FRANCISCO AYALA, CONTUNDENTE: LA NOVELA PERTENECE AL PASADO
La narrativa ha perdido la funci¨®n orientativa que cumpli¨® en el XIX. 'Hoy la gente se orienta con lo que ve en la televisi¨®n', afirm¨® el escritor que, en plena forma a sus 95 a?os, participa en un curso en Santander dedicado a su obra
Francisco Ayala se somete esta semana a un juicio sumar¨ªsimo. Lo hace sentado en un estrado, apartado del jurado de expertos que le desmenuza en un aula de la Universidad Internacional Men¨¦ndez Pelayo (UIMP), de Santander. Se le atribuye, a sus 95 a?os, haber creado una enorme obra coherente, adelantada a la recepci¨®n de las vanguardias en Espa?a, anteceder juicios suyos a los acontecimientos, profetizar la globalizaci¨®n en los a?os cuarenta, ser escritor universal, trascendente, haber intentado superar g¨¦neros decimon¨®nicos, como la novela, teorizar sobre los medios de comunicaci¨®n, sobre el cine, de ser -y esto es grav¨ªsimo en alguien de su condici¨®n- optimista ante las nuevas tecnolog¨ªas, de estar conectado a la onda de grandes creadores europeos del siglo como Alberto Moravia, Elias Canetti, Thomas Mann o a filosof¨ªas como las provenientes de las escuelas de Francfort y de Chicago.
Pero ¨¦l sabe defenderse sin abogados. Lo afronta con las piernas cruzadas, la frente despejada, su lucidez de pacto con el diablo y con distancia. 'Me siento como en estado de ultratumba, escuchando como estos se?ores hablan de un escritor del siglo pasado', contaba ayer el maestro, acad¨¦mico, premio Cervantes, Pr¨ªncipe de Asturias, candidato al Nobel de Literatura, autor de ensayos, novelas, narraciones alejadas de los c¨¢nones, arquitecto de una obra hecha a jirones y llena de intenci¨®n desde Espa?a y desde su exilio americano. Lo hac¨ªa en un descanso del seminario que analiza su legado titulado El tiempo y yo: Encuentro con Francisco Ayala y su obra.
Ayala pocas veces dice que no. Se presta a todo, escucha las conferencias, dedica libros, atiende a los medios. Se sienta en un sill¨®n orejero del vest¨ªbulo del Palacio de la Magdalena y contesta a todo impecablemente vestido con traje azul. Primero habla de esa ¨¦poca de la transici¨®n en la que el espa?ol medio recib¨ªa con asombro a los escritores del exilio: 'Aquel glamour del exilio era artificial, el resultado de la paleter¨ªa de un pa¨ªs que manifestaba su sorpresa, su asombro, injustificado, tras muchos a?os de oscuridad, por nosotros. Aquello no ten¨ªa raz¨®n de ser', cuenta.
Luego alguien hace referencia a su candidatura al Nobel, sobre lo que tambi¨¦n opina. 'Es accidental, me han propuesto y lo agradezco, pero un escritor no se hace con premios y homenajes, sino con su propia obra', avisa. Como se ha hecho ¨¦l, desde que publicara hace ya 76 a?os su primera creaci¨®n, Tragicomedia de un hombre sin esp¨ªritu, hasta hoy, piedra a piedra, construyendo un legado con vistas de futuro. 'Mi obra tiene ¨ªndole de proyecto. Y ese proyecto ha llamado a cada g¨¦nero en su momento', dice. 'Lo ¨²nico que no he publicado es poes¨ªa l¨ªrica. He escrito mucha de joven, pero nunca la he publicado porque tengo mucho respeto por esa forma de expresi¨®n'.
Ha dejado sus huellas en el ensayo, en la narrativa, en la novela y el relato corto y en otras cosas a las que no se atreve a poner nombre. Las llaman 'narraciones posmodernas'. Pero son, ante todo, 'relatos que dan una visi¨®n del mundo', dice ¨¦l. Ha gastado lo suyo en la invenci¨®n de un g¨¦nero, pero no cree haberlo conseguido el autor de El jard¨ªn de las delicias, Los usurpadores o La cabeza del cordero, que se despidi¨® de la novela con propuestas muy personales, como Muerte entre perros y El fondo del vaso. 'No, yo no he creado ning¨²n g¨¦nero, ojal¨¢, ?Qu¨¦ m¨¢s quisiera yo!', confiesa. Tampoco, seg¨²n ¨¦l, ha escrito novelas contra las dictaduras: 'Al menos no ha sido mi intenci¨®n', dice.
Del ensayo, deja caer el peso de su experiencia: 'Debe estar bien escrito. Es un g¨¦nero de persuasi¨®n y debe ser presentado convincentemente', se?ala cuando se le pregunta si esta forma esta en crisis. Pero son m¨¢s contundentes sus opiniones sobre la novela. 'Ya no cumple la funci¨®n orientativa que ten¨ªa en el siglo XIX. En aquellos tiempos daba pautas de comportamiento, ense?aba maneras de vivir. Ha tenido un desarrollo y ha cumplido su funci¨®n social', asegura. 'Hoy la novela no dice nada en ese sentido. Puede ser divertida, graciosa, pero la gente se orienta con lo que ve en la televisi¨®n. La novela es un fen¨®meno hist¨®rico que ya ha pasado'.
No as¨ª la literatura, porque descifra lo m¨¢s profundo del ser humano. 'En un libro se aprende m¨¢s acerca de una persona que tomando caf¨¦ con ella todos los d¨ªas', asegura el escritor. 'La literatura no puede cambiar, seguir¨¢ existiendo igual, porque la sensaci¨®n literaria es la eclosi¨®n de la personalidad, su manifestaci¨®n m¨¢s profunda'.
Se puede analizar su obra hasta la saciedad, descifrar sus recovecos, algo en lo que asegura haber tenido suerte: 'Desde el principio, la cr¨ªtica me ha entendido bien, no tengo ninguna queja', asegura. Pero todo el trabajo que se realice sobre ¨¦l en el futuro tendr¨¢ que ser sobre lo ya escrito porque afirma que ya ha dicho todo lo que ten¨ªa que decir: 'Creo que ya es hora de parar, ?no? Me lo merezco. Veo posibilidades de interpretaci¨®n de la realidad muy ricas, pero es cosa de otros', reta el maestro. Y realiza una ¨²nica petici¨®n: 'Ahora d¨¦jenme descansar a m¨ª'.
![Francisco Ayala, en el palacio de la Magdalena, en Santander.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/BZ6CO77MDKAJM2O47C3BAGNGVU.jpg?auth=43925b15f4cb9261e1d9c7a02953d4b50d820e6ec82c1d6da20f554ebb63b7ca&width=414)
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