Quintacolumnistas de Israel
Arafat intensifica la lucha contra los colaboracionistas ante el riesgo de que la gente se tome la justicia por su mano
'Esp¨ªas, esp¨ªas, aplastaremos vuestras cabezas con nuestros zapatos', coreaban dos centenares de mujeres en el entierro de uno de los ¨²ltimos palestinos asesinados por soldados israel¨ªes. La poblaci¨®n palestina est¨¢ cada vez m¨¢s convencida de que esos ataques selectivos contra los dirigentes de la resistencia s¨®lo son posibles con informaci¨®n desde dentro. ?C¨®mo, si no, pudieron los artificieros israel¨ªes colocar una bomba en el coche de Ibrahim Beni Odeh o hacer estallar la cabina telef¨®nica desde la que hablaba Salah Darwaze? El sobrino del primero y un conocido del segundo estuvieron detr¨¢s.
Ambas v¨ªctimas eran dirigentesde Ham¨¢s, pero ha habido bajas en todos los grupos que respaldan la Intifada. Y la ira de sus militantes est¨¢ a punto de estallar. Seg¨²n el Centro Palestino de Derechos Humanos, Israel ha ejecutado a 58 dirigentes locales de la Intifada desde el inicio de la revuelta palestina a finales del pasado septiembre. La presi¨®n de la calle ha obligado a la Autoridad Palestina (AP) a intensificar su lucha contra los colaboracionistas.
El pasado viernes apareci¨® en las cercan¨ªas de Bel¨¦n (Cisjordania) el cuerpo acribillado de Jaled Musa Abu al Hawa, de 56 a?os. Como los dos hombres asesinados el mi¨¦rcoles por enmascarados en Ramala y El Jader, los vecinos de Abu al Hawa sospechaban que pasaba informaci¨®n a Israel. Al menos otros cinco conocidos colaboracionistas han corrido la misma suerte desde septiembre.
Estos sucesos recuerdan dolorosamente la ola de venganzas y contravenganzas que se desat¨® en la ¨²ltima fase de la primera Intifada (1987-1993). 'Entonces no ten¨ªamos una justicia propia, pero hoy no podemos justificarlo', declar¨® en una entrevista a EL PA?S Mohamed Abu Harthieh, director general de la organizaci¨®n de derechos humanos Al Haq.
'La Autoridad Palestina rechaza y condena todo intento de cualquiera que pretenda tomarse la justicia por su mano', se apresur¨® a precisar el viernes un comunicado oficial que se?alaba a la AP como '¨²nica entidad responsable de tomar las medidas legales necesarias'. La 'operaci¨®n preventiva' israel¨ª del martes anterior (el ataque a una oficina de Ham¨¢s en Nabl¨²s que caus¨® ocho muertos) desat¨® una ola de detenciones.
Durante la pasada semana, los tribunales de seguridad del Estado han juzgado a seis sospechosos de colaboracionismo y condenado a muerte a cuatro de ellos. Estas sentencias, bien acogidas por la poblaci¨®n que pide su ejecuci¨®n inmediata, constituyen una pesada losa para el presidente palestino, Yasir Arafat, a quien corresponde ratificar las penas capitales. Cuando el pasado enero su firma envi¨® por primera vez al pelot¨®n de fusilamiento a dos colaboracionistas, las cr¨ªticas de los grupos de defensa de los derechos humanos no se hicieron esperar. A la oposici¨®n gen¨¦rica a la pena de muerte se unen las reticencias a los tribunales de excepci¨®n creados en 1995 y cuyos pronunciamientos no admiten recurso.
El Centro Palestino de Derechos Humanos, denunci¨® el pasado jueves que los acusados de colaboracionismo 'sufren tortura en prisi¨®n, no tienen derecho a defenderse ante el tribunal y no pueden apelar contra la sentencia'. Al Haq subraya que muchos de los acusados 'han sido forzados ha colaborar por las fuerzas israel¨ªes mediante presi¨®n f¨ªsica o psicol¨®gica y/o amenazas de c¨¢rcel o desgracia p¨²blica', lo que constituye una violaci¨®n de ley humanitaria internacional.
Israel, que desde el inicio de la ocupaci¨®n ha contado con informantes en los territorios, suele atraer a los palestinos con pases para cruzar los controles del Ej¨¦rcito (¨²nica forma de encontrar trabajo en Israel) o con dinero. Tambi¨¦n son numerosas las historias de chantaje por l¨ªos de sexo y drogas, reales o preparados. Los responsables se niegan a comentar estos asuntos y tampoco ayudan a los colaboradores en apuros.
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