Siempre Hermoso

Una vez m¨¢s, Pablo Hermoso de Mendoza nos ha convencido de lo poco que tiene que ver con el resto de los rejoneadores, de los que se diferencia por practicar un arte superior, mucho m¨¢s torero, arriesgado, preciso y emocionante. Todav¨ªa me pregunto c¨®mo se puede ajustar tanto la embestida del toro, el temple del caballo, la reuni¨®n exacta en tiempo y distancia, y la salida de la suerte, cuando el toro, atracado de caballo, pega el ¨²ltimo derrote, seguro de alcanzar el blanco, y, milagrosamente, mientras el p¨²blico ha cerrado instintivamente los ojos temiendo la tragedia, el centauro ha desaparecido de su horizonte y el toro, desenga?ado, cornea el aire, en el mismo espacio que, una mil¨¦sima de segundo antes, estaba lleno. As¨ª, de milagro, coloc¨® una de las farpas. No fue menos sorprendente el primer rej¨®n, con el toro distra¨ªdo que, de pronto se arranca sobre el caballero, que lo deja llegar y, en un palmo, quiebra y clava ante la bendita sorpresa del p¨²blico. Toda la actuaci¨®n de Hermoso en su primero estuvo a gran nivel, destacando los momentos rese?ados, al igual que la forma de clavar las cortas, dobl¨¢ndose en tres vueltas ce?idas, seguidas de una cuarta en la que hizo el tel¨¦fono.

En el ¨²ltimo, un toro tardo, volvi¨® a destacar en la concepci¨®n unitaria de la lidia, demostrando que, frente a alardes aislados, ¨¦l tiene un continuo valor torero capaz de transformar el comportamiento del toro.

Leonardo Hern¨¢ndez estuvo irregular en el primero; brill¨® m¨¢s en los quiebros del cuarto, siempre sobrado de gesticulaci¨®n. Se adorn¨® con piruetas espectaculares, en alguna de las cuales fue alcanzada la cabalgadura.

Boh¨®rquez no coloc¨® de forma excesivamente precisa los diversos arpones, y tampoco se entendi¨® con una res de embestida franca que sali¨® en segundo lugar. En el quinto aguant¨® valientemente a dos pistas.