Nueva Orleans enloquece por Louis Armstrong
A Satchmo, como le llamaban sus amigos, le hubiera gustado. La ciudad donde naci¨®, hace hoy 100 a?os, se ha echado a la calle para recordar al mundo el centenario del trompetista que revolucion¨® el jazz.
Nueva Orleans vive entusiasmada la mutaci¨®n de su legendario carnaval de agosto. La ciudad se ha echado a la calle para conmemorar con cuatro d¨ªas de gran fiesta el centenario de Louis Armstrong (Satchmo, para los amigos), su hijo m¨¢s conocido y primera encarnaci¨®n del jazz en el mundo, nacido el 4 de agosto de 1901.
Nueva Orleans vive entusiasmada la mutaci¨®n de su legendario carnaval de agosto. La ciudad se ha echado a la calle para conmemorar con cuatro d¨ªas de gran fiesta el centenario de Louis Armstrong (Satchmo, para los amigos), su hijo m¨¢s conocido y primera encarnaci¨®n del jazz en el mundo, nacido el 4 de agosto de 1901. Las celebraciones de la Satchmo Summerfest comenzaron el jueves con el cambio de nombre del aeropuerto internacional, que ahora llevar¨¢ el del artista. Los fastos de Nueva Orleans culminan un a?o de homenajes m¨¢s o menos ambiciosos por todo el pa¨ªs. Durante estos pasados trece meses, conciertos, reediciones especiales de sus discos, seminarios en universidades, biograf¨ªas y programas de televisi¨®n han ido glosando la contribuci¨®n de Armstrong a la historia de la m¨²sica.
A la ceremonia del cambio de nombre del aeropuerto, con m¨²sica, comida (alubias rojas y arroz, un plato tradicional de Nueva Orleans conforme a la canci¨®n popularizada por Satchmo) y peque?os regalos, asistieron miles de aficionados, incluidos no pocos viajeros que perdieron alg¨²n vuelo y por primera vez en su vida no maldijeron a la compa?¨ªa a¨¦rea. La ciudad acoge en estos cuatro d¨ªas exposiciones, desfiles de bandas, un congreso internacional universitario de expertos en jazz, m¨²sicos que actuaron con Armstrong, una misa jazz¨ªstica... Todo bajo la amenaza de la tormenta tropical Barry, autoinvitada con ¨¢nimo de causar estragos en la ciudad y en el programa de actos.
Esta noche, la del centenario, y si Barry lo permite, la traca festiva ser¨¢ protagonizada por toda la familia Marsalis (el padre Ellis, y los cuatro hijos: Branford, Jason, Wynton y Delfayo), naturales de Nueva Orleans.
El trompetista y compositor Wynton Marsalis abri¨® hace un a?o en el Lincoln Center de Nueva York los actos del centenario, y pr¨¢cticamente los cierra hoy en Nueva Orleans. 'Armstrong nos ense?¨® a todos c¨®mo tocar', dice Marsalis. 'Ense?¨® al mundo lo que es el jazz'. 'Se puede decir que ¨¦l en solitario invent¨® la canci¨®n en el jazz', se?ala el cantante Tony Bennett. 'Sinatra, Billie Holiday, Nat King Cole..., todos fueron influidos por Louis'. Entre las muchas aportaciones originales de Armstrong se cuenta el scat, el silabeo sin sentido que acompa?a a la melod¨ªa como si fuera la letra de la canci¨®n.
En los a?os cincuenta, Armstrong y su sexteto se convirtieron en los 'embajadores de buena voluntad de Estados Unidos' por el orbe. Su aprecio en el exterior coincidi¨® con la ca¨ªda en casa, donde su sempiterna sonrisa y af¨¢n de agradar casaban mal con el incipiente movimiento de los derechos civiles. El airado Miles Davis, sin discutir la primac¨ªa art¨ªstica de Armstrong, le acus¨® en su autobiograf¨ªa de comportarse como un payaso. Tambi¨¦n se ha dicho Satchmo que era una versi¨®n moderna del T¨ªo Tom, el negro pusil¨¢nime.
En lo musical, Armstrong deriv¨® hacia lo pop, y su Hello Dolly! desplaz¨® del n¨²mero uno de las listas a los Beatles en 1963. Cinco a?os despu¨¦s, en el 1968 de las protestas, su voz ¨¢spera volvi¨® a coronar las listas con el optimista What a wonderful world. Gran popularidad y m¨¢s le?a al fuego del desd¨¦n de los puristas.
Por aquellos a?os, poco antes de morir en 1971, Armstrong se lamentaba de la falta de reconocimiento: 'Creo que siempre he hecho grandes cosas para elevar a mi raza, pero no siempre se entendieron. S¨®lo soy un m¨²sico, y todav¨ªa recuerdo cuando, como ciudadano americano, habl¨¦ a favor de mi gente durante los disturbios de la integraci¨®n en Little Rock, ?recuerda? Escrib¨ª al presidente'.
Armstrong critic¨® la falta de coraje de Dwight Eisenhower por no emplear mano dura contra quienes imped¨ªan la integraci¨®n racial en 1957 en la capital de Arkansas, y luego, cuando el presidente hizo valer la ley, le escribi¨® para mostrarle su apoyo.
A los 30 a?os justos de su muerte, al tiempo que la valoraci¨®n art¨ªstica de Armstrong alcanza nuevas cotas, salen a la luz documentos que prueban que el m¨²sico criticado por los de su raza por su aparente falta de sensibilidad ante la discriminaci¨®n racial tambi¨¦n se rebelaba contra el racismo. El Chicago Tribune informaba el pasado domingo sobre el contenido de unas cintas que se guardan en los Archivos Louis Armstrong, en el Queens College de Nueva York. Son cintas que revelan un personaje complejo y contradictorio. Armstrong critica a quienes hacen demasiado el negro en los espect¨¢culos y cuenta c¨®mo ha protestado cuando se ha encontrado ante el tratamiento racista, pero tambi¨¦n recomienda paciencia con los abusos y critica a algunos destacados defensores de los derechos civiles. Para el cr¨ªtico de jazz del peri¨®dico, las grabaciones 'dejan parcialmente superadas a m¨¢s de una docena de biograf¨ªas del artista'.Nueva Orleans vive entusiasmada la mutaci¨®n de su legendario carnaval de agosto. La ciudad se ha echado a la calle para conmemorar con cuatro d¨ªas de gran fiesta el centenario de Louis Armstrong (Satchmo, para los amigos), su hijo m¨¢s conocido y primera encarnaci¨®n del jazz en el mundo, nacido el 4 de agosto de 1901. Las celebraciones de la Satchmo Summerfest comenzaron el jueves con el cambio de nombre del aeropuerto internacional, que ahora llevar¨¢ el del artista. Los fastos de Nueva Orleans culminan un a?o de homenajes m¨¢s o menos ambiciosos por todo el pa¨ªs. Durante estos pasados trece meses, conciertos, reediciones especiales de sus discos, seminarios en universidades, biograf¨ªas y programas de televisi¨®n han ido glosando la contribuci¨®n de Armstrong a la historia de la m¨²sica.
A la ceremonia del cambio de nombre del aeropuerto, con m¨²sica, comida (alubias rojas y arroz, un plato tradicional de Nueva Orleans conforme a la canci¨®n popularizada por Satchmo) y peque?os regalos, asistieron miles de aficionados, incluidos no pocos viajeros que perdieron alg¨²n vuelo y por primera vez en su vida no maldijeron a la compa?¨ªa a¨¦rea. La ciudad acoge en estos cuatro d¨ªas exposiciones, desfiles de bandas, un congreso internacional universitario de expertos en jazz, m¨²sicos que actuaron con Armstrong, una misa jazz¨ªstica... Todo bajo la amenaza de la tormenta tropical Barry, autoinvitada con ¨¢nimo de causar estragos en la ciudad y en el programa de actos.
Esta noche, la del centenario, y si Barry lo permite, la traca festiva ser¨¢ protagonizada por toda la familia Marsalis (el padre Ellis, y los cuatro hijos: Branford, Jason, Wynton y Delfayo), naturales de Nueva Orleans.
El trompetista y compositor Wynton Marsalis abri¨® hace un a?o en el Lincoln Center de Nueva York los actos del centenario, y pr¨¢cticamente los cierra hoy en Nueva Orleans. 'Armstrong nos ense?¨® a todos c¨®mo tocar', dice Marsalis. 'Ense?¨® al mundo lo que es el jazz'. 'Se puede decir que ¨¦l en solitario invent¨® la canci¨®n en el jazz', se?ala el cantante Tony Bennett. 'Sinatra, Billie Holiday, Nat King Cole..., todos fueron influidos por Louis'. Entre las muchas aportaciones originales de Armstrong se cuenta el scat, el silabeo sin sentido que acompa?a a la melod¨ªa como si fuera la letra de la canci¨®n.
En los a?os cincuenta, Armstrong y su sexteto se convirtieron en los 'embajadores de buena voluntad de Estados Unidos' por el orbe. Su aprecio en el exterior coincidi¨® con la ca¨ªda en casa, donde su sempiterna sonrisa y af¨¢n de agradar casaban mal con el incipiente movimiento de los derechos civiles. El airado Miles Davis, sin discutir la primac¨ªa art¨ªstica de Armstrong, le acus¨® en su autobiograf¨ªa de comportarse como un payaso. Tambi¨¦n se ha dicho Satchmo que era una versi¨®n moderna del T¨ªo Tom, el negro pusil¨¢nime.
En lo musical, Armstrong deriv¨® hacia lo pop, y su Hello Dolly! desplaz¨® del n¨²mero uno de las listas a los Beatles en 1963. Cinco a?os despu¨¦s, en el 1968 de las protestas, su voz ¨¢spera volvi¨® a coronar las listas con el optimista What a wonderful world. Gran popularidad y m¨¢s le?a al fuego del desd¨¦n de los puristas.
Por aquellos a?os, poco antes de morir en 1971, Armstrong se lamentaba de la falta de reconocimiento: 'Creo que siempre he hecho grandes cosas para elevar a mi raza, pero no siempre se entendieron. S¨®lo soy un m¨²sico, y todav¨ªa recuerdo cuando, como ciudadano americano, habl¨¦ a favor de mi gente durante los disturbios de la integraci¨®n en Little Rock, ?recuerda? Escrib¨ª al presidente'.
Armstrong critic¨® la falta de coraje de Dwight Eisenhower por no emplear mano dura contra quienes imped¨ªan la integraci¨®n racial en 1957 en la capital de Arkansas, y luego, cuando el presidente hizo valer la ley, le escribi¨® para mostrarle su apoyo.
A los 30 a?os justos de su muerte, al tiempo que la valoraci¨®n art¨ªstica de Armstrong alcanza nuevas cotas, salen a la luz documentos que prueban que el m¨²sico criticado por los de su raza por su aparente falta de sensibilidad ante la discriminaci¨®n racial tambi¨¦n se rebelaba contra el racismo. El Chicago Tribune informaba el pasado domingo sobre el contenido de unas cintas que se guardan en los Archivos Louis Armstrong, en el Queens College de Nueva York. Son cintas que revelan un personaje complejo y contradictorio. Armstrong critica a quienes hacen demasiado el negro en los espect¨¢culos y cuenta c¨®mo ha protestado cuando se ha encontrado ante el tratamiento racista, pero tambi¨¦n recomienda paciencia con los abusos y critica a algunos destacados defensores de los derechos civiles. Para el cr¨ªtico de jazz del peri¨®dico, las grabaciones 'dejan parcialmente superadas a m¨¢s de una docena de biograf¨ªas del artista'.
La gigantesca sensibilidad de Satchmo
Cuando el aprendizaje poco ortodoxo de la corneta empez¨® a provocarle problemas en los labios, Satchmo encontr¨® en su voz angelicalmente patol¨®gica el remedio ideal para acercarse a¨²n m¨¢s al gran p¨²blico. En este aspecto result¨® decisiva la labor de su agente Joe Glaser, un tipo astuto; no parec¨ªa particularmente interesado en cuestiones art¨ªsticas, pero era capaz de negociar contratos ventajosos, y Armstrong premi¨® esa destreza cit¨¢ndole como su mejor amigo. Los consejos de Glaser a menudo desviaron a Satchmo del camino del jazz para conquistar otros apetecibles sectores de p¨²blico. Bajo esa influencia, el trompetista dedic¨® buena parte de su tiempo a actividades extramusicales, aunque muy ¨²tiles desde el punto de vista promocional. Se le acus¨® de repetir f¨®rmulas y procedimientos, y sus antiguos seguidores se negaron a reconocerle cuando cantaba grandes ¨¦xitos del momento o interpretaba papeles secundarios en pel¨ªculas mediocres. Podr¨ªa pensarse que Armstrong acudi¨® con irritante frecuencia a la llamada del dinero f¨¢cil, pero la verdad es que disfrut¨® complaciendo al p¨²blico y jam¨¢s se prest¨® a cantar o tocar una pieza que, por una u otra raz¨®n, no le gustase. Fue un artista ¨ªntegro de gigantesca sensibilidad, capaz de dignificar cualquier sonido. Tradicionalistas y m¨²sicos de vanguardia le alabaron con id¨¦ntica sinceridad cuando muri¨®. Su trompeta figura con toda justicia entre los objetos que los estadounidenses enviaron al espacio en la llamada c¨¢psula del milenio. Tambi¨¦n supo trabajar en equipo y acept¨® colaborar, m¨¢s o menos convencido, con otras grandes figuras del mundo del espect¨¢culo. La relaci¨®n de Armstrong con la marihuana data de sus d¨ªas en Chicago (1922), cuando el clarinetista Mezz Mezzrow, cuya principal actividad entonces consist¨ªa en surtir de drogas a los m¨²sicos de jazz, le descubri¨® las delicias de la hierba. Satchmo estaba encantado: 'Es mil veces mejor que el whisky', sol¨ªa decir. A partir de entonces, la marihuana no s¨®lo le sirvi¨® de simple diversi¨®n. 'Es mi secretaria y amiga', admit¨ªa, 'produce una borrachera estupenda, si quieres llamarlo as¨ª, y es muy buena para el asma y los nervios'. Tan encantado estaba Pops con los canutos que incluso plane¨® titular Gage, un tipo de marihuana jamaicana de efectos particularmente fuertes, su tercera entrega de memorias. Su agente, el inefable Glaser, horrorizado de que su representado hablara con tanta naturalidad de sustancias prohibidas, destruy¨® los manuscritos que detallaban las intimidades de ese feliz enlace.
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