desapercibidas por los observadores pol¨ªticos. M¨¢s tarde, cuando el presidente del Parlamento vasco, se?or Atutxa, inform¨® al Rey de la elecci¨®n del lehendakari, declar¨® en Madrid que el PNV y el Gobierno vasco siempre respetar¨ªan las reglas del juego. Finalmente, el lehendakari, despu¨¦s de prestar juramento, afirm¨® que tomaba posesi¨®n tambi¨¦n de su condici¨®n de representante ordinario del Estado, en la comunidad vasca, con lealtad a la Corona y respeto a la Constituci¨®n, al Estatuto y al resto de la legislaci¨®n vigente.
No cabe duda de que se afirma al mismo tiempo una alternativa y su contraria, que son al menos parcialmente incompatibles, que crean confusi¨®n, desasosiego, y que no son el mejor escenario para una colaboraci¨®n fruct¨ªfera con el Gobierno del Estado. Es verdad que, de las dos alternativas, el independentismo, que es la m¨¢s fuerte y la m¨¢s alejada del escenario constitucional de 1978, es, sin embargo, compatible con el mismo, en el sentido de que es leg¨ªtimo y posible defenderlo. Por el contrario, la autodeterminaci¨®n, que es la m¨¢s suave y que parece que se pretende abordar con prioridad, es absolutamente incompatible con el marco constitucional.
Para muchos, la autodeterminaci¨®n es un concepto que se aplica en el ¨¢mbito del derecho internacional para situaciones coloniales donde los pueblos no se pod¨ªan expresar ni decidir libremente, y es m¨¢s que dudosa la aplicaci¨®n extensiva a una situaci¨®n como la del Pa¨ªs Vasco. Por otra parte, en el Pa¨ªs Vasco se vot¨® favorablemente la Constituci¨®n, aunque hubiera m¨¢s del cincuenta por ciento de abstenciones en Vizcaya y Guip¨²zcoa, y ya est¨¢ bien de falsear ese hecho afirmando que en el Pa¨ªs Vasco no se aprob¨® la Constituci¨®n. Desde entonces, los vascos se han pronunciado en elecciones municipales, auton¨®micas y generales desde 1977, en varias ocasiones y siempre con participaciones superiores al cincuenta por ciento. Resulta por dem¨¢s sorprendente que quien ha sido elegido lehendakari por ese sistema, y aprovech¨¢ndose de sus procedimientos y de sus mayor¨ªas, afirme que reclama que los vascos puedan decidir libremente.
Pero en todo caso la contradicci¨®n palmaria se produce cuando afirman que respetan las reglas del juego y los procedimientos de la Constituci¨®n y de todas las normas que de ella derivan, empezando por el Estatuto, y al tiempo quieren preguntar a los vascos si quieren elegir libremente. Es, otra vez, defender una idea y su contraria al mismo tiempo, y desde luego pretender romper, con la autodeterminaci¨®n, las reglas del juego que afirman respetar. Adem¨¢s de ser una ambig¨¹edad kafkiana e introducir confusi¨®n o enga?o en un momento en el que todos los poderes p¨²blicos deben actuar unidos para luchar contra el terrorismo, es que tiran piedras contra su propio tejado, porque, si se rompen las reglas del juego, todos tendr¨ªan tambi¨¦n ese poder y se romper¨ªa el compromiso constituyente, que es lo que garantiza la autonom¨ªa del Pa¨ªs Vasco, y que permiti¨® que pasasen de cero al autogobierno que ahora tienen.
Ning¨²n Gobierno responsable podr¨ªa consentir esa ruptura de los procedimientos y deber¨ªa actuar en consecuencia. Seguro que ellos lo saben, y no se entiende bien ese inter¨¦s por seguir 'mareando la perdiz', cuando comprenden que es un esfuerzo in¨²til, jugar con fuego, y mantener una tensi¨®n que s¨®lo favorece a los violentos.
S¨ª se puede defender la independencia, desde el respeto a la Constituci¨®n, porque ¨¦sta garantiza la libre expresi¨®n y la defensa de cualquier posici¨®n, por muy radicalmente distante que est¨¦ respecto del n¨²cleo duro de nuestra Carta Magna, y la integridad territorial forma parte central de ¨¦ste. Naturalmente que el respeto a las reglas del juego, que con toda seguridad no tendr¨ªa consenso suficiente para ser aprobada, ni ser¨ªa bien recibida en un contexto internacional de la Europa de los Estados y de una Conferencia de Seguridad y Cooperaci¨®n que mantiene la intangibilidad de las fronteras. Evidentemente, adem¨¢s, esa situaci¨®n de independencia alejar¨ªa, por mucho tiempo, a Euskadi de Europa y le traer¨ªa dificultades econ¨®micas y de otro tipo. Dejo para otro art¨ªculo los inconvenientes doctrinales, de fondo, en el ¨¢mbito de la filosof¨ªa pol¨ªtica y jur¨ªdica, a mi juicio muy poderosos, que justifican la tesis negativa. Pero, aun con todo eso, pueden defender, sin que eso sea un delito, la independencia. No pueden defender la autodeterminaci¨®n, m¨¢s all¨¢ de vaguedades verbales, por las razones que he expuesto, y porque si avanzasen en serio por ese camino s¨ª que se encontrar¨ªan con el C¨®digo Penal.
De la misma forma que votaron contra la autodeterminaci¨®n en el debate constitucional, quiz¨¢s al cabo del tiempo parece que hubiera sido prudente que hubieran votado la Constituci¨®n. En fin, eso ya no tiene remedio, y hoy parece que el independentismo es leg¨ªtimo, pero tiene pocas posibilidades de prosperar, desde el respeto a los procedimientos, y la autodeterminaci¨®n planteada como exigencia del ¨¢mbito vasco de decisi¨®n, ni es leg¨ªtima ni es legal. Quiz¨¢s deber¨ªan abordar en serio estos temas, reflexionar sobre ellos y afrontar una aceptaci¨®n del marco constitucional y estatutario con todas sus consecuencias para trabajar desde ¨¦l, en la lucha para erradicar la violencia, y construir un futuro de paz, libertad y prosperidad para el Pa¨ªs Vasco en el conjunto de Espa?a. Como las otras opciones tienen nulas posibilidades, persistir en su defensa ir¨¢ erosionando su credibilidad inexorablemente, adem¨¢s de proporcionar una justificaci¨®n objetiva, aunque ¨¦sa no sea su voluntad, al terrorismo de ETA. Si no pueden hacerlo inmediatamente deber¨¢n dar pasos en ese sentido, que parece lo que la prudencia aconseja.
Gregorio Peces-Barba Mart¨ªnez es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa del Derecho.
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