La cosa
Corr¨ªan los a?os 80 y visitaba Sevilla el entonces alcalde de N¨¢poles. En su ronda de visitas a las autoridades con sede en la ciudad tuvo un encuentro con un entonces alto personaje socialista que presid¨ªa un organismo local. En un momento de la entrevista nuestra autoridad sevillana le espet¨® al napolitano: '?Y c¨®mo va eso de la camorra?' -ya saben, esa sociedad secreta y delincuente nacida y desarrollada en torno a la ciudad meridional italiana. Nuestro despierto alcalde napolitano, ni corto ni perezoso, contest¨®: '?Ah, la camorra: ?y c¨®mo se llama aqu¨ª?'. Viene a cuento esta an¨¦cdota al hacer repaso de los sucesos judiciales de Marbella. Porque lo que est¨¢ ocurriendo en Marbella desde hace bastantes a?os lo tenemos que identificar con un concepto muy parecido al de mafia, o camorra, pero donde sus protagonistas no son s¨®lo italianos, sicilianos o napolitanos, sino que tienen carn¨¦ de identidad y genealog¨ªa muy nuestros. S¨®lo que la tipolog¨ªa del delito es internacional. Se trata de la confluencia de intereses, originalmente inmobiliarios y hoy en mayor medida relacionados con la droga y la especulaci¨®n financiera, que necesitan un terreno, un ¨¢mbito administrativo donde instalarse. N¨¢poles y camorra constituyen s¨®lo una manera de nombrar un delito relacionado con un paisaje urbano y que necesita la corrupci¨®n administrativa y pol¨ªtica para sacar adelante ileg¨ªtimos intereses.
Marbella es el nombre m¨¢s conocido, seguramente el de mayor intensidad, de un fen¨®meno ciertamente difundido en nuestro pa¨ªs. El delincuente puede ser un peque?o constructor o toda una red internacional. El corrupto puede ser un simple concejal tr¨¢nsfuga de una peque?a ciudad costera (?cu¨¢ntas formar¨ªan la lista?) o el m¨¢s conocido alcalde sorteador de procesos judiciales de los ¨²ltimos 25 a?os. El funcionario puede ser un alto magistrado que facilita las resoluciones de los expedientes o bien un simple oficinista de un juzgado de Marbella. Hablamos del mismo delito. En Italia lo llaman mafia o camorra. Necesitamos urgentemente un t¨¦rmino que nos certifique que 'la cosa' tambi¨¦n est¨¢ entre nosotros.
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