Demasiados caballitos
Seis se?ores a caballo, haciendo todos los mismos numeritos, son un plomazo de mucho cuidado. Los rejoneadores se han metido en el jard¨ªn de hacer todos las mismas gracias, y hay que tener unas generosas tragaderas para deglutir los carruseles y tiovivos, las banderillas con el inevitable quiebro del caballo, los pares a dos manos, las cortas, la rosa, las corvetas, los giros, las piruetas, los sombrerazos para pedir aplausos y los '?venga ya!' y '?v¨¢monos!' a grito pelado.
Si despu¨¦s de todo esto ninguno de los seis se?ores de a caballo hace m¨¦ritos para que le den una oreja, con lo f¨¢ciles que se cotizan las orejas en esto del rejoneo, la tabarra alcanza alturas de narc¨®tico.
Puerta / Seis rejoneadores
Cuatro toros de Julio de la Puerta, despuntados para rejoneo, mansos y violentos. 1? y 6?, de Alcurruc¨¦n; igualmente despuntados, mansurr¨®n y manso distra¨ªdo, respectivamente. Borja Baena: rej¨®n atravesado (vuelta). Miguel Garc¨ªa: rejonazo (vuelta). Jos¨¦ Miguel Callej¨®n: rej¨®n atravesado al segundo intento, otro trasero y ca¨ªdo, y rejonazo que descuerda al toro (palmas). Javier San Jos¨¦: rej¨®n trasero, otro delantero y, pie a tierra, dobla el toro (palmas). Jos¨¦ Manuel Duarte: rej¨®n ca¨ªdo y atravesado y, pie a tierra, descabello (vuelta). Ra¨²l Mart¨ªn Burgos: rej¨®n delantero y rejonazo (vuelta). Los tres ¨²ltimos, nuevos en esta plaza. Plaza de Las Ventas, 12 de agosto. Un tercio de entrada.
Entre tanto galopar, quebrar, saltar y dar vueltas al aire, hubo dos rejoneadores que brillaron con especial relieve. ?stos fueron el portugu¨¦s Jos¨¦ Manuel Duarte, que hac¨ªa su presentaci¨®n en Las Ventas, y el madrile?o Jos¨¦ Miguel Callej¨®n, ya conocido de la afici¨®n de casa.
Ambos torearon muy bien a caballo, especialmente el portugu¨¦s, que realiz¨® una lidia perfecta, con un estilo y unos trazos que recordaron a los de su compatriota, el maestro Jo?o Moura. Se estrech¨® en los encuentros, clav¨® siempre a destribo y supo desenga?ar al manso y bronco enemigo que tuvo delante, con un toreo templado, llev¨¢ndolo cosido a la grupa. El toro no se le volvi¨® a ir a tablas. Es posible que abusara de los galopes alocados en alg¨²n momento, pero su inteligencia y sentido lidiador resultaron muy evidentes.
Jos¨¦ Miguel Callej¨®n tambi¨¦n encel¨® muy bien al manso de turno, y lo supo poner en suerte con soltura y h¨¢biles recortes. Aprovech¨® las carencias cuando lo juzg¨® imprescindible, hizo un quiebro muy espectacular, aguant¨® con valor los arreones y los apretones que el violento morlaco le atizaba cada dos por tres, y fue una pena que no acertara con los rejones de muerte, porque, seguramente, se habr¨ªa llevado una merecida oreja.
El resto del sexteto se mostr¨® como cuatro rejoneadores del mont¨®n, de ese mont¨®n que ha surgido ¨²ltimamente al calor de los ¨¦xitos y los dineros de Hermoso de Mendoza. Borja Baena galopa demasiado, cuartea exageradamente y clava muy desigual, y siempre a la grupa. Miguel Garc¨ªa se va de frente y clava al estribo con limpieza y seguridad, pero el toro le toc¨® muchas veces el caballo. Javier San Jos¨¦ clava muy mal y abusa de las piruetas y de pedir aplausos. El caballo fue alcanzado un mont¨®n de veces, y fall¨® totalmente con las cortas y con las rosas.
Ra¨²l Mart¨ªn Burgos se enfrent¨® al toro de mayores dificultades: un manso que se quer¨ªa ir a los prados de la dehesa. Pas¨® muchas fatigas para poder clavar, con acierto, y muchas veces tuvo que hacerlo a toda velocidad. Con paciencia y tes¨®n pudo, por fin, colocar un par de banderillas a dos manos, que fue muy aplaudido. Fue un poco la guinda del final de una tarde larga y sopor¨ªfera, en la que nos hartamos de tanto galopar.
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