Triunfos lejanos

Triunfos lejanos no en el tiempo, sino porque se produjeron muy lejos de los toros. Los dos primeros toros salieron para fastidiar el pasodoble: la apariencia del primero era goyesca y, tras una vara, va y se cae. Peor fue lo del segundo, fuera de tipo, escurrido y mal afeitado, patiabierto de atr¨¢s y cojo de delante.

Rivera respondi¨® en valiente, en jug¨¢rsela con nada en la media arrancada y atropellar la raz¨®n en el sentido de exponer demasiado donde no hab¨ªa nada que sacar. No se mir¨® la taleguilla despu¨¦s de verse prendido.

Ruiz Manuel, en cambio, encontr¨® un resquicio: como una consumada figura, realiz¨® una faena de enfermer¨ªa que mantuvo al toro en pie, salvo en tres o cuatro ocasiones. Le gan¨® la partida, puesto que el animal, mal picado, pod¨ªa haber terminado mandando.

Tampoco era un dije el primero de Morante: fuera de tipo, escurrid¨ªsimo, cuesta arriba y flojo. No hay duda de que vimos a un Morante cambiado, seguro de s¨ª mismo, que ha encontrado su sitio frente al toro, lo que le permite sonre¨ªr constantemente. Lo malo del sitio es que est¨¢ muy lejos del toro.

Con el capote estuvo pendiente de la compostura m¨¢s que de la templanza, y con la muleta s¨®lo embarcaba con el pico el pit¨®n interior del pase. Tambi¨¦n la emprendi¨® a molinetes a toro muerto. En el ¨²ltimo, entre ca¨ªdas, picos, carreras, posturas y lejan¨ªas hubo demasiado barullo.

Rivera aguant¨® de largo las embestidas del cuarto, unas veces mejor y otras peor, pero el toro llevaba en s¨ª mismo la emoci¨®n.

Ruiz Manuel, por su parte, triunf¨® en figura, fuera de cacho y perdiendo terreno. Adem¨¢s, cuando le toc¨® matar, mat¨® abajo, aunque se la jug¨® al entrar.