'En la 'furgo' s¨®lo se oyen ronquidos'
Es noche cerrada. Luis se levanta silencioso para no despertar a su esposa, sale de casa y recoge a sus compa?eros en la plaza del pueblo. Son las 4.30 y se dispone, como todas las madrugadas desde hace m¨¢s de 13 a?os, a recorrer 320 kil¨®metros para ir y venir de Madrid a trabajar. 'Mis herramientas de trabajo son la llana, la paleta y el carn¨¦ de conducir', bromea este manchego de 53 a?os. Todos los obreros de la empresa en la que trabaja, Construcciones Jes¨²s Castiblanque, SA, son de Campo de Criptana. Del total de los 15.000 habitantes de esta localidad cercana a Ciudad Real, unos 1.500 se desplazan diariamente a la capital madrile?a para trabajar en la construcci¨®n.
'Pensamos en el peligro de la carretera, pero no lo hablamos. Cuando vemos un accidente nos quedamos en silencio', afirma Roberto D¨ªaz-Ropero, el encargado de obra de la empresa. Tiene 26 a?os y trabaja en Madrid desde que ten¨ªa 16. Su primer coche recorri¨® 200.000 kil¨®metros en dos a?os. Para sus compa?eros es un privilegiado, porque, desde que es encargado, puede venir en el AVE y despertarse a las 5.40. Los dem¨¢s no pueden pagar las 50.000 pesetas del bono mensual del tren de alta velocidad y vienen en la furgoneta de la empresa. 'Corremos a todo lo que da la furgoneta. Sabemos que no debemos, pero pueden m¨¢s las ganas de llegar a casa', admite Francisco Javier Higuera, de 26 a?os, que, como sus compa?eros, conduce despu¨¦s de m¨¢s de 15 horas de tajo.
'Vuelvo a dormir porque la mujer y las hijas pueden mucho. Llego derrotado, con un beso de ellas se me pasa', afirma Luis, que hace dos a?os tuvo un accidente de tr¨¢fico y se rompi¨® dos costillas. Seg¨²n ¨¦l, tuvo mucha suerte porque otros muchos se matan. 'El recorrido nos lo sabemos de memoria y lo hacemos casi durmiendo. Por la ma?ana en la furgo nadie habla, s¨®lo se oyen ronquidos', asegura Luis.
En la carretera de Andaluc¨ªa, por la que ellos circulan, hay m¨¢s tr¨¢fico de cinco a seis de la madrugada que en todo el d¨ªa, seg¨²n Emiliano Ortiz, un trabajador que gana unas 200.000 pesetas, y que vendr¨ªa a vivir a Madrid si la empresa le pagara el alojamiento.
A otros, como a Julio, la empresa s¨ª les paga una pensi¨®n entre semana. Este gallego de 23 a?os trabaja en la empresa de montaje de fachadas Proesga, SA. Todos los viernes recorre 680 kil¨®metros junto a sus compa?eros para ver a su familia, y el domingo otros tantos para volver a trabajar a Madrid. 'Voy por morri?a, aunque no s¨¦ si el peligro me compensa'.
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