COCINA CREATIVA
Sugiere el ?ngel de la Gastronom¨ªa, mientras vuela con su fiel Patanegra hacia el Pa¨ªs Vasco, que podr¨ªan hablar de la cocina creativa. Su acompa?ante, de entrada, frunce el ce?o.
- Cuando alguien me habla de cocina creativa -dice-, me imagino unos grandes platos cuadrados y negros con unas diminutas raciones en el centro. Perfectamente decoradas, eso s¨ª.
- No me seas primitivo, Patanegra -le ri?e el ¨¢ngel-. De lo que se trata es de ir a un restaurante donde te den cosas que no has probado antes, porque la finalidad de la cocina creativa es apostar por lo nuevo.
- No s¨¦ si me gustar¨¢ -dice el se?or Patanegra rasc¨¢ndose la cabeza-, pero me pica la curiosidad. Por si acaso, me tomar¨¦ un bocadillo antes, para no quedarme con hambre.
- Eso es un t¨®pico barato, Patanegra -le corta el ¨¢ngel-. Adem¨¢s, cuando vas a comer cocina creativa, no vas a llenarte, sino a buscar emociones y sensibilidad, y a descubrir nuevos territorios del placer.
- Oye, ?y hay mucha gente interesada en esa cocina?
- Cada vez m¨¢s. Los hay capaces de recorrer muchos kil¨®metros para comer en un buen restaurante de cocina creativa.
- ?Est¨¢n locos!
- Ni m¨¢s ni menos que esos fans del f¨²tbol que hacen miles de kil¨®metros para ver jugar a su equipo. Con el a?adido de que, adem¨¢s, a menudo pierde.
- Lo malo es que es cara.
- Te equivocas. La cocina creativa est¨¢ al alcance de mucha gente y no vale m¨¢s que una tribuna de f¨²tbol o un palco de teatro.
- Bueno, ¨¢ngel, t¨² decides -dice el se?or Patanegra-. Pero si vamos, ?qu¨¦ comeremos?
- El cocinero, en este caso, es un amigo. Lo mejor, por tanto, es dejar que ¨¦l nos prepare el men¨².
- Que, para variar, estar¨¢ lleno de nombres rar¨ªsimos.
- Porque no los conoces, Patanegra. Est¨¢s lleno de prejuicios. Recuerda que entras en un nuevo territorio gastron¨®mico.
- La verdad, ¨¢ngel, una vez fui a uno de esos restaurantes y tuve la sensaci¨®n de estar en un pa¨ªs ex¨®tico.
- En el restaurante comes la filosof¨ªa del cocinero. Conf¨ªa en ¨¦l.
El se?or Patanegra reflexiona y dice:
- Iremos, pero con una condici¨®n: me traer¨¢n m¨¢s comida si me quedo con hambre.
- Olvidas que lo importante es degustar, saborear -le alecciona el ¨¢ngel-. Puedes comer como quieras, por supuesto, pero si te dan raciones peque?as por algo ser¨¢. Es como cuando vas por primera vez a un restaurante japon¨¦s; lo mejor es dejarse aconsejar para no meter la pata. Para ir a un restaurante de cocina creativa hay que ser positivo. No puedes llegar diciendo que no te va a gustar, porque acabar¨¢s diciendo que el caviar no te gusta porque es negro y redondo. No lo dudes: la cocina creativa es la que m¨¢s sensaciones y emociones puede darte.
- Pero admite que hay sitios en los que no est¨¢ bien.
- Y tambi¨¦n hay quien hace mal la tortilla de patatas.
- Me parece a m¨ª que, en el fondo, esta cocina es como el arte abstracto -suspira el se?or Patanegra-. Hay que entenderla para que te guste.
- Te equivocas, cenizo. La cocina nunca hay que entenderla. ?T¨² entiendes una paella? Claro que no. La disfrutas y te emocionas.
- Por cierto, ?Espa?a es un buen pa¨ªs en cocina creativa?
- Los expertos dicen que la cocina creativa espa?ola es actualmente de las m¨¢s importantes del mundo, lo que ayuda a dar una imagen moderna de Espa?a.
- Me has convencido, ¨¢ngel. Comeremos en plan creativo toda una semana.
- Ni hablar, Patanegra -le detiene el ¨¢ngel-. Comer siempre lo mismo, por bueno que sea, es aburrido. En la variedad est¨¢ el gusto. Ma?ana nos comeremos unos chuletones.
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