Relevo pronuclear
El relevo en la presidencia del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN) no ha sido un cambio menor. El cauteloso Juan Manuel Kindel¨¢n ha sido sustituido por la ex diputada del PP Mar¨ªa Teresa Estevan Bolea, firme partidaria del desarrollo de la industria del ¨¢tomo desde que trabajaba en la Direcci¨®n General de Energ¨ªa. Estevan se ha desmarcado de las ambig¨¹edades de la anterior presidencia y ha dibujado un futuro en el que las centrales nucleares tienen perfecta cabida: en un primer momento se podr¨ªa alargar la vida de las plantas actuales de 30 o 40 a?os a 60, siempre que las empresas lo pidieran y efectuaran las modificaciones pertinentes, y a partir de la pr¨®xima d¨¦cada podr¨ªan instalarse nuevos reactores nucleares.
La llegada de Estevan al CSN se ha producido en un momento en que el lobby nuclear est¨¢ levantando cabeza en el mundo gracias al aliento que ha recibido en Estados Unidos con la llegada de Bush a la presidencia. El a?o pasado, el equivalente norteamericano del Consejo de Seguridad Nuclear ya ampli¨® hasta 60 a?os la licencia a dos antiguas plantas, pero ha sido el apoyo a la industria nuclear que figura en el plan energ¨¦tico de Bush lo que ha reanimado una industria en crisis desde que el Gobierno alem¨¢n anunci¨® el cierre de todas las plantas nucleares en cuanto cumplan 32 a?os.
El gran argumento que esgrime la industria nuclear es que sus plantas de producci¨®n no generan di¨®xido de carbono, el principal responsable del calentamiento de la Tierra. Sus puntos m¨¢s d¨¦biles son el recuerdo de la cat¨¢strofe de Chern¨®bil, que acab¨® con el argumento de que un accidente grave era poco menos que imposible, y la incapacidad de encontrar una soluci¨®n real al problema de los residuos de alta actividad.
La decisi¨®n de los Gobiernos de Suecia y Alemania de dejar que la energ¨ªa at¨®mica se extinga con la vida de las plantas ahora en funcionamiento ha supuesto la culminaci¨®n de a?os de estancamiento de esa industria. La cifra de poco m¨¢s de 400 reactores en funcionamiento en todo el mundo lleva muchos a?os repiti¨¦ndose. En el 2000 eran 438, que generaban el 16% de la energ¨ªa el¨¦ctrica mundial; en Espa?a hay nueve. El a?o pasado entraron en funcionamiento s¨®lo seis reactores, ninguno de ellos en Estados Unidos o la UE. En estas ¨¢reas, las empresas ponen su mirada en el gas natural, dadas las notables ventajas que ofrece la nueva tecnolog¨ªa de ciclo combinado. Tambi¨¦n las energ¨ªas renovables, sobre todo la e¨®lica, empiezan a hacerse un hueco en el mercado.
Aunque no parece que el lobby pronuclear en Estados Unidos y Europa aspire a construir nuevas plantas, s¨ª est¨¢ claro que pretende prolongar la vida activa de las que est¨¢n en funcionamiento. Y para ello es muy ¨²til controlar el CSN, el organismo que debe dar el visto bueno a las modificaciones t¨¦cnicas necesarias para que una central calculada para 30 a?os dure 60. ?sa podr¨ªa ser la raz¨®n del inter¨¦s del Gobierno por este relevo.
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