Abera mantiene la antorcha de Bikila
El campe¨®n ol¨ªmpico en Sydney reafirma el dominio et¨ªope en el fondo con un final espectacular frente al keniano Biwott
Geza Abera, un et¨ªope destinado a entrar en la leyenda como Abebe Bikila y Mamo Wolde, cumpli¨® la profec¨ªa de otro astro de las carreras de fondo. Lo dijo Haile Gebreselassie dos d¨ªas antes del marat¨®n (42,195 kil¨®metros). Se sent¨® en la mesa de los espa?oles y eligi¨® al ganador. 'Vencer¨¢ Abera, como en Sydney', coment¨® el invencible campe¨®n de los 10.000 metros. 'Ni hablar, no ha hecho nada desde los Juegos Ol¨ªmpicos', le contestaron aqu¨¦llos. Siempre expresivo, Gebre se levant¨® y sonri¨® de oreja a oreja. Acert¨®. Abera gan¨® la carrera que cerr¨® los Juegos de Sydney y la que ha abierto los Campeonatos del Mundo de Edmonton. Nunca se hab¨ªa dado nada igual. Abel Ant¨®n gan¨® dos Mundiales consecutivos y el m¨ªtico Bikila conquist¨® los ol¨ªmpicos de Roma 60 y Tokio 64, pero las victorias de Abera se han producido en el plazo de un a?o, lo que le sit¨²a como la gran referencia.
Para los espa?oles, decepci¨®n. Los herederos de Ant¨®n y Mart¨ªn Fiz, ganadores de los tres ¨²ltimos Mundiales, fracasaron sobre un recorrido sinuoso, endurecido por el calor y la humedad. El ataque del marroqu¨ª El Muaziz en el kil¨®metro 26 destroz¨® el compacto grupo en el que figuraban ?scar Fern¨¢ndez, Toni Pe?a y Julio Rey. El latigazo fue fulminante. El paquete de 24 atletas se redujo en un instante a seis unidades. All¨ª no qued¨® ning¨²n espa?ol.
La victoria de Abera reprodujo lo que sucedi¨® en Sydney. Como entonces, derrot¨® a un keniano. En los Juegos, a Wainana. En Edmonton, a Simon Biwott, que no pudo superarle dentro del estadio en un final que levant¨® a la gente de los asientos porque el ganador no estuvo claro hasta los ¨²ltimos 20 metros.
El dominio de los et¨ªopes y los kenianos supone un regreso al viejo orden, el que establecieron Bikila y Wolde en los a?os sesenta. Sorprendentemente, Kenia ha sido menos activa en el marat¨®n. Su ¨²ltimo ¨¦xito se produjo en los Mundiales de Roma 87, cuando Douglas Wakihuru, un especialista consagrado en las generosas carreras de Jap¨®n, se impuso con la l¨®gica de un pa¨ªs que es una mina de fondistas. Pero los kenianos suelen estar m¨¢s atentos al dinero de los grandes maratones que a la gloria de los Juegos y los Mundiales.
Con 30 a?os, Biwott no es un novato y tiene una buena historia. Nacido en Eldoret, el pueblo del mundo con m¨¢s campeones per c¨¢pita, se ganaba la vida vendiendo peri¨®dicos en los caminos del valle del Rift. Como ten¨ªa habilidad para correr, decidi¨® participar en algunos maratones europeos. Un buen atleta, en fin, sin demasiado prestigio. En septiembre de 2000, los organizadores del de Berl¨ªn le contrataron como liebre, pero se le fue el pie. Impuso un ritmo tan elevado que a media carrera s¨®lo le segu¨ªan dos atletas. No le qued¨® m¨¢s remedio que ganar.
El duelo entre un et¨ªope y un keniano siempre levanta pasiones. Etiop¨ªa domina en estos momentos el fondo con pu?o de hierro. Sus atletas ganaron en Sydney los 5.000 metros, los 10.000 y el marat¨®n. En Edmonton caminan en la misma direcci¨®n, con lo que eso supone de herida en el orgullo de los kenianos, que no acaban de encontrar a su atleta insignia. A diferencia de los consistentes et¨ªopes, ellos vienen y van.
Por el contrario, Abera es de los que no fallan, como Gebreselassie. Su victoria fue un prodigio de dominio t¨¢ctico y buena vista. Comprendi¨® de d¨®nde proced¨ªa el peligro. Respondi¨® inmediatamente a un aceler¨®n de los italianos en el kil¨®metro 12. Contest¨® poco despu¨¦s a El Muaziz, el hombre destinado a reventar la carrera. Eso ocurri¨® m¨¢s tarde y donde se esperaba: en el muro del kil¨®metro 26. En apenas 2.000 metros se salvaba un desnivel de 75, lo que, en t¨¦rminos maratonianos, es un buen puerto. Fue all¨ª donde atac¨® de nuevo El Muaziz. El grupo qued¨® triturado. S¨®lo cinco le siguieron: dos et¨ªopes, Abera y Tola; un keniano, Biwott; un japon¨¦s, Aburaya, y un italiano, Baldini.
El desaf¨ªo de El Muaziz fue excesivo para ¨¦l. Cobr¨® 50 metros de ventaja con un paso ligero y redondo que se quebr¨® al poco. Abera tom¨® el mando de las operaciones y aniquil¨® la fuga. Desde el kil¨®metro 30 se vio una labor de desgaste.Primero, se descolg¨® El Muaziz; luego, Aburaya; m¨¢s tarde, Tola y Baldini. La cosa quedaba para Biwott y Abera, que prob¨® a su rival y hall¨® respuesta. El et¨ªope decidi¨® que la victoria se jugar¨ªa en el estadio, donde probablemente sacar¨ªa partido a su punta de velocidad.
M¨¢s grande, con un gasto superior en la zancada, Biwott aument¨® las revoluciones para sacarle de rueda. Pero entraron juntos en la pista y all¨ª no hubo dudas: Abera impuso su velocidad. Gan¨® porque fue m¨¢s r¨¢pido en los ¨²ltimos metros, pero tambi¨¦n porque domin¨® la carrera desde el principio con una autoridad que s¨®lo est¨¢ al alcance de los grandes. Y ¨¦l lo es.
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