La globalizaci¨®n y los muertos de Bush
Los llamados antiglobalizadores no est¨¢n contra la mundializaci¨®n, sino contra la forma espec¨ªfica representada por la globalizaci¨®n financiera, responsable de la degradaci¨®n del orden econ¨®mico mundial, transformado en una jungla feroz que ha radicalizado las desigualdades y ha instituido la miseria y la exclusi¨®n en hechos naturales. Esa globalizaci¨®n financiera que, promovida por el ultraliberalismo conservador y administrada, bajo la direcci¨®n de los Estados Unidos, por las grandes multinacionales, las organizaciones econ¨®micas internacionales y el G-7, ha aumentado la riqueza global a la par que empobrec¨ªa a pa¨ªses y personas. Esa globalizaci¨®n que ha terminado convirtiendo en negocio la totalidad de las actividades humanas e imponiendo la condici¨®n de mercanc¨ªa a todos los componentes de la realidad. Los datos en que se apoyan estas afirmaciones proceden de los informes oficiales de Naciones Unidas, pero quienes necesiten m¨¢s pruebas pueden encontrarlas en el alegato La crisis del capitalismo mundial, de Georges Soros, uno de sus mayores beneficiarios.
Ahora bien, el deterioro del equilibrio mundial no es cosa de los ¨²ltimos meses ni su denuncia tema de ¨²ltima hora. Una serie de ONG y de publicaciones, entre ellas, de modo especial, Le Monde Diplomatique, llevan m¨¢s de 20 a?os alertando sobre la sistem¨¢tica perversi¨®n de un sistema que la globalizaci¨®n financiera ha llevado a sus ¨²ltimas consecuencias. Ha sido necesaria la contestaci¨®n en la calles de Seattle y el eco que suscit¨® en los medios, para que la necesaria sustituci¨®n de un sistema que ya no sirve se haya convertido en el tema de nuestro tiempo. Por eso, a pesar de quienes dicen que esta globalizaci¨®n es una versi¨®n m¨¢s de la econom¨ªa-mundo que comenz¨® en el XVI y que pasar¨¢ como las que le precedieron; a pesar de los que intentan convencernos de que estamos en el mejor de los mundos posibles; a pesar de las inevitables consecuencias perversas de la violencia del Bloque Negro y de las manipulaciones que de la misma est¨¢n haciendo, como ha denunciado ATTAC, los servicios de seguridad de los pa¨ªses del G-7, las movilizaciones ciudadanas continuar¨¢n. Porque frente al desprestigio de los pol¨ªticos y la pol¨ªtica son el mejor valedor de las democracias. Por eso continuar¨¢n acompa?ando desde la calle las cumbres del directorio mundial para seguir reivindicando las numerosas propuestas que la Internacional Alternativa ha formulado en los m¨¢s diversos campos.
Porque s¨®lo la resistencia ciudadana puede poner coto a la codicia de los grandes poderes econ¨®micos y de sus palancas pol¨ªticas. No la ideolog¨ªa, ni la pol¨ªtica, sino exclusivamente la obediencia a los intereses de dos sectores econ¨®micos -la voluntad de garantizar mayores beneficios a la industria armamentista y a la energ¨ªa- han sido la raz¨®n decisiva de las principales decisiones del se?or Bush jr. desde que fue nombrado presidente. Decisiones que se traducir¨¢n en m¨¢s dineros y m¨¢s muertos. La persistencia en rechazar la prohibici¨®n y uso de minas antipersonales y el boicot de la Conferencia contra el comercio y utilizaci¨®n de armas ligeras, representan cerca de 500.000 muertes violentas al a?o. Agreguemos la denuncia del tratado que desde hace 30 a?os prohib¨ªa las armas biol¨®gicas; el relanzamiento de la industria b¨¦lica nuclear al negarse a ratificar la prohibici¨®n total de armas nucleares y la revisi¨®n del Tratado de 1972 ABM con Rusia, necesaria para su escudo antimisiles, que reabren un periodo de la m¨¢s alta inseguridad.
Su impugnaci¨®n total del Protocolo de Kyoto y la ampliaci¨®n del uso de los sumideros que lo han desvirtuado al disminuir la reducci¨®n de gases del 5,2% al 1,6 % son potencialmente generadores de efectos irreparables para la humanidad. Por lo dem¨¢s, su negativa a aceptar el Tribunal Penal Internacional y a prohibir los para¨ªsos fiscales presagian un liderazgo de extrema peligrosidad. ?Queda espacio a la esperanza? S¨®lo un fuerte movimiento mundial de resistencia ciudadana, apoyado en una renovada Uni¨®n Europea, puede constituir un contrapeso eficaz.
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