Incontestable triunfo de Ponce
El cuarto toro era un atanasio manso, especie en la que Enrique Ponce es perito, por lo que dej¨® pasar las intemperancias de los dos primeros tercios y abri¨® la faena permiti¨¦ndose el lujo de instrumentar unos sensacionales pases por bajo, para seguir con series por la derecha en las que dominaba la embestida. Casi hizo magia con el toro, al hacernos olvidar que era manso, ya que le hac¨ªa tomar la muleta de largo, cruzado y el toro acud¨ªa justo hasta donde el torero le mandaba; un tres en uno, acabado con el de pecho, fue el colmo de la ligaz¨®n y el dominio. Es verdad que no utiliz¨® la izquierda, pero tambi¨¦n es verdad que, en los dos intentos que hizo el toro, rehus¨® embestir por ese lado; toda su labor evidenci¨® magisterio y capacidad torera. El que abri¨® plaza, jabonero, se pegaba preciosas costaladas y el valenciano estuvo ocupad¨ªsimo en que no se cayera y aprendiera a embestir.
Arjona / Ponce, Finito, Abell¨¢n
Toros de S¨¢nchez Arjona, 1?, flojo; 2?, encastado; 6?, manso; en cuarto lugar, un sobrero de Javier P¨¦rez Tabernero, manso. Enrique Ponce: media baja (oreja con algunas protestas); estocada sin puntilla (dos orejas). Finito de C¨®rdoba: estocada ca¨ªda (dos orejas); dos pinchazos, estocada (algunos pitos). Miguel Abell¨¢n: cinco pinchazos, dos descabellos (silencio); dos pinchazos, estocada trasera desprendida (aplausos). Plaza de Almer¨ªa, 21 de agosto. 3? de abono. Casi lleno.
Esta vez, Finito nos cogi¨® prevenidos, ya que dos triunfos seguidos sin entenderlos pod¨ªan ser demasiado. Tambi¨¦n era el toro jabonero, chico, con movilidad y tom¨® una vara para navegar enseguida de manos. Tras probar a media altura, Finito instrument¨® una serie de derechazos con el pico, vaciando el toro hacia fuera; la segunda, jaleada, fue algo mejor, y enseguida empez¨® por naturales, en los que en lugar de dar el medio pecho, ofrec¨ªa la mitad del cachete, lo que vino a rectificar en medio de la serie, lo mismo que hizo en la siguiente, en la que empez¨® toreando hacia las afueras, para recoger despu¨¦s el brazo y el trapo. Finaliz¨® con tres derechazos de pico y, tras una estocada ca¨ªda, el p¨²blico pidi¨® las dos orejas. El toro se fue con la faena por hacer, porque lo que el torero sac¨® de la chistera no fueron m¨¢s de cuatro pases correctos. Despu¨¦s de un p¨¦simo segundo tercio, el quinto gazapeaba y se quedaba corto; Finito abrevi¨® y ech¨® a huir detr¨¢s de la espada.
Lo de Abell¨¢n ayer no lleg¨® a ser ni siquiera un embuste peque?ito, ya que en primer lugar tuvo que lidiar un toro negro, alto de cruz y de pata larga, propio para uncir en carreta. A saber qu¨¦ o qui¨¦n salt¨® la cerca en una noche de calor. Est¨¢ bien que Abell¨¢n cite de largo y trate de prolongar la embestida; lo que no est¨¢ bien es que lleve al toro alejado con el pico de la muleta, y que, al rematar en rectitud, lo deje en la periferia. El tercer jabonero, ¨²ltimo de la tarde, era manso y corneaba a traici¨®n. No era la hora de los h¨¦roes y Abell¨¢n se lo quit¨® de en medio como pudo.
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