Esquizofrenia
Los esquizofr¨¦nicos suponen el 1% de la poblaci¨®n mundial. De cada cien personas, hay un esquizofr¨¦nico. Esta devastadora enfermedad todav¨ªa no ha sido superada, a pesar de los nuevos f¨¢rmacos que existen en el mercado. Las crisis psic¨®ticas son como una bomba destructora en el cerebro humano. Algunos no se recuperan nunca de su primera crisis. Otros, por el contrario, se adaptan como pueden a un ritmo caprichoso de la enfermedad. Los episodios psic¨®ticos se suceden con el paso del tiempo y se componen de alucinaciones, mayoritariamente sonoras, delirios, desconfianza y un sentimiento de rechazo por parte de la sociedad. Un episodio psic¨®tico puede parecerse mucho a la pel¨ªcula El show de Truman. El protagonista se siente observado, grabado por ocultas c¨¢maras de televisi¨®n, controlado por una realidad superior. Y, adem¨¢s, escucha voces de gente que no est¨¢ presente. El resultado es la desorientaci¨®n, la tensi¨®n, la ansiedad y el sufrimiento extremo.
Normalmente pasa un tiempo hasta que los m¨¢s cercanos al enfermo descubren que algo le sucede. Muchas veces, el enfermo logra ocultarlo durante una temporada. A veces hay que ingresar al esquizofr¨¦nico en contra de su voluntad. Otras veces es ¨¦l mismo el que se entrega a las autoridades sanitarias, por decirlo de alguna manera. Nuestro h¨¦roe se arriesga a un ingreso que tal vez durar¨¢ meses en la planta de agudos de un psiqui¨¢trico. All¨ª le administrar¨¢n los medicamentos y evitar¨¢n que intente acabar con su vida. Los que han tenido m¨¢s suerte y no han sido ingresados, tal vez porque la medicaci¨®n ha hecho mayor efecto en ellos, tendr¨¢n que vivir su propio infierno dom¨¦stico.
Normalmente es la familia la que lleva todo el peso de la recuperaci¨®n del esquizofr¨¦nico. ?ste se expone a sufrir una terrible depresi¨®n subsiguiente a la crisis, mientras engorda extremadamente a causa de los medicamentos antipsic¨®ticos. El enfermo puede dejar de lavarse o de afeitarse, entregado a su mal. Hay muchos, quiz¨¢s m¨¢s favorecidos, que luchan por vivir integrados en la sociedad, y que logran llevar su enfermedad en secreto. No obstante, hay otros que no pasan de la primera fase. Despu¨¦s de la crisis, no se recuperan nunca, y su mente se queda encerrada en un universo propio del que a duras penas llegan a escapar con los medicamentos antipsic¨®ticos. De ellos es el pasillo tenebroso en los psiqui¨¢tricos, ellos son los reyes en la desgraciada y miserable corte de los locos. No son peligrosos, simplemente est¨¢n encerrados en las c¨¢rceles de sus mentes. Y a¨²n no hay remedio para ellos.
En la prensa, los esquizofr¨¦nicos no suelen gozar de buena fama. Algunos sucesos relacionados con estos enfermos pueden hacer pensar que son seres peligrosos, pero no hay nada m¨¢s alejado de la realidad. La proporci¨®n de criminalidad entre esquizofr¨¦nicos y personas sanas es la misma. Y el peligro real es que el esquizofr¨¦nico termine haci¨¦ndose da?o a s¨ª mismo, no a los dem¨¢s. Pero la esquizofrenia todav¨ªa est¨¢ estigmatizada por la sociedad, as¨ª que muchos optan, como ya he dicho antes, por mantenerla en secreto. Han aprendido a vivir con la enfermedad y con el miedo. Miedo, porque nadie les asegura que la esquizofrenia acabe erosionando sus facultades mentales con el paso de los a?os. Miedo, porque nunca saben cuando la crisis va a llegar.
Tras el brote, el esquizofr¨¦nico debe volver a subir la monta?a, como una especie de S¨ªsifo. A veces es dif¨ªcil reincorporarse a la vida normal, al universo de los otros. Pero la vida contin¨²a. El enfermo aprende a convivir con la esquizofrenia. Sobre todo, trata de vivir al d¨ªa, y de no pensar en un futuro lejano. A fin de cuentas, no ha de permitir que la enfermedad le doblegue. Ya ha decidido medicarse de por vida. Ha asumido su enfermedad. Ha estado ingresado en varios psiqui¨¢tricos. Sabe lo que es permanecer atado a una cama. Ha tomado toda clase de f¨¢rmacos en su periplo por jardines enrejados. Y recuerda que, en algunos lugares, los electroshocks no han pasado de moda. Pero, poco a poco, recupera sus fuerzas. Su mente regresa a la normalidad, despu¨¦s de muchos meses en el infierno. Y ha de ser fuerte, porque su vida vuelve a empezar, inexorable.
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