'Todo el mundo tiene derecho a vivir donde quiera'
A Bernardo Udo le fastidia que le hagan una entrevista por el hecho de ser inmigrante. Lo dice con cierta sorna: '?Es que en Espa?a les parece apasionante el trabajo de asar sardinas?'. Udo naci¨® en Nigeria hace 28 a?os y desde los 23 no ha hecho otra cosa que viajar y buscarse la vida en Europa 'para seguir viajando'. Hace unos meses estaba en Amsterdam y un amigo le coment¨® que en Espa?a hab¨ªa muchas oportunidades de trabajo. Hizo las maletas y prob¨® suerte. Ahora trabaja asando sardinas espetadas en ca?as en un chiringuito de la localidad malague?a de Torremolinos.
Para algunos de los amigos que ha conocido aqu¨ª, Bernardo Udo es un privilegiado: tiene un contrato de trabajo, papeles en regla y un apartamento en M¨¢laga cuyo alquiler comparte con un amigo.
Pero ¨¦l ve las cosas de otra manera. 'S¨¦ que otros est¨¢n peor, pero no entiendo que el hecho de vivir en un pa¨ªs que no sea el tuyo implique tener tantos problemas. La Declaraci¨®n Universal de Derechos Humanos dice que todo el mundo tiene derecho a vivir donde quiera', argumenta.
A los 23 a?os Bernardo termin¨® sus estudios de decorador en Nigeria y decidi¨® que le faltaba mundo. Fue el ¨²nico de sus siete hermanos que se decidi¨® a dar el salto. 'Los dem¨¢s no han querido emigrar. Est¨¢n bien all¨ª, pero de todas formas con la nueva Ley de Extranjer¨ªa tampoco los puedo traer'.
La pregunta de c¨®mo hizo el viaje desde ?frica hasta Europa le hace saltar como un resorte: '?Los espa?oles est¨¢is obsesionados por c¨®mo viajamos!', exclama. 'Fui en avi¨®n desde Gab¨®n hasta Francia, con mi visado, como hubiera ido cualquiera. No pas¨¦ por Marruecos ni he visto en mi vida una patera'.
En Francia estuvo unos a?os, y despu¨¦s se march¨® a Holanda. 'En los dos pa¨ªses consegu¨ª trabajo f¨¢cilmente y en ambos me pod¨ªa haber quedado, pero he preferido conocer otros lugares.Tambi¨¦n creo que me ir¨¦ de Espa?a. No digo que sea hoy; quiz¨¢ dentro de 10 a?os o quiz¨¢ cuando se me termine este contrato. Pero me gustar¨ªa conocer otros continentes, como Asia o Am¨¦rica', cuenta Bernardo.
De momento, no tiene ataduras. Ni novia, ni hijos, ni nada que lo retenga, aunque dice que no le importar¨ªa encontrar una mujer en Espa?a. Con su familia habla por tel¨¦fono una vez al mes. 'Espero ir a verlos alguna vez de visita. Para quedarme, no', precisa.
Lo que no tiene apenas es tiempo libre. Trabaja todos los d¨ªas de la semana, de lunes a domingo, sin descanso, ocho horas diarias. Aun as¨ª, consigue robar algo de tiempo para la lectura.
Udo es testigo de Jehov¨¢, como toda su familia, y le parece 'muy divertida' la religiosidad de los espa?oles. 'Muy pocas personas dicen que no son religiosas y, sin embargo, casi nadie practica su religi¨®n'. Juzga el pa¨ªs que pisa sin animosidad, pero con la distancia de quien mira una estaci¨®n de paso: 'No tengo ninguna queja de Espa?a; s¨®lo las que puedo tener de otros pa¨ªses donde he vivido: que por el hecho de venir de donde vengo no tengo derecho a cosas que t¨² disfrutas. Por lo dem¨¢s, hay gente buena y no tan buena, como en todas partes'.
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