De espaldas a las fiestas
A muchos bilba¨ªnos no les gusta la Semana Grande por el exceso de ruido, las aglomeraciones y los malos olores
No critican a los que disfrutan con el tronar de las txosnas. Ni arremeten contra los que esperan con paciencia budista los brebajes de las fiestas. Tampoco les importa ver danzar como malditos hasta el alba. Pero, eso s¨ª, que nadie les pida su parecer sobre la Aste Nagusia de Bilbao porque, entonces, de sus bocas saldr¨¢n sapos y culebras. Son los que duermen con tapones y, si pueden, se encierran en casa con llave durante siete d¨ªas; los que abominan de las fiestas como de un mal sue?o y procuran vivir de espaldas a ellas. Gente como Alfredo, un ertzaina de 42 a?os, que, de hacerle caso, las odia profundamente. 'Yo vivo en la Plaza Nueva. Con eso deber¨ªa estar todo dicho. Por decir algo, el Casco Viejo es un inmenso urinario. No me parece que tenemos fiestas, lo que tenemos es un desastre. Nadie piensa en los que trabajan, en los ni?os, en los enfermos cuando ponen la m¨²sica a ese volumen imposible. Por no hablar de los borrachos que vas esquivando; de las bandas de punkis y de los destrozos de parterres. Adem¨¢s de que m¨¢s del 50% de las txosnas son de car¨¢cter pol¨ªtico. No acabo de entender porqu¨¦ no trasladan el recinto festivo a Artxanda', se queja.
A la actriz Mariv¨ª Bilbao Goyoaga le han pillado las fiestas entre el estreno de Marujas asesinas, del director bilba¨ªno Javier Rebollo, la ¨²ltima pel¨ªcula en la que ha intervenido, y los preparativos de la pr¨®xima, en la que interpreta a una muerte vengativa y maligna. 'Detesto las fiestas, aunque me gusta ver a la gente divertirse'. Se explica: 'Odio las aglomeraciones, y en fiestas todo resulta ser una masa de gente. No ves caras, porque todos los rostros son iguales. La gente parece que se disfraza para salir y est¨¢ m¨¢s fea. No comparto lo de divertirse porque s¨ª. Es como si tocaran un timbre y dijeran 'a divertirse tocan', y todos lo tendr¨ªamos que hacer. Y no lo digo porque sea vieja. Cuando mi hija era peque?a y le llevaba a las barracas y al circo era una locura, porque ten¨ªa que estar vigilando como un b¨²ho para que no se perdiera entre la multitud. Es un agobio total. Lo cierto es que no me gustan nada las fiestas', resume sin acritud.
Un poco menos cr¨ªtica es la empresaria Elena Lepori, que vive en el n¨²mero 14 de la calle Iba?ez de Bilbao, otro de las zonas donde se concentra el jolgorio. Madre de dos hijos y residente durante 20 a?os en la tranquila Suiza, no es que le disguste totalmente la Aste Nagusia, lo que detesta es el ruido que retumba en su habitaci¨®n, noche tras noche, durante ocho d¨ªas. 'Cuando se van acercando las fiestas le digo a mi madre, que tiene una casa en Artxanda: prep¨¢rame una habitaci¨®n, que voy la semana que viene. En mi casa no hay quien pegue ojo. Y luego, lo m¨¢s desagradable es el olor a vomitona y a meada. Es un asco, porque los t¨ªos son unos guarros y lo hacen en cualquier sitio', argumenta.
Marian Ega?a, directora de Cultura del Ayuntamiento de Bilbao entiende las lamentaciones, pero no comparte las cr¨ªticas. 'No hay fiesta popular que no trastoque los horarios y las costumbres. En realidad, la fiesta trastoca la vida, no hay fiesta que no transgreda. Pero la Aste Nagusia tambi¨¦n tiene un aspecto cultural y econ¨®mico importante', se?ala. Ega?a resalta que el Ayuntamiento mejora anualmente las medidas de limpieza y medio ambiente. Y cita, a modo de ejemplo, que las txosnas han unificado la m¨²sica por zonas y que si el pasado a?o se rebajaron los decibelios, ¨¦ste se ha a?adido la clasificaci¨®n por calles. Recuerda que se ha duplicado el presupuesto en v¨¢teres p¨²blicos, instalando m¨¢s m¨®dulos y en m¨¢s puntos. Como argumento final, Ega?a aduce que el 84% de los bilba¨ªnos 'aprueba' las fiestas de la Semana Grande, seg¨²n una encuesta municipal.
El dato no convence a Patxi L¨¢zaro, de 38 a?os, traductor, que vive en la Plaza Miguel de Unamuno, otro de los puntos negros de la capital vizca¨ªna en fiestas. Durante una semana, siente su vida profanada. 'Hay un exceso de ruido. Parece un bombardeo que te va a reventar la membrana. Los conciertos duran hasta bien entrada la noche y oyes la m¨²sica sin poder hacer nada por evitarlo. Es una actitud ofensiva', se queja.
Cristina, vecina de la calle Ascao, tambi¨¦n se siente damnificada. Sabe que ha perdido la batalla contra el ruido, los olores y el espacio. Desde hace tres a?os, durante la Semana Grande, no duerme en casa, no aparca en la zona, ha desistido de que le env¨ªen el pedido del supermercado y dice que vive 'en la ciudad de los v¨¢teres'. Avatares de la Semana Grande.
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