Teatro alternativo en verano, 'botell¨®n' el resto del a?o
El Canto de la Cabra habilita como sala al aire libre una plaza poblada habitualmente por j¨®venes y vagabundos
'No me gusta el violonchelo, pero hay que tocarlo. La vida no nos gusta, pero hay que vivirla', afirma Caribaldi, un personaje de La fuerza de la costumbre refiri¨¦ndose a las cosas que las personas hacen por imposici¨®n. Pero poca gente va al teatro obligada. Eso se hace porque apetece. Y m¨¢s si, en plena can¨ªcula de agosto, existe la posibilidad de disfrutar de ese arte al aire libre y con precios inferiores a los habituales.
La sala alternativa El Canto de la Cabra ha habilitado este verano la plazuela contigua a su teatro, en pleno barrio de Chueca, para representar La fuerza de la costumbre, una obra del existencialista Thomas Bernhard.
?ste es el s¨¦ptimo a?o que la compa?¨ªa saca su escenario a la calle cuando llega el calor y llena de arte esta plaza, que, el resto del a?o, sirve de lugar de encuentro de 'borrachos, vagabundos y yonquis', seg¨²n los vecinos. La gente del barrio, seg¨²n cuenta Juan ?beda, codirector de la compa?¨ªa y director de la obra, aplaude esta iniciativa porque, con su habilitaci¨®n como teatro, esta plaza -que antes no ten¨ªa nombre pero que la compa?¨ªa ha bautizado como la plaza del olivo- se limpia de basuras y se desinfecta. 'Yo vivo cerca, y puedo asegurar que durante el resto del a?o a esta plaza no hay quien se acerque a menos de tres metros por el mal olor', afirma ?beda.
El olivo situado en medio de la plaza y al lado del cual se celebran el resto del a?o muchos botellones [consumo de bebidas alcoh¨®licas en grupo], se convierte en un elemento de attrezzo fundamental en la representaci¨®n. A su alrededor se desarrolla toda la obra, y ya en representaciones anteriores, como Los d¨ªas felices de Samuel Beckett o ?Qu¨¦? Nada, de Federico del Barrio, el olivo ha sido el protagonista.
Tambi¨¦n en verano alg¨²n indigente se acerca a la plazuela, aunque en este tiempo no tiene m¨¢s remedio que apoyarse en las vallas met¨¢licas que la compa?¨ªa ha dispuesto para cerrar el recinto, ahora llenas de carteles.'El p¨²blico que viene aqu¨ª es imprevisible: hay d¨ªas que viene s¨®lo gente mayor, otros d¨ªas son todos j¨®venes y otros hay de todo', comenta Laura, una actriz argentina que, mientras prepara una obra, trabaja de camarera en el bar del teatro. Tambi¨¦n es habitual ver a muchas parejas de enamorados acercarse a conocer este teatro a cielo abierto.
Dentro del teatro hay una cafeter¨ªa que, abierta antes y despu¨¦s de la representaci¨®n, contribuye al ambiente familiar y relajante del lugar. Una peque?a barra con unas cuantas mesas y unos precios muy asequibles invitan a charlar y tomar algo o a leer alguna de las numerosas revistas de teatro alternativo que all¨ª se ofrecen. Despu¨¦s de la representaci¨®n, cuando los actores se han cambiado de ropa y han recogido el escenario, se unen a las tranquilas tertulias del caf¨¦, y en muchas ocasiones comentan la obra con los espectadores. 'Al estar al aire libre, de noche y tan cerca de los actores, estaba tan c¨®moda que se me olvidaba que era un teatro', relata una mujer que admite haber acudido a ver la obra instada por una de sus amigas.
La fuerza de la costumbre es una obra incluida dentro del programa de los Veranos de la Villa del Ayuntamiento, que, cada a?o, da el permiso para que se cerque la plaza y se instalen las gradas y los sistemas de luz y sonido. En septiembre todo se desmonta, y El Canto de la Cabra vuelve a su sala habitual, contigua a la plaza.
'En otros teatros todo es m¨¢s serio y m¨¢s distante. Aqu¨ª, al ser m¨¢s reducido, todo es familiar, hasta el trato con quien vende las entradas', opina Eva, una espectadora de 27 a?os. Los miembros del grupo aseguran que, con el proyecto de poner en escena una obra al aire libre, lo que se pretende es llegar a ser un punto de referencia dentro de la oferta cultural de Madrid en los meses de verano.
Limpieza y mantenimiento
Aunque el espacio elegido sea una plaza p¨²blica, la propia compa?¨ªa privada, pero subvencionada, colabora en su limpieza y mantenimiento. Cuando los espectadores se acomodan, una trabajadora del teatro recuerda que no est¨¢ permitido fumar. Tambi¨¦n advierten de que se apaguen los tel¨¦fonos m¨®viles durante la representaci¨®n, pero no pueden evitar que, durante la hora y cuarto que dura la obra, se perciba alg¨²n ruido de la calle. La obsesi¨®n por limitar el ruido llega hasta el punto de que uno de los trabajadores est¨¢ encargado de pedir silencio a los transe¨²ntes.
'El p¨²blico aqu¨ª no viene a buscar entretenimiento, ya lo tiene con la televisi¨®n, las discotecas y esas cosas. Viene a buscar preguntas, pero se entretiene', afirma Juan ?beda.
Entre 80 y 90 personas han acudido cada d¨ªa, de media y en lo que va de verano, a ver la obra. Aunque hay d¨ªas en los que las 130 sillas de las gradas cedidas por el Ayuntamiento se llenan, y otros, como el pasado mi¨¦rcoles, en los que, por las fiestas de La Paloma, s¨®lo acuden 35 personas. Tampoco les obsesiona la asistencia, porque el objetivo de este teatro no es la masificaci¨®n; de hecho, la sala habitual, de seis metros de largo por cinco de fondo, es bastante m¨¢s peque?a que la plaza y tiene un aforo de 60 personas. Pero parece que los que acuden se quedan contentos. La prueba es que las representaciones se han ampliado hasta el 16 de septiembre.
El Canto de la Cabra. Calle de San Gregorio, 8. Metro Chueca y Alonso Mart¨ªnez. De mi¨¦rcoles a domingo, a las 23.00. Precio: 1.700 pesetas (1.200 pesetas para estudiantes, carn¨¦ joven, tarjeta del paro, grupos y d¨ªa del espectador). Tel¨¦fono de taquilla: 91 310 42 22.
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