Maratoniana noche de hospital
Deprimidos y hundidos, los corredores espa?oles necesitaron asistencia m¨¦dica
Juan Manuel Alonso, el m¨¦dico del equipo espa?ol, no recordaba una noche igual. 'He dormido dos horas y media', contaba ayer por la ma?ana. Dos horas y media, el tiempo de un marat¨®n. Menos durmieron los maratonianos. Cuatro de ellos tuvieron que pasar por el hospital. 'Todos bebieron bien antes de la carrera y en su transcurso', explic¨® Alonso; 'no fue un problema de mala preparaci¨®n. Fue verdadera mala suerte terminar as¨ª con cuatro de los cinco del equipo'. Hundidos moralmente por una prestaci¨®n muy por debajo de sus expectativas; machacados f¨ªsicamente; deshidratados por el calor, la humedad, la horrible subida desde el cauce del r¨ªo, el viento y la dureza de una carrera que se corri¨® sin piedad entre los mejores del mundo; olvidados por una organizaci¨®n desbordada, un sistema que no previ¨® la crudeza de hacer correr hasta la extenuaci¨®n a los atletas a las siete de la tarde por enmarcar la carrera dentro de los actos de la ceremonia de inauguraci¨®n...
En la l¨ªnea de llegada no hab¨ªa voluntarios con botellines de agua o mantas. En la ¨²ltima recta, bastante minutos despu¨¦s de que Abera y Biwott libraran el final m¨¢s apasionante de un marat¨®n en unos Mundiales, algunos atletas ca¨ªan fulminados y otros vagaban con la mirada perdida, sin saber d¨®nde estaban. A la mayor¨ªa les esperaba un suplicio a?adido: subir la rampa de unos 30 metros que les conduc¨ªa a la zona mixta, punto de paso obligado hacia su mochila, su ropa, la ducha. Otros tuvieron m¨¢s suerte: fueron directamente a la enfermer¨ªa, especie de hospital de campa?a. Camillas y sueros colgando de las perchas. 'Los responsables m¨¦dicos estaban desbordados. No sab¨ªan qu¨¦ hacer', coment¨® Alonso, que pas¨® all¨ª unas horas mientras se rehidrataban y recobraban el pulso Antonio Pe?a, Kamal Ziani y Julio Rey, tres de los espa?oles.
'Hemos llegado peor que si hubi¨¦ramos corrido en 2 horas y 7 minutos', dec¨ªan los espa?oles, que anduvieron cerca de las 2 horas y media; 'm¨¢s cansados'. Abera, fresco como una rosa, y Biwott, tambi¨¦n, no paraban de dar vueltas de honor por la pista a toda velocidad mientras los supervivientes ca¨ªan como moscas. El problema fue la humedad inesperada, la dureza de un circuito que todos preve¨ªan m¨¢s sencillo, una hora demasiada temprana para correr en verano, una competencia feroz por mantenerse en el grupo entre empujones y zancadillas pese a la lentitud inicial, un estr¨¦s tremendo a la hora de luchar por conseguir un botell¨ªn de agua en los avituallamientos... El problema fue el fracaso.
Los espa?oles terminaron. Los cinco. Jalid Januchi, el gran favorito, un marroqu¨ª nacionalizado estadounidense, el hombre m¨¢s r¨¢pido en un marat¨®n, se retir¨® en el kil¨®metro 25. Cont¨® as¨ª su experiencia: 'Tengo ampollas en los pies, ardo de calor. Hac¨ªa tanto calor que cre¨ªa que no pod¨ªa respirar. Era dif¨ªcil correr en el grupo. Hab¨ªa que estar luchando constantemente por hacerte hueco. El ritmo era tan lento que me sent¨ªa pesado. Parec¨ªa que no pod¨ªa correr. Intent¨¦ ser paciente. Tuve que ir m¨¢s lento. No estoy acostumbrado a eso. Todo eran empujones a la hora de coger las bebidas. Fue una carrera mental. Hab¨ªa que ser duro para aguantar y yo no lo fui'.
Javier Cort¨¦s, que termin¨® en 2 horas y 28 minutos, fue duro para acabar. M¨¢s todav¨ªa, fue tan duro que no se quej¨® de nada en la llegada. No pidi¨® asistencia. No fue a la enfermer¨ªa. Aguant¨® de pie. Media hora despu¨¦s, en el autob¨²s que le llevaba a la residencia, en el campus de la Universidad de Alberta, se vino abajo definitivamente. 'Me mareo, me mareo', le dijo a Gerardo Cebri¨¢n, el jefe de prensa de la Federaci¨®n Espa?ola, que le acompa?aba. ?ste acert¨® a darle una bolsa de pl¨¢stico. No acab¨® ah¨ª el problema. Casi no pudo esperar Cort¨¦s a que el veh¨ªculo abriera la puerta para bajase lanzado y tirarse a un parterre de hierba. Alarmado, Cebri¨¢n llam¨® a las urgencias sanitarias. ?stas trasladaron al atleta, v¨ªctima de deshidrataci¨®n, al hospital universitario. En s¨®lo un cuarto de hora le endosaron, por v¨ªa endovenosa, dos litros de suero. Poco despu¨¦s se recuper¨®.
M¨¢s all¨¢ de la medianoche, las ocho de la ma?ana en Espa?a, abandonaba el estadio ?scar Fern¨¢ndez, el primer espa?ol que lleg¨® a ¨¦l (15?), el ¨²ltimo que se fue. No pas¨® por la enfermer¨ªa ni por el hospital. No se sinti¨® mal. Simplemente, ten¨ªa que pasar el control antidopaje. Sencillamente, estaba tan seco que, aunque bebi¨® litros de agua al acabar, fue incapaz de orinar hasta tres horas despu¨¦s.
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