Brasil, desesperada
La tetracampeona inicia ante Paraguay la cuenta atr¨¢s por no faltar por vez primera a un Mundial
Un pa¨ªs entero aguantar¨¢ hoy la respiraci¨®n, cuando Brasil, la mejor selecci¨®n del planeta, la tetracampeona del mundo, la que nunca falt¨® a un Mundial, la que representa a un pueblo en el que el f¨²tbol es una religi¨®n, se enfrente a Paraguay en uno de los choques m¨¢s trascendentes de su gloriosa historia, un partido que le puede dejar al borde de una tragedia nunca vista: su no presencia en un Mundial.
La situaci¨®n s¨®lo admite parang¨®n con aquella final de 1950, en la que 200.000 espectadores llenaron Maracan¨¢ de l¨¢grimas tras la derrota frente a Uruguay en la final del Campeonato del Mundo. La afici¨®n brasile?a vive desesperada las horas previas al partido de hoy, lleno de malos presagios para un equipo otrora intocable. A Luis Felipe Scolari, Felip¨®n, le ha tocado ponerse al frente del que algunos califican como el peor Brasil de la historia. El t¨¦cnico ha dejado en el ambiente una tensa indefinici¨®n. La ¨²ltima sesi¨®n de entrenamiento, el pasado lunes, enfrent¨® a los presuntos titulares con los suplentes. Pero Scolari hizo tantos cambios de jugadores -uno cada diez minutos- que nadie se atreve a apostar por un equipo titular determinado. A decir verdad, los supuestos titulares no hicieron nada digno de su categor¨ªa. Y lo que es peor: los reservas tampoco, lo que certifica que Brasil, de un tiempo a esta parte, no emite sino malos augurios.
El desastre de la Copa Am¨¦rica, en la que Brasil fue eliminado por un adversario min¨²sculo -y que lleg¨® de rebote al torneo- llamado Honduras, no fue m¨¢s que el triste colof¨®n a una trayectoria lacrim¨®gena, repleta de cambios de entrenador. Scolari hace el n¨²mero tres de los que este a?o han intentado detener el naufragio. Felip¨®n, que de momento tiene el respaldo de la hinchada, ha optado por mezclar veteranos experimentados, como Rivaldo y Roberto Carlos, con desconocidos como Cris, Eduardo Costa o Tinga, sin experiencia y, por lo tanto, de dudosa capacidad para rendir bajo el peso de la responsabilidad y del m¨ªtico uniforme amarillo que, por cuatro veces, se consagr¨® como el mejor del mundo. Es duro ver a un entrenador que duda sobre a qui¨¦n colocar al lado de Rivaldo, si a Edilson o a Marcelinho Paraiba, y decide dejar en el banquillo a Elber, castigado por llegar con un d¨ªa de retraso a la concentraci¨®n. Pero el aficionado se pregunta de d¨®nde sac¨® Scolari la idea de que Marcelinho Paraiba podr¨¢, en un partido decisivo, hacer algo m¨¢s con Rivaldo que pedirle un aut¨®grafo.
Pese a jugarse bien poco en el envite, Paraguay, que llega sin su habitual pareja de centrales, Ayala-Gamarra, nada permite suponer que dejar¨¢ de presentar un f¨²tbol combativo. Entre los jugadores paraguayos el clima es el inverso al de su angustiado rival. Al fin y al cabo, Paraguay tiene casi asegurada su participaci¨®n en el Mundial del 2002. Y Brasil, no.
Papeles cambiados Qui¨¦n iba a imaginar que alg¨²n d¨ªa se cambiar¨ªan de esta manera los papeles. Los brasile?os est¨¢n tensos, nerviosos; los paraguayos, tranquilos e ir¨®nicos, por aquello de que ocupan el segundo puesto en la fase de clasificaci¨®n para el Mundial 2002. Brasil es cuarto. Los cuatro primeros se clasifican directamente, por lo que una derrota significar¨ªa el principio del fin. 'Es un partido a vida o muerte' dice Scolari. 'Hay que comportarse como si fuera la final de un Mundial', a?ade Rivaldo. En Porto Alegre, 50.000 hinchas brasile?os ser¨¢n testigos directos de un partido te?ido de drama sentimental. El mism¨ªsimo Pel¨¦ ha saltado a la palestra para emitir su particular opini¨®n sobre una posible ausencia de Brasil en el Mundial. Ni corto ni perezoso, ha manifestado que en caso de que esto ocurra 'el campeonato deber¨ªa aplazarse'. Para ¨¦l, como para tantos angustiados compatriotas, el f¨²tbol no se concibe sin Brasil.
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